Alma Vendida

CAPÍTULO XVII

Susan miró sobre su hombro a David, torció levemente una mueca, y volvió a enfocarse en la carretera. No había pronunciado una sola palabra desde que se subieron a la camioneta, así que la incomodidad ya estaba llegando a un grado molesto; sin contar que la irritaba de sobremanera, porque todavía no podía asimilar lo que era.

¿Se le podía gritar a un ángel?

-Y bien ¿Qué es lo quieres ocultar de los demás?-. Si había ido con ella, es porque se lo iba a confesar, no tenía caso seguir más tiempo en silencio...

-No es un secreto...-. Comentó pensativo, por lo menos le estaba prestando atención. -Solo creo haber encontrado a la siguiente víctima...-. No era un hecho, solo le habían indicado una dirección de tantas, bien podía estar equivocado; aunque al ver a esa maestra, y el parecido con Violeta, no era difícil imaginarla como un blanco. -Pero me gustaría confirmarlo antes...

La detective apretó la mandíbula, como un reflejo involuntario a la forma pasiva en que hizo tal declaración. La mayoría se estaba enfocando en el porqué Leo hacía lo que hacía, tomando a Violeta como eje central de sus locuras; pero a ella lo que realmente le interesaba, era descubrir si el mismo ángel intentaba inculpar a Daniel de los suicidios.

Más que nada porque fue gracias a ella que ahora la policía lo tenía en la mira...

-Bien, y supongo que vas a decirme quién es...-. Podía seguir en clama, ya le sobrarían razones para enloquecer cuando su jefe la encontrara...

-Sí. Sería bueno que fuera investigada desde el ámbito humano; así que por favor, le pediré que se encargue de eso... También necesitaré revisar una vez más los archivos que tiene de las chicas que han muerto, quiero comprobar algunos datos sino le molesta...

Allí estaba el motivo por el cual viajaba con ella, por lo menos ahora LeBlanc lo sabía. El problema es que las cosas habían cambiado, ya que no era la detective principal en el caso, lo cual, dicho sea de paso, la tenía de muy mal humor.

-No será tan sencillo como antes. Ya no soy la única que tiene acceso a ellos, y podría ser un problema si alguien se da cuenta que te los muestro; a final de cuentas, en cierta forma estas relacionado con Daniel, al ser maestro en la universidad donde estudia. Pero podrías pedirle todos los datos a Luc, estoy segura que para este punto, él ya los sabe de memoria...-. No sería raro que incluso supiera más cosas...

Finalmente, David miró a su lado para verla. Estaba sentado en el lugar del copiloto, pero no había apartado la vista del frente. Todavía había tantas cosas que su cabeza trataba de encajar en el lugar correcto, que ni siquiera había prestado la atención debida a lo que acababa de descubrir: el semidemonio ahora era un pilar de Violeta.

Por una parte, eso podía resultar increíblemente beneficioso, pues sabía que su lealtad estaba con ella; por otro lado, eso mismo era una gran desventaja a la hora de solicitar su ayuda...

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Damon seguía de cerca los pasos de Violeta, intentando limpiar la mayor parte del regalo de la paloma, mientras pensaba seriamente en lo que acababa de pasar. No en la mierda que tenía encima, sino en lo importante: ella sabía su nombre real.

Para ser honesto, no tenía ni idea de cómo lidiar con eso. Lo más increíble de todo, es que no le preocupaba porque esa fuera su mayor debilidad; lo que realmente le fastidiaba, era que ahora la exorcista conocía su pasado, permitiéndole verlo por quien realmente era.

Era lógico que lo mirara con miedo.

Una sonrisa amarga curvó sus labios ante la conclusión. No existía nada en el mundo que pudiera cambiar tal realidad; lo que había hecho, las vidas que tomó, las almas que había robado, los pecados sobre los que su reputación se había forjado, todos ellos estaba tatuados con fuego sobre la historia que le daba vida. No se arrepentía pero...

Era justo que lo mirara con temor...

Entonces, entre sus memorias recientes, en las cuales Violeta temblaba por su cercanía, una destelló suprimiendo la oscuridad. Una que justo acababa de pasar minutos atrás.

Luego de que esa ave inútil le hiciera encima, ella se había carcajeado sin poder evitarlo. Claro, no le daba orgullo saber que lo hizo en cierta forma burlándose, pero al menos el pánico de sus ojos se había esfumado por un brillo divertido y lleno de vida, que incluso lo hizo mantenerse en calma, con tal de seguir observándola.

¿Eso qué significaba? Qué él, siendo quien era ¿Todavía merecía esperanza? De inmediato un destello dorado se adueño de sus ojos, al tiempo que estos se levantaban hacia el cielo.

-Es la segunda vez hoy...-. La voz infantil interrumpió sus pensamientos. -Luego de... ammm... no sé ¿Una eternidad?-. El pequeño ángel estaba recargado sobre la pared de la cafetería; tenía una mano en la barbilla y lo miraba con verdadero interés. Él mirando al cielo sin odio, era un verdadero milagro

-¿Fuiste tú?-. Damon puso la vista sobre él, apuntando hacia la mancha sobre su ropa; si le decía que sí, la verdad no estaba seguro de cómo iba a reaccionar.




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