Alma Robada

CAPÍTULO XLII

Un rayo alumbró la oscuridad de la noche, para al cabo de unos segundos dar paso al fuerte sonido de un trueno. Violeta observó como las delgadas gotas de lluvia azotaban contra el suelo, y la memoria de lo que podía ser provocó que la piel se le erizara; ella apretó con más fuerza de la necesaria la espada en su mano, y dirigió con cautela la mirada hacia atrás. Un ángel y un demonio flanqueando sus lados... 

         David se dio cuenta de que ella lo miraba, y quiso tomar su mano para darle valor; pero el miedo a que se alejara nuevamente lo detuvo. Ambas partes aún tenían una lucha sin cuartel en su interior, pero había algo que ninguna de esas dos mitades podía ignorar, y que quizás el cielo y el mundo entero estaban pasando por alto: su amor era real, y tarde o temprano les mostraría que incluso era capaz de cruzar un abismo.

       Por su parte, el demonio maldecía en todas las lenguas que conocía. De todas las malditas noches en las que podía prepararse para una guerra; tenía que ser en una en la que llovía como si fuera la llegada del segundo diluvio. Damon perdió el hilo de sus pensamientos cuando sus ojos chocaron con los de Violeta, y notó la brillante luz que se ocultaba tras sus pupilas. ¿Qué tipo de mujer sería una vez que su alma se liberara? Ahora mismo su inocencia bailaba entre sombras... pero no sería igual para siempre...

          El demonio respiro profundamente, para controlar la excitación que este pensamiento le provocaba, y en un ágil movimiento su guadaña ya giraba entre sus manos. 

        -¿Estás lista?-. Preguntó acercando el filo del arma al hombro izquierdo de la joven

         -Solo hazlo...-. Respondió ella girando su rostro hacia otro lado. Que estuviera dispuesta a hacerlo, no significaba que quería verlo; y menos sabiendo lo que iba a provocar.

          Después de que tanto Damon como David aceptaran que la idea de Violeta, era en efecto, buena; Luc había complementado el plan. Si lo que buscaban dejando que fuera al cementerio, era engañar a Leo par que se distrajera con ella; entonces tenían que hacerlo creer que estaba sola. Por lo tanto, Violeta tendría que estar en peligro y sin ayuda de nadie llegar hasta el punto donde todo ocurriría. ¿Pero de qué forma se pondría en peligro, sin realmente estar en peligro? Fácil, siendo perseguida por hellhounds.

         Nadie sabía que hasta ahora, Damon había estado alejando a los perros y que por eso no hubo más ataques de su parte; por lo tanto, para poder llamar su atención planeaban ofrecer un incentivo que difícilmente rechazarían.

        El demonio empujo la guadaña hacia la piel de Violeta, y poco a poco la herida que la flecha de Leo había abierto en su piel, iniciando el contrato entre Damon y ella, quedó abierta. La sangre cayó de forma tibia por su brazo; y en menos de un segundo, los aullidos infernales hicieron eco en la lejanía.

         Este era el doloroso inicio del final. 

       *************************************************

        Los ojos de Daniel se abrieron de golpe cuando notaron la cercanía de aquella extraña mujer, y como pudo, logro retroceder para alejarse de su alcance y finalmente ponerse de pie. Él sintió las gotas de lluvia como pequeños alfileres sobre la piel, y tratando de ignorar su deplorable estado físico, miró a su alrededor para descubrir en dónde estaba. 

      El cementerio le dio la bienvenida mostrando su lado más lúgubre, en medio de una tormenta. Daniel trago saliva para pasarse el miedo, y con el corazón desbocado al ser conocedor de lo que podía ocurrir; puso su guardia en alto y comenzó el macabro juego. 

         -¿Quién eres y qué quieres?-. Preguntó amenazante

         Arial le dejo alejarse sin siquiera mover un dedo para detenerlo; y sonrío al darse cuenta de lo mucho que había cambiado en estos años. Aunque eso era lo que pasaba con los humanos, el tiempo hacía estragos en su apariencia.

         -Tus ojos han cambiado mucho... ya no son como los de antes...

         Daniel torció el gesto al escuchar el comentario; pero entonces, igual que el rayo que iluminó el tétrico panorama a su alrededor, una idea brillo en medio de sus pensamientos. Si ella quería hablar... hablarían...

        -¿Antes, cuándo es antes?

       -Es triste que no me recuerdes; estaba segura que nuestro encuentro fue algo inolvidable...-. La postura que transmitía la pelirroja era tranquila y serena; pero la depravación que mostraban sus ojos era difícil de ignorar.

           -Lo siento, solo recuerdo a las chicas guapas-. Comentó socarrón. Si ya estaba en el infierno, quién le impedía divertirse. -Pero si me dices un poco, tal vez logre recordarte...

        El comentario hizo que los labios de Arial se transformaran en una delgada línea. Pero al instante recobro su tierno semblante, y dio unos cuantos pasos para quedar más cerca de él; perder la calma por un humano había provocado la pérdida de su ala; no volvería a pasar.




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