Alma Vendida

CAPÍTULO XVIII

El resto de la semana transcurrió en relativa paz.

David le había dicho el nombre de quien pensaban sería la siguiente víctima, por lo que la detective había puesto manos a la obra para mantenerla vigilada; sin embargo, sus movimientos tuvieron que volverse mucho más calculados, pues su nuevo compañero de caso, le pisaba los talones a cada par de segundos.

Luc había estado investigando sobre el sacerdote recién llegado; y aunque de buenas a primeras, daba la impresión de ser alguien sin oscuros secretos, tanta normalidad en el sujeto le inspiraba a desconfiar. Además, no podía profundizar mucho en el tema, ya que también tuvo que concentrarse en el caso de los suicidios.

Por su parte, Mirza logró seguir un rastro del exorcista que se coló en casa de los hermanos, pero lo perdió en la universidad; eso no representaba un problema inmediato contra Violeta, pero como consecuencia, Pandora intentaba dejar lo menos posible solo a Daniel, pues aunque su condición mejoro gracias la bebida que le diera Luc, estaba segura que sus poderes como Profeta, lejos de mantenerse en calma volverían con más fuerza: lo cual no era malo, pero si difícil (muy difícil) de controlar.

La barrera que mantuvo ocultos los linajes de los hermanos, había suprimido de manera excelente cada una de sus habilidades. Pero ahora, mientras Violeta día a día retomaba el control de sí misma, desplegando en sus pilares el peso que usualmente cargaba sola; para el mayor de los Cábala, no utilizar sus poderes desde el nacimiento jugaba en su contra.

La cordura se le escapaba como agua entre los dedos con cada murmullo. Mantenerlo estable en la realidad, requería que la vampiresa no apartara su atención de él; pues justo en ella radicaba la clave para anclarlo al presente, después de todo, no la enviaron a su lado solo por casualidad.

Una característica especial en los vampiros, era la habilidad de controlar la mente de los seres humanos. Ella siendo la primera de su clase, era sin duda la mejor en la materia; de ahí se debía también a que Gabriel hubiese sido tan bueno, pues fue su maestra.

Pero claro, competir contra los Serafines no era cualquier cosa; y para lograr su objetivo necesitaba más que nada la cooperación de Daniel, solo que hacerlo enfocarse en una sola dirección, requeriría de todo su esfuerzo físico y mental. O mejor dicho, de ambos.

Por si fuera poco, no le agradaba nada pensar en el reciente ataque que había sufrido. Quizás a simple vista pudiera parecer que no estaba destinado a dañarlo; no obstante, el que se hubieran atrevido a entrar hasta la casa, y peor aún, burlado incluso la vigilancia del ángel y el demonio, no le hacía sentirse muy tranquila.

Si a eso le sumaba el neófito que le mandaron como aviso, advertencia o amenaza (todavía no decidía cual era la palabra correcta), la sola idea de alejarse de Daniel la fastidiaba; pero pedir refuerzos en su situación, podía resultar incluso más problemático.

Con todo lo anterior, lo más sencillo hubiese sido dejar el café cerrado, y volverse la sombra del Profeta; desafortunadamente, todavía había muchas cosas en el lugar que no podía permitir que cayeran en manos equivocadas. Gabriel amaba su trabajo... sus trabajos: el de barista y el de guardián astral; ella no pensaba descuidar ninguno, pero si necesitaba encontrar una solución, solo que la única que encontraba, podía convertirse en un desastre.

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Violeta estaba en la biblioteca junto con sus amigos, tratando por todos los medios posibles de no reírse en voz alta. Estaban haciendo un trabajo en equipo, pero en un punto, comenzaron a hablar respecto a los disfraces que utilizaron el año anterior para Halloween; los chicos se habían llevado la noche cuando llegaron a la fiesta vestidos de comida chatarra: Esteban como pizza, Luis de Hot Dog, y Daniel de taco.

Se veían extremadamente ridículos, pero varias mujeres y uno que otro hombre, no desaprovecharon la oportunidad para darles un mordisco.

-Jamás voy a superar el momento en que llegaron a la fiesta...-. Comentó Liz medio tapándose la boca, para no estallar en carcajadas...

-Es que hasta se detuvieron en la puerta, para que los admiraran mejor...-. Soltó Yaneth poniendo los ojos en blanco. Se había quedado con ganas de morder a su novio, pues en ese tiempo todavía pretendían que no pasaba nada entre ellos; eso sí, espanto a cuantos pudo de tal actividad... tan despistada como le fue posible

-Daniel incluso mantenía con llave su habitación, para que yo no averiguara nada...-. Recordó Violeta, mientras se ponía de pie y tomaba sus cosas. -Estaba tan emocionado al respecto, que solo hacía que me diera más curiosidad...

-Vamos, admitan que nos veíamos irresistibles...-. Luis hizo un divertido movimiento de cejas; la verdad es que se divirtieron mucho esa ocasión

-Pues sí, se les antojaron a muchos...-. Contestó su novia con un gesto de advertencia. Él se limitó a sonreír, al tiempo que tomaba la mochila de ella para ayudarla mientras caminaban

-¿Y qué se ha dicho sobre este año?-. Preguntó Liz al salir de la biblioteca -Seguro el consejo estudiantil ya empezó los preparativos...

-De hecho es raro que no se haya mencionado nada aun...-. Yaneth hizo cuentas mentales, y no faltaba mucho para la fecha, al menos, los típicos adornos ya se veían por la escuela...




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