EL INICIO DE LA CAÍDA
Evan no dormía. Ya no dormía. Ni un minuto.
Ni un respiro profundo. Anthony despertaba cada noche y lo encontraba así: Sentado al borde de la cama. Hombros rígidos. Los ojos verdes fijos en la puerta. La espalda tensada como un resorte. Un guardián sin descanso.
Un amante consumido. Un animal cuidando su nido.
—Evan ven a la cama, por favor —murmuró Anthony, extendiendo la mano.
Evan volteó lentamente. Los ojos brillaban, hermosos… pero alterados.
—No. No puedo dormir mientras alguien quiere entrar a matarte.
Anthony suspiró, acercándose a él con suavidad.
—Evan dormir no te debilita. Te salva.
Evan negó.
—Dormir me quita tiempo para protegerte.
Para proteger… al bebé.
Posó una mano temblorosa sobre el vientre de Anthony.
—Mi familia —susurró, casi con devoción religiosa— Mi vida. Mi mundo.
Anthony se arrodilló frente a él.
—Amor mírame.
Evan bajó la vista. Anthony tomó su rostro entre las manos.
—Me estás empezando a asustar…
Los ojos de Evan se abrieron con un estremecimiento de dolor.
—No. Anthony, no. Yo jamás te haría daño. Solo quiero, solo quiero que vivas.
Anthony lo besó, suave, largo, profundo.
—Quiero que vivamos los tres —susurró contra sus labios— Pero si tú te destruyes no tendremos nada.
Las manos de Evan se aferraron a su cintura, como si temiera que Anthony desapareciera.
—No sé cómo apagar esto Este miedo…
—Vamos a hacerlo juntos —prometió Anthony.
Pero Evan no parecía oírlo del todo.
EL PRIMER LÍMITEEsa tarde, Anthony quiso salir a tomar aire en el balcón. Evan lo siguió de inmediato.
—No salgas.
—Evan es solo el balcón. Mira —abrió la puerta— Está a dos metros…
Evan la cerró de golpe, empujando la mano de Anthony lejos de la manija. Anthony lo miró, sorprendido.
—Evan…
—Afuera no estás seguro.
—¡Es el balcón del departamento! —exclamó Anthony.
—No me importa —dijo Evan, la voz baja pero firme— No vas. Sin mí.
Anthony respiró hondo para no alterarlo.
—Evan no puedes controlarme así.
Evan se quedó paralizado. Como si esas palabras lo hirieran.
—No quiero controlarte —susurró— Solo quiero tenerte vivo.
Anthony dio un paso atrás. Evan lo siguió, como una sombra amorosa, desesperada y peligrosa. Recién cuando Anthony lo abrazó, Evan volvió a respirar.
—No me sueltes nunca —murmuró—
Anthony no me sueltes.
Se aferró a él como si el mundo fuese a arrancárselo.
LUCIEN Y ELIAN ADVIERTEN ALGO PEOREsa noche, Lucien y Elian visitaron al departamento. Elian apenas cruzó la puerta cuando se detuvo.
—¿Lo sientes? —susurró.
Lucien lo miró.
—Sí. Este ambiente huele a miedo.
Evan estaba de pie, sin moverse, mirando por la ventana con la mandíbula apretada. Anthony preparaba té, intentando fingir normalidad.
—¿Cómo estás, Evan? —preguntó Lucien.
Evan respondió sin girar la cabeza:
—No importa cómo estoy yo. Lo importante es que Anthony esté vivo.
Anthony se acercó, tocándole el brazo. Evan se tensó como un arco. Solo se relajó cuando Anthony lo abrazó por la espalda. Lucien habló en voz baja a Anthony:
—Está al borde, querido. Si no lo frenas se romperá.
Anthony bajó la mirada.
—Lo sé.
Elian intervino con suavidad.
—¿Quieres que hable con él? Vengo de un lugar donde el miedo era todo…
Anthony le sonrió con gratitud.
—Gracias, Elian pero si otro se acerca demasiado ahora creo que Evan reaccionará mal.
Evan se giró de golpe.
—Es cierto —dijo de forma casi solemne—
Anthony es mío. No lo toquen cuando está asustado. Solo yo puedo calmarlo.
Todos quedaron en silencio. Anthony tomó su mano.
—Vamos a tu cuarto, ¿sí? Hablemos tú y yo.
Evan asintió lentamente solo por él.
UN AMOR QUE DUELE Y SANAEn la habitación, Evan cayó de rodillas frente a Anthony. Lo tomó por la cintura. Hundió el rostro en su abdomen, donde crecería el bebé.
—El dron iba hacia aquí —susurró, con una voz rota— Hacia ti. Hacia él.
Anthony le acarició el cabello.
—Ya pasó…
—NO —exclamó Evan, levantando la mirada con lágrimas contenidas— No pasó. Volverá a intentarlo. Lo sé. Lo siento. Cada fibra de mi ser lo sabe.
Anthony se agachó hasta quedar a su altura.
—Evan, amor mírame.
Evan lo miró como si fuese un milagro a punto de evaporarse.
—No quiero perderte —susurró— No quiero perderlos.
Anthony apoyó su frente contra la de él.
—No vas a perderme. Nunca.
Y lo besó. Largo. Tierno. Profundo. Semejante a una promesa. Evan lloró contra su boca. Lloró sin hacer ruido. Lloró como quien por fin permite que alguien lo sostenga.
—Quédate conmigo —rogó.
—Siempre —susurró Anthony.
Y durmieron abrazados. Evan con una mano sobre su vientre. Anthony con una mano en su mejilla.
EL ASESINO CAMBIA DE ESTRATEGIAEsa misma madrugada desde un tejado solar, el asesino observaba la luz tenue del departamento de Anthony. Su visor térmico mostraba dos figuras fusionadas en un abrazo protector. También mostró algo más:
Un punto cálido creciendo en el vientre. El embrión avanzaba más rápido de lo normal.
—Perfecto —murmuró— El estrés está acelerando su desarrollo. Un padre inestable una pareja vulnerable un bebé formando lazos tempranos…
Presionó un botón. Su rostro se transformó. Su voz cambió. Su postura se volvió amable, educada, accesible.
—Fase dos: infiltración emocional.
Sonrió como un vecino encantador.
—Será más fácil de lo que pensé.
La cámara se apagó. Y el asesino caminó hacia la entrada principal de Eldermoon. Listo para convertirse en el hombre más amable del mundo.