LA OBSESIÓN MÁS DULCE
Evan despertó sobresaltado. No por miedo, ni por recuerdos del pasado sino por una urgencia instintiva, animal, desconocida:
Anthony.
Se incorporó de golpe y lo vio durmiendo boca arriba, respirando con paz, la luz azul de la cápsula artificial iluminando su rostro. Dentro, en esa cámara perfecta, el diminuto bebé seguía en su lento proceso de creación celular. Era apenas un punto de vida. Y Evan estaba completamente obsesionado. Se inclinó sobre Anthony y le besó la frente.
—Buenos días, futuro papá —susurró.
Anthony abrió los ojos, somnoliento y precioso.
—¿Ya estás despierto? —preguntó entre risas— Apenas amaneció.
Evan sonrió pero su sonrisa tenía un filo nuevo. Una devoción tan feroz que rayaba en peligroso.
—No puedo dormir sabiendo que aquí —puso suavemente la mano sobre la parte baja del abdomen de Anthony — está creciendo nuestra vida.
Anthony tembló. No de miedo. De amor.
—Evan — susurró, tomándole la mano—
Todavía falta mucho para que se forme apenas es un embrión.
Pero Evan negó con la cabeza, acercando su rostro al vientre plano.
—No me importa. Ya es nuestro hijo. Y voy a protegerlos a los dos aunque tenga que quemar el mundo.
Anthony se sonrojó violentamente.
—No digas esas cosas… me haces amarte más.
—Ese es el plan —respondió Evan, mordiéndole suavemente la cadera.
Anthony rió entre jadeos suaves. La felicidad era total. Era pura. Era casi insoportable por lo perfecta que parecía.
ELIAN: UN HOMBRE RECIÉN NACIDOMientras tanto, Elian caminaba por los jardines de Eldermoon como si fuera la primera vez que veía el mundo. Porque de alguna forma lo era. El aire ya no olía a órdenes. El cielo ya no tenía el color del miedo. El sonido del viento no era un recordatorio de obedecer. Era libre.
Libre. Esa palabra lo atravesaba como electricidad. Lucien se acercó por detrás, con su elegancia natural y esa sonrisa que siempre parecía esconder algo cálido.
—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó.
Elian se volvió hacia él. Algo extraño le ocurrió al mirarlo. Un tirón suave. Una sensación en el pecho. Una especie de latido nuevo.
—Me siento… vivo — confesó Elian, casi avergonzado — No recuerdo haber sentido eso antes.
Lucien sonrió no con lástima, sino con orgullo.
—Estás empezando a existir por tu propia voluntad.
Elian lo miró con aire vulnerable.
—Y tú ¿por qué me ayudas tanto?
Lucien se detuvo frente a él, a escasos centímetros.
—Porque eres hermoso cuando empiezas a ser tú —susurró— Y porque nadie merece ser una herramienta.
Elian tuvo que apartar la mirada; el rubor le tiñó las mejillas. Lucien le sostuvo el mentón.
—¿Puedo invitarte a tomar algo esta noche?
Elian sintió su corazón acelerarse como nunca.
—Sí. Me gustaría…
Una sonrisa iluminó el rostro de Lucien.
—Perfecto. Ven por mí al anochecer.
Elian se quedó inmóvil mientras Lucien se alejaba y por primera vez en su vida alguien lo había invitado a salir. No por obligación. No por conveniencia. No por manipulación. Solo porque sí. Elian apoyó la mano en su pecho.
—¿Este es mi primer latido real? —susurró.
ANTHONY Y EVAN: UNA FAMILIA EN FORMACIÓNEse mismo día, los dos enamorados visitaron el Centro Biológico para ver el progreso del embrión. La doctora sonrió.
—El ADN de Anthony está respondiendo de forma extraordinaria. El crecimiento celular avanza incluso más rápido que en casos promedio.
Anthony tomó la mano de Evan. Evan, por su parte, no apartó la vista del monitor. Cuando escucharon el primer “tic” del latido embrionario, Anthony casi se desplomó. Evan lo sostuvo por la cintura.
—Respira, amor. Estás bien.
Anthony lloró.
—Es nuestro hijo, Evan ¡Evan, está vivo!
Evan lo abrazó fuerte, apoyando su frente en la de él.
—Somos una familia —murmuró con la voz quebrada, como si su corazón finalmente hubiese encontrado un lugar donde descansar— Una verdadera familia.
Se besaron, sin importarles si los médicos los veían.
ELIAN Y LUCIEN — UNA CITA DE DOS MUNDOSAl caer la noche, Elian esperó en la entrada del edificio con nervios en el estómago. Lucien descendió las escaleras hermoso. Elegante. Con un traje blanco ceñido que resaltaba su piel dorada. Elian tragó saliva.
—E-estás… guapo.
Lucien sonrió.
—Tú también. Y eso que no te esforzaste mucho — bromeó, acercándose para acomodarle una hebra de cabello.
Elian se congeló al sentir el roce.
—No, no estoy acostumbrado a esto.
Lucien lo tomó de la mano.
—Yo te enseñaré. No a amar eso ya sabes hacerlo. A permitirte ser amado.
Elian casi lloró.
—¿Por qué haces esto por mí?
Lucien lo miró como si la respuesta fuera obvia.
—Porque quiero verte renacer.
Se fueron caminando bajo la luz de las farolas solares, que brillaban como luciérnagas artificiales. Eran dos almas que comenzaban a descubrirse.
EL REGRESO A CASAEsa noche, mientras Evan le masajeaba los hombros a Anthony y le daba besos lentos en el cuello Anthony murmuró:
—Todo está saliendo tan bien Casi parece un sueño.
Evan lo abrazó por la espalda.
—No es un sueño, Anthony. Somos felices.
Lo logramos.
Anthony apoyó su cabeza en su pecho.
—Quiero que nuestro hijo nazca aquí. Que crezca libre. Que no conozca el odio ni el racismo. Que nunca sepa lo que es una orden que destruya el alma.
Evan lo apretó más fuerte.
—Ese será mi trabajo como padre: protegerte a ti y a él.
Anthony sonrió.
—Entonces cumpliremos ese trabajo juntos.
Se besaron, intensamente, lentamente, con el amor de quienes por fin tenían un hogar.
En otro punto del valle Lucien acompañó a Elian a su puerta. Se quedaron de pie uno frente al otro. Sin hablarselo se comprendieron. Lucien le tomó la mejilla.