Alma Vendida

CAPÍTULO XIII

Oculto entre las sombras, a varios edificios de distancia, Damon extendió su catalejo y lo enfocó sobre las puertas del Café. Le habría encantado ver la cara del profeta al recibir su mensaje, o mejor aún, cuando leyera el que le había dejado bajo la almohada; pero de momento tendría que conformarse con verlos salir del lugar. Porque por su bien, más le valía entender su advertencia.

Pasaron cerca de cinco minutos, para cuando los hermanos ya estaban en la calle caminando hacia el jeep. El demonio torció una sonrisa por lo rápido que actuó Daniel, aunque no se sorprendió; si se trataba de mantener a Violeta a salvo, era capaz hasta de tragarse su orgullo. Una cosa que le gustaba tener presente, para saber de qué modo moverlo de acuerdo a sus necesidades...

Sin más que revisar, Damon estaba punto de cambiar de objetivo, cuando algo en la simple escena que vigilaba lo hizo cambiar de opinión, de tal forma, que incluso su cuerpo se inclinó hacia el frente, tratando de ver más de lo que podía...

La exorcista se detuvo antes de llegar al auto, y tomó la mano de su hermano para captar su atención; él se giró para observarla, al tiempo que asentía sobre lo que fuese que le explicaba. Entonces ella sonrío como difícilmente lo hacía con alguien más: llena de adoración. Sus ojos parecían adquirir una luz distinta cada que miraba a Daniel; los gestos de su rostro se suavizaban en su presencia; la postura de su cuerpo se relajaba, como si supiera que a su lado no necesitaba sentir temor; estando con él, cada molécula que conformaba a Violeta, demostraba el amor que sentía por ese hombre.

Fue justo ante la última palabra de su pensamiento, que Damon hizo una mueca. Hombre.

En un rincón apartado de su mente, una idea había estado tratando de captar su atención, desde el instante que supo que ese par no tenían lazos sanguíneos. La había ignorado prácticamente a consciencia; era difícil darle crédito, cuando la relación que mantenían los Cábala era tan normal como si hubiesen compartido los mismos padres, no había absolutamente nada que pudiese indicar lo contrario... y él sabía de relaciones perversas, era el rey de ellas.

Sin embargo, desde que se diera cuenta quien lo estaba siguiendo, la importancia de esta idea iba in crescendo a tal punto, que en ese instante, justo allí mirando la forma en que Violeta veía a Daniel, todas sus alarmas se dispararon.

Ese idiota había bajado al plano mortal de nuevo, única y exclusivamente para fastidiar su existencia. Ni siquiera era original en su modo de hacer las cosas, estaba repitiendo la jodida historia, haciendo lo mismo que había hecho, prácticamente, una vida atrás.

Solo que esta vez todo era distinto.

El rostro del demonio se distorsionó, al tiempo que hacía desaparecer su catalejo, receloso por la escena que acaba de presenciar. Si claro, las diferencias entre lo que ocurriera aquella vez, y esta, eran tan abismales como él y el ser que intentaba acorralarlo; si no lo había notado, entonces estaba más ciego de lo que pensaba...

Los ojos de Damon destellaron dorados, cuando una ráfaga de fuego azul formó un círculo bajo sus pies. De hecho, todo era tan diferente que en esta ocasión no le daría siquiera oportunidad a actuar; y una vez que se asegurara que los hermanos llegaran a salvo a su casa, podría seguir con el plan que tenía en marcha.

No era sencillo quemar el mundo, mientras dejabas un espacio seguro para una persona; no podías simplemente desatar una marea de desolación, a la vez que mantenías un paisaje de paz para unos cuantos; pero de momento, el trabajo bien valía la pena, pues aunque odiara admitirlo, la presencia de su némesis solo confirmaba más y más, lo que unos inconstantes latidos de corazón, le habían revelado días atrás.

Además, por muy complicado que resultara mantener una dualidad entre sus "travesuras" y los límites, seguía siendo condenadamente divertido tentar almas.

El demonio sonrío emocionado ante la perspectiva, quería terminar cuanto antes con este lío, para poder enfocarse en Leo; lo irónico es que no salía de tratar con un ángel demente, cuando ya el cielo le tenía reservado otro loco para el camino. Y dudaba mucho que tuviera algo que ver con la "batalla eterna entre bien y mal"...

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-Dijiste que esto no pasaría...-. La mirada en la cara del ángel era mortal. Por más ser divino que fuera, en ese momento inspiraba bastante miedo.

El pequeño agacho la cabeza mientras se mordía el labio sin saber que responder. Estaba convencido que el temor que sentía por su compañera en ese momento, era más que nada un derivado de su culpa; después de todo, él era el responsable por el caos que Damon estaba desatando.

-No sabía que podía hacerlo...-. Susurro apenado, ya que de verdad no esperaba que con el sello que tenía el demonio encima, sus poderes dieran para tal alboroto

Ella lo miró sobre su hombro, y prácticamente lo fulminó; también sentía culpa por involucrarse en eso, cuando específicamente se le dijo que no interviniera. ¿Pero cómo podía negarse a una petición de él? No podía; aunque lo peor vendría cuando los descubrieran; cosa que seguro no tardaba en pasar, pues su acompañante brillaba por su ausencia en el cielo.




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