Ámame otra vez

2

PRESENTE

☽☾ AZREY

—Papá, papá, papá, papapapapá —Lenny juega tan animada como debería estarlo yo. Pero no puedo. Aunque lo finjo, me incomoda que, en lugar de mamá, diga papá, sin siquiera tener una figura paterna.

—Amaneciste con ánimos, ¿eh? ¿Te gusta acompañar a mami?

No es raro que, igual que yo, esté despierta a esta hora. Es tan juiciosa que pensar que heredó eso de la disciplina de su padre me molesta más que el hecho de que siempre lo nombre. Juega con el gorro que le puse para abrigarla, al igual que con los calcetines, ya se lo quitó.

—Paaa, pa, papá.

—Maa… má —abro tanto como puedo la boca, pero es inútil, se ríe—. Una vez más. Di mamá, maaa… má. —insisto con la esperanza de que lo repita.

Me mira seria. Espero con emoción, pero responde:

—Papá.

Suspiro. La miro con los ojos entrecerrados y las manos en la cintura. Tal vez ya me estoy volviendo loca. Ella se ríe; me inclino y la lleno de besos. Hace casi cuatro meses cumplió un año. Aún recuerdo sus primeros pasos, su primera palabra: “papá”.

—Tú ganas —le digo como siempre.

Se ha tomado todo el biberón y ahora juega con él, mientras preparo la pañalera.

Finalmente consigo que no se quite el gorro ni los calcetines. Me acomodo el abrigo y la levanto. Esta semana me toca el turno de apertura en la repostería. Glock no ha regresado y Sulena, la empleada más antigua, decidió tomarse el día. Aprovecho el doble turno: necesito más ingresos. Aunque hasta ahora no he pasado necesidades, ser madre sola es complejo.

A veces pienso en la situación que llevó a mis padres a abandonarme. No es imposible, yo lo estoy logrando. ¿Por qué ellos no se esforzaron un poco más?

Mi conclusión siempre es la misma: no me amaron lo suficiente. Sacudo la cabeza y emprendo la marcha.

Está a tres cuadras, lo que me ahorra un gasto. Aunque el frío podría afectar a Lenny, no tengo opción, la llevo bien abrigada. Me sorprendo al llegar y encontrar a Glock ahí. No es de las que madrugan; suele pasar por el lugar, pero no quedarse.

—Hola, pequeña conejita. —le extiende los brazos a Lenny—. Az, ¿por qué la traes tan temprano?

Me quito el abrigo. Ya me lo había dicho antes, pero la necesidad no da tregua.

—Lo de siempre, no tenía con quién dejarla.

—Lo sé, pero a estas horas no deberías sacarla de casa. Az, sabes que somos muy conscientes de tu situación. También soy madre, te lo he dicho, cuando estés en la mañana, llega más tarde. No es justo con la conejita. Has de tener mucho frío. —la abraza con ternura.

—La abrigué bien —insisto, acomodando su abrigo y la manta que la cubre—. No tenía con quién dejarla. Bell se mudó y son muchos gastos con el piso. Sé mejor que nadie que no debería, pero es lo que toca. ¿Tú me entiendes y me perdonas, verdad, bebé?

Lenny ríe con los mimos que le hago.

—Papá —dice con una sonrisita. Luego balbucea una serie de cosas que no se entienden, pero nos hace reír. A mí me llena de ánimo.

—¿Estarás tú hoy? —le pregunto a Glock sin dejar de mirar a mi hija.

—Sí. Y no te preocupes por ella, me haré cargo para que puedas trabajar. Tampoco tienes que hacer las horas extras: te pagaré como si las hubieras hecho, así te vas temprano.

—Eres muy amable, Glock.

—Lo sé, lo sé. ¿Qué dices, conejita?

Lenny sonríe y juega con sus pendientes.

Me acerco a abrazarla. Hacerlo antes de comenzar la jornada me ayuda a lidiar con el día a día.

—Eres muy hermosa, Azrey. Aún no entiendo cómo es que estás soltera y con la conejita sin padre.

—Alguien como él no merece saber que ella existe. Y yo no tengo tiempo para tipos que no saben lo que quieren. Lenny y yo estamos bien. Lo estaremos.

—Es bueno ser independiente, pero yo, que tengo a Thiago, puedo decirte que un niño necesita a sus padres.

Sonrío con ironía. Yo más que nadie lo sé. Pero no olvido mis dos intentos de evitarle a mi hija la suerte que tuve. Fui una idiota cuando, al descubrir mi embarazo, lo busqué. No estaba; se había ido de viaje con su prima.

El escándalo fue tanto que fingió marcharse, dejar su pasión, aunque yo sabía que solo iban a celebrar. No me arrepiento de mi venganza; no se decía mucho de mí, para la gente yo era solo una conquista más, una aventura. Pero para él, fue diferente, por su influencia y reconocimiento, se habló meses del asunto, sobre todo cuando lo relacionaron con lo que hicieron su hermano y su difunta novia.

Siempre termino pensando que quizás ella también lo supo y por eso miró a otro. O que quizá todo lo hacen en familia. No salí tan afectada.

Pero no fue suficiente. Quise olvidar, incluso la evidencia que Tatianne me entregó: algo que habían dejado para mí después de la boda. Una carta que rompí en pedazos, imágenes sin sentido.

Volví a Londres dispuesta a olvidar, pero regresé cuando nació Lenny. Quise, por mi hija, tragarme el orgullo, pero ahí estaban otra vez, a plena luz del día, en su consultorio, el mismo escenario de aquella noche. Entonces me lo prometí: no sabría de ella. Ella no lo necesita, no ahora. Por eso no me importa trabajar doble turno.

La nostalgia me devuelve a ellas. Apoyo mi rostro en su costado.

«Perdóname por condenarte a mi suerte, mi amor». Solo lo pienso, no quiero dar explicaciones. Aunque todos ya saben que solo somos ella y yo. Solo Tatianne nos visita cada tanto. Han sido años difíciles, pero ayuda haber conocido personas maravillosas que siempre nos han apoyado.

—Papá —balbucea Lenny.

Cierro los ojos. Es la palabra que más repite y lo siento como un castigo. Mi hija no tiene la culpa. Yo no tengo la culpa de que su padre esté enfermo, que sea un infiel.

Glock se ríe al escucharla.

—¿Te das cuenta? Ella sabe que necesita un padre. Es momento de que aceptes que necesitas un hombre.

—Calla. Solo necesito trabajar y cuidar de mi hija. En serio, gracias por el apoyo. Estaré muy atenta por si me necesita.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.