Alma Vendida

CAPÍTULO IX

La detective LeBlanc se subió a su camioneta con cara de pocos amigos, y cerró la puerta con tanta fuerza que Luc levantó la vista de su celular. Ella respiró un par de veces antes de dignarse a mirar a su acompañante; él esperó relajado y divertido mientras se calmaba, pero al ver que sus ridículos métodos estilo yoga no funcionaban, decidió apiadarse y contarle algo para mejorar su mal humor.

Luego de que Damon se esfumara de la escena del crimen, seguramente persiguiendo a un ángel con cara de mocoso, y al cual esperaba no atrapara nunca; el semidemonio se concentró en sus tareas para entretenerse, y no se sorprendió al descubrir que efectivamente la chica muerta tenía rasgos muy similares a los de Violeta; cuando le mostró las fotos a Susan, ella había gruñido más aterradoramente que un lobo, lo cual después del susto inicial, le pareció gracioso.

Había sido en ese momento cuando lo vieron llegar. Antonio Borja se bajó de un auto acompañado por dos sujetos vestidos de traje; para antes de que ellos mostraran sus placas, Luc ya había descifrado que se trataba de policías... o al menos uno de ellos.

Apenas y se percató de su presencia, la detective se tensionó de pies a cabeza mostrando una actitud cautelosa. Luc observó atentamente su reacción, y pensó que era algo similar a un acto reflejo, como cuando ves un objeto dirigirse hacia ti e inevitablemente te mueves; él torció el gesto ante ese pensamiento, y una idea quedó atrapada en su sonrisa al recordar algo que había comentado por casualidad con Violeta; por lo que sin ganas de tratar al famoso doctor, prefirió escabullirse entre la gente y recluirse en la camioneta de Susan.

Era allí donde se encontraban ahora.

-¿Malas noticias?-. Preguntó socarrón...y por cortesía, ya quería ver la cara que ponía cuando le dijera lo que sospechaba.

Ella le dirigió una mirada asesina, mientras meditaba si era o no buena idea decirle lo que acaba de ocurrir; pero como al final se iba a enterar de todos modos, no veía el caso a callarse.

-Es oficial...-. Replicó con voz baja, tratando de no gritar histérica. -Vamos tras un asesino serial...

Luc borro su semblante divertido, y desvió la mirada a la escena del crimen. Sabía muy bien en quien iban a recaer las investigaciones a partir de ahora, y aunque Daniel no tuviera nada que ver con las muertes, se podía decir que en cierta forma si estaba involucrado; además, estaba seguro que si prestaban atención a estos hechos, encontrarían más pistas que los llevarán hasta el Profeta, después de todo, quien lo estuviera haciendo, tenía eso como una de sus finalidades.

-¿Te dejaron en el caso?

Susan soltó una maldición entre dientes, respiro profundamente una vez más, y finalmente relajo los músculos de su cuerpo y se recargo sobre el asiento.

-Por ahora. Fui la primera en darme cuenta que algo no andaba bien, confían en que mis instintos...pero seré solo un refuerzo.-. Espetó como si escupiera veneno

-¿Y quién será el detective a cargo?

-Él...-. LeBlanc señaló con fastidio hacia uno de los hombres que escoltaba al doctor. -Eric Morgan

El semidemonio siguió el curso indicado, y analizó a consciencia al sujeto.

Era alto, muy alto, quizás sobrepasaba el metro noventa; y su manera elegante de vestir, contrastaba con su apariencia personal. El traje negro de tres piezas que llevaba, se ajustaba perfectamente a su estructura, dejando al descubierto que seguramente estaba hecho a su medida, además de que la calidad de la ropa era obvia incluso a metros de distancia; sin contar que tanto los zapatos, el reloj y los lentes que portaba, debían costar una pequeña fortuna.

Sin embargo, su rostro y manera de expresarse, no terminaban de encajar con el estilo. Llevaba el cabello corto, pero lo suficientemente largo para que se ondulara sin rumbo fijo, parecía que se había olvidado de peinarlo al levantarse; mientras que la barba en su cara era más bien descuidada, como si le hubiese dado flojera afeitarse los últimos tres días, rasgos que se acrecentaban con las canas. El color blanco de su piel estaba ligeramente bronceado, probablemente por pasar más tiempo del necesario bajo el sol, y varias arrugas aparecían cada vez que un gesto pronunciado se adueñaba de sus facciones. Especialmente una sonrisa relajada.

De pronto el aludido desvió la atención del doctor, quien hablaba con él, y giró su rostro en dirección hacia la camioneta de Susan como si supiera que lo estaban observando. Al quitarse los lentes y mostrar su vista fija sobre ellos, Luc se recargo más de lo necesario sobre su asiento, con una sensación desagradable.

-Bueno, para equilibrar la balanza, yo te daré la buena noticia del día, detective...-. Dijo volviéndose a centrar en su celular... -Resulta que tengo una idea del porque te desagrada tanto el Doctor Borja, y eso es porqué lo conocía de antes...

-Te puedo asegurar que no...-. Respondió con fastidio

-Y yo puedo asegurar que sí, especialmente si tomamos en cuenta, que fue la misma Violeta quien me dijo que él trabajó antes junto a su madre y abuela...-. Al mirar sobre su hombro la cara de sorpresa de LeBlanc, y casi poder escuchar a su cerebro funcionando, Luc sonrío satisfecho. -No pensé que fuera algo importante, hasta que hace un momento se puso a la defensiva apenas y vio a Borja. Supuse que su actitud se debe más a un mal recuerdo, que de hecho, a conocer bien al doc...; y ya entrados en detalles, si lo piensa, que justamente él esté involucrado ahora como consultor para la policía en este caso, y que sea también el psicólogo de nuestra querida exorcista, son demasiadas casualidades para pasarlas por alto ¿No? Igual puede ser nada, pero...




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