Violeta estaba sentada en la barra del ¨Café Monster" esperando que Teo, uno de los meseros y antiguo compañero de trabajo, le llevara el desayuno que había ordenado. La gente a su alrededor de vez en cuando le miraban de forma curiosa debido a su atuendo; pero eso a ella no le importaba pues su mente estaba ocupada en cosas más interesantes, por ejemplo ¿Qué rayos había ocurrido exactamente la tarde anterior?
-Lindo vestuario el que elegiste para venir a desayunar...-. Teo se acerco a ella con una sonrisa socarrona, y dejo sobre la barra la taza de chocolate y un plato con croissants.
-Si, pienso ponerlo de moda...-. Ella suspiro y le dio un trago a su bebida. Estaba por tomar el croissant, cuando una mano le quito el plato de enfrente. Gabriel estaba parado a su lado.
-Yo pienso que es ropa de muy buen gusto...-. Él levantó una ceja divertido. -Y si sigues burlándote me encargare de que jamás vuelvas a probar uno de estos...-. Dijo moviendo frente a ella el plato.
-Desde lo más profundo de mi corazón...Lo siento...-. Ella puso la cara más seria que pudo y le sostuvo la mirada. Después de un par de segundos ambos soltaron una carcajada.
-¿Cómo te sientes?-. Preguntó finalmente el nefilim, luego de regresarle su desayuno y que Teo se marchara.
-Físicamente estoy de maravilla...-.Luego de recordar el dolor que le causo estar así de bien, hubiera preferido tener unos cuantos huesos rotos. –Mentalmente no estoy muy segura. Además, el que Daniel aun no despierte me está comenzando a poner nerviosa; él siempre despierta antes de las seis de la mañana-. Ella dejó la taza de chocolate sobre la barra, y lo miró una vez más. -Gabriel ¿Qué fue exactamente lo que pasó ayer?-. La misma pregunta que le había estado atormentando desde que abrió los ojos, por fin salió de sus labios.
-Honestamente no lo se... pero si lo piensas tiene mucha lógica que a Daniel también le ocurran este tipo de cosas...-. Él dijo estas palabras como si fuera lo más obvio; aunque lo que pretendía era ver que teclas debía oprimir para encontrar información. -Después de todo son hermanos... supongamos que lo de Leo al final, no es personal, sino familiar.... o simplemente lo hace para fastidiarte.
-Eso no tiene ningún sentido-. Violeta hizo una mueca de disgusto. -Pero nunca lo ha tenido... no tengo idea de porque me odia; y menos puedo imaginarme porque odiaría a mi hermano.
-En realidad nadie puede imaginarse el por qué...-.David estaba parado tras ellos. Iba vestido de forma casual; lo cual hizo que Violeta se sorprendiera un poco. Amaba la forma en que se veía de traje; pero de esta forma se veía más... más humano, más alcanzable. -Buenos días Violeta...-. Un brillo azul casi imperceptible destello en sus obscuros ojos cuando por fin pudo verla a la cara, y una sonrisa le curvó los labios.
El gesto pudo haberle parecido celestial a Violeta; sin embargo, Gabriel sabía que esto no era algo normal... no en un ángel. David estaba a nada de cruzar límites peligrosos; no solo para él, sino para Violeta en realidad. Pero lo más extraño de todo, es que desde la tarde anterior, parecía que ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba haciendo, era como si su cuerpo reaccionara por si solo ante la presencia de ella... como si estuviera hechizado. El nefilim tomo una nota mental y agrego el punto a su lista de investigación, una que poco a poco se iba haciendo más larga... y más concreta.
Pese a la intensa mirada de advertencia que Gabriel le dio a su amigo, David no fue capaz ni de notarlo, sus ojos y pensamientos estaban puestos en Violeta. Él extendió su mano para alcanzar su mejilla, y en cuanto lo hizo se inclino lentamente para besarla. En ese momento, la respiración de Violeta se detuvo, al igual que todos sus movimientos; sentía que si se movía un solo milímetro rompería la magia... aunque la magia fue interrumpida por alguien más.
Con unas ojeras profundas y marcadas que solo hacían destacar sus ojos verdes, Daniel se acercó un gesto de enfado en el rostro; alejó la mano de David de su hermana, se colocó justo en medio de ambos, y luego tomo un croissant y se lo metió entero en la boca sin el menor tacto.
-Buenos días...-. Dijo después de haberse pasado la comida, sonriendo amenazadoramente hacia el ángel.
Gabriel tuvo que contener una carcajada al ver tan interesante actuación. Sin embargo, pronto su sonrisa traviesa desapareció; el brillo que apareció en los ojos de David no era igual al de siempre.
En el instante en que Daniel le sujeto la mano, algo dentro del ángel comenzó a arder con intensidad. Una fuerte necesidad de expandir sus alas, y mostrar toda su presencia delante de ese simple mortal lleno sus pensamientos. Cómo se podía atrever ese humano a intentar alejarlo de Violeta; ella era suya, suya y de nadie más... ni siquiera él siendo su hermano tenía derecho a intervenir.