☽☾ AZREY
Comienza a desesperarme su actitud. Necesito algo de beber, me levanto por dos vasos con agua, le entrego uno, me mira. Supongo que me analiza, aunque la forma en que lo hace me pone más nerviosa.
—Siéntate, por favor —suaviza su tono. Es tan maternal como la recordaba, y eso logra calmarme un poco.
—Tengo que trabajar, Hilda. Sea lo que sea que tengas que decir, hazlo ya. Te aprecio, pero espero que no intentes excusar a tu hijo. No me interesa escuchar nada que tenga que ver con él. Como ves, lo dejé atrás, hice mi vida igual que él.
—Escúchame y decide tú. Ahren sabe la verdad de todo. Lo supo hace meses, poco después de lo que hiciste. Sabe que no es mi hijo, sabe que ayudé a Cazer. Por eso se marchó de la ciudad. No solo fue lo que descubrió, también lo que hiciste. Regresó hace poco, cuando mi cáncer fue detectado. Es el mismo al que decías odiar, solo que ahora es un hombre demasiado cruel.
—No tengo nada que ver con eso. Lo que dices no me importa. Si eso era, lo siento por ustedes, pero no entiendo qué sentido tiene decirme esto, ni cómo podría ayudarte.
—No lo entiendes. No me ha perdonado lo que descubrió. Lo intenta, soy su madre a pesar de todo.
—¿Y dejas que te juzgue mientras duerme con su prima? Ya sé que, según dices, no son primos, pero se criaron juntos. Es igual de repulsivo.
Suspira, tose y me mira como si su tiempo realmente estuviera contado.
—Tienes que ir a trabajar y yo necesito volver antes de que se dé cuenta de que no estoy y se preocupe.
Me encojo de hombros. No soy yo la que da vueltas sin llegar a un punto.
—Ok. ¿Qué buscas con decirme esto?
—Azrey, escúchame y procura no interrumpirme esta vez. ¿Estás de acuerdo?
Asiento. Ella vuelve a toser. Intento ayudarla, le ofrezco el agua que dejé en la mesita de centro. Niega y me sujeta las manos.
—Ojalá lo hubiera visto antes. Eres noble, una chica buena. Azrey, te dije que eras predecible, siempre lo supe. Fue por eso que todo salió mejor de lo que pensaba. La culpa por la muerte de Cazer y lo que hice con Ahren no me permitía ser la típica suegra que odia a la novia sin clase de su hijo. Pero nunca te creí suficiente para él. Se convirtió en mi único hijo, y no iba a permitir que terminara contigo, con alguien como su madre, una sin nombre.
Mis ojos se abren. Retiro mis manos. Algo dentro de mí se rompe de nuevo. Ella baja la cabeza. No digo nada, no la interrumpo, quizá porque estoy demasiado sorprendida.
—Fingí. Nunca me agradaste. Al principio creí que solo serías una más en su vida, esperaba que al igual que al resto se deshiciera de ti. Pero cuando te pidió ser su prometida, cuando te sentó en mi mesa, supe que tenía que sacarte del medio de una manera inteligente.
—¿Fue tu plan? —mis ojos se llenan de lágrimas. Me pongo de pie—. ¿Ahren no me engañó?
—Siéntate.
—No, dime de una maldita vez. ¿Ahren no me engañó?
—No. Te escuché una vez hablar con tu amiga de los celos que sentías por Yelika. Ella siempre ha tenido una obsesión con Ahren. Fue fácil conseguir que siguiera el plan. Por eso te pedí ir esa noche a verlo. Ahren estaba en una cirugía —me extiende unos documentos.
Leo: paciente, hora, procedimiento. El doctor a cargo era Ahren, con Rayan como asistente.
Las manos me tiemblan. Pierdo el equilibrio y caigo sentada. Las lágrimas me nublan la vista.
—Yo envié las evidencias a tu amiga. Pedí a Yelika que actuara. Está obsesionada con Ahren, suele oler sus cosas, incluso hace que los hombres con los que sale finjan ser él. Rayan siempre demostró interés por ti. Sabía de los celos de Ahren hacia él, sabía que actuarías, aunque no pensé que de esa manera. Leí en tus expedientes tu forma de reaccionar. Eres impulsiva, no piensas mucho antes de actuar, te dejas llevar. La evidencia era mi segunda opción, pero lo hiciste demasiado fácil.
La miro fijamente mientras niego con la cabeza. Me niego a creerlo.
—Mientes. Lo haces para que vuelva con él.
Se ríe con amargura.
—No eres tan ingenua. Sabes en el fondo que no miento. No iba a permitir que una mujer como la que arruinó a mi familia terminara con mi único hijo. Hice lo que tenía que hacer. Ódiame, pero es la verdad.
Trago con dificultad. Ella saca más documentos de su bolso. Mi corazón se rompe del todo. Esa mujer que admiraba, a la que veía como una madre, un ejemplo, no es más que un monstruo.
—¿Ahren sabe la verdad? ¿Sabe el motivo por el cual…? —No puedo terminar, me cubro la boca con dolor.
—No. Por eso estoy aquí, Azrey. Voy a morir. Sé que aún lo amas, y Ahren también te ama, aunque ahora sea un hombre duro y frío. Logré convertirlo en lo que quería: alguien como yo. Quiero cambiar mi error. Posiblemente no quiera saber de ti, se refugia tras el trabajo. Me quedan cuatro meses de vida. Vine a suplicarte que regreses a Manchester.
La miro con odio.
—¿Cómo puedes ser tan cínica? —azoto los documentos sobre la mesa.
—Ódiame, estás en todo tu derecho, pero lo amas. Solo tú puedes ayudarme a enmendar lo que hice.
Me río incrédula.
—¿Enmendar? ¿De verdad crees que va a querer verme después de lo que hice y dije? ¿Crees que con decirle la verdad de tu retorcido plan conseguirás que nos perdone?
—Ese es el punto. Ahren no me perdona la mentira de no ser su madre, ni lo que hice con su hermano. Voy a morir, no quiero hacerlo sin él a mi lado. Azrey, si le dices la verdad, lo perderé. Perderé la oportunidad de que me perdone. Quiero morir con mi hijo conmigo.
—Dios mío. ¿Qué clase de persona eres?
—Esta es la verdad, Azrey. No quiero que mi hijo me odie hasta el final de sus días, ya he sido demasiado cruel. Si decides regresar, lo harás como mi enfermera. Así estarás cerca de él y lograrás que vuelva a amarte. Tú tendrás la vida para empezar de nuevo, yo solo cuatro meses.
—Estás completamente loca. Vete —le señalo la puerta, perdiendo cualquier respeto o pesar por su enfermedad—. Lárgate ahora.