Raquel
Me paseo de un lado a otro por la pastelería tratando de calmar la molestia que siento, es como si los últimos años de mi vida no valieran nada, como si se hubieran ido al caño. ¿Cómo he podido estar tan ciega?, ¿cómo no he podido ver que mi prometido mentía?
—Espero que empieces a hablar. —Le digo al hombre que está sentado en una de las mesas viéndome caminar.
—Estoy esperando que dejes de caminar, es molesto. —Se queja.
—¿Sabes que es molesto?, descubrir secretos. Así que deja de darle largas al asunto y escupe lo que tengas que decir. —suelo tener muy buen genio, pero justo ahora siento que puedo explotar de la rabia que siento.
—Conocí a mi ex en la universidad, ambos éramos jóvenes y creíamos que nos tragaríamos el mundo entero hasta que quedó embarazada. Es como si la burbuja en la que estábamos finalmente explotara, todo se vino abajo y nuestra relación se convirtió en peleas y reclamos. —empieza a explicar.
»Me obligaron a casarme con ella antes de que se empezara a notar el embarazo, nuestras familias se conocen y era un sacrilegio que ese niño naciera fuera del matrimonio. Yo no lo quería, le pedí que abortara y que cada uno siguiera con su vida, pero ella decidió tenerlo así que tuve que casarme. Estuvimos juntos por tres años, pero la convivencia se convirtió en un campo de batalla y Mariana y yo nos divorciamos. Le cedí la custodia del niño. Ella se quedó en Italia y yo vine a America. —relata la historia como si fuera algo sin importancia, cuando la información que me está dando es supremamente importante.
—¿Nunca pensaste en decirme? —Me siento dolida.
—Nunca preguntaste. —y eso basta para terminar de enojarme.
—¿Nunca pregunté?, ¡eres un idiota¡ ¿Qué se supone que debía preguntar? Eso es algo que se dice cuando dos personas están saliendo. Se supone que íbamos a casarnos y apenas me entero de tu pasado, Y no solo eso, no ves a tu hijo. Yo no sé como sentirme en estos momentos. —Me dejo caer en una de las sillas.
Mi cuerpo se siente como si un camión me hubiera pasado por encima. Lágrimas de frustración bajan por mis mejillas, si no hubiera salido a dejarle algo de comer no creo que me hubiera enterado de esto.
—Sé honesto, ¿me hubieras contado de esto alguna vez? —Lo miro a los ojos, quiero ver la verdad o la mentira en ellos.
—Probablemente no, no es relevante en nuestra relación.
—¿Lo esconderías de mí? ¿Qué clase de padre hace eso? —No puedo simplemente pensar en negar o esconder un hijo mío.
—No quería ser padre. Mateo lleva mi apellido y no le falta nada, eso debería ser suficiente.
—¿Y los bebitos italianos que planeábamos tener? —pregunto.
—Contigo sería diferente, supongo que con el tiempo los hubiera amado. Igual tú los llevarías y criarías. A ellos no les faltaría nada. —Su respuesta me deja congelada.
—Considero que es mejor que nos demos un tiempo. Esto no nos llevará a ningún lado. —saco el anillo de compromiso, ese que ha estado en mi dedo por un año entero.
—No entiendo por qué lo haces, esto no tiene nada que ver contigo. —De verdad luce confundido.
—Por supuesto que tiene que ver conmigo. No sé si siempre fuiste este sujeto egoísta y miserable que abandona a su hijo o si yo simplemente estaba demasiado ciega para verlo. No puedo estar con una persona así.
»Sabes lo mucho que me ilusionaba tener hijos contigo, te hablé de mis planes y me hiciste creer que estaría conmigo en cada paso, ¿cómo puedes ilusionar así a la persona que dices amar? Es demasiado cruel que hayas jugado con mis sentimientos. —Me desahogo.
—Lamento que lo veas así, de verdad te amo y estoy acostumbrado a tu presencia. Te pido que reconsideres tu decisión. —habla como un hombre de negocios, no como uno que está enamorado de verdad
—Dudo que me ames, no puedo confiar más en tu palabra. Será mejor que te vayas. —Le pido.
—No dudes en llamarme si cambias de opinión. —Él de verdad cree que lo haré.
—Espera sentado. —murmuro entre dientes, sé que no escuchará.
Sentada en una silla de mi pastelería dejo salir toda la rabia, desilusión, tristeza y desesperanza que siento en estos momentos. Es como si la conversación que tuvimos hubiera quitado la venda que tenía en mis ojos.
Martín nunca fue demasiado expresivo o cariñoso, pero eso no me importaba porque yo podía serlo por ambos. Se supone que teníamos planes que incluían muchos bebés y un final feliz. Y ahora todo se fue a la borda.