UN AMANECER SOSPECHOSAMENTE TRANQUILO
Después de una noche abrazados, Anthony despertó con la sensación más hermosa del mundo: Evan dormía sobre su pecho. Una mano firmemente posada sobre su vientre, como un sello de posesión y amor.
Respirando lento, profundamente por primera vez en días. Anthony acarició la nuca de Evan, sonriendo.
—Mi amor, estás dormidísimo…
Evan murmuró algo incomprensible y apretó más la mano sobre su vientre, incluso dormido. Era tierno. Era protector..Era hermoso. Y estaba roto. Anthony lo supo al verlo abrir los ojos de golpe, alerta, como si alguien hubiese gritado.
—¿Qué pasó? ¿Qué escuchaste? —preguntó Evan, incorporándose.
—Nada, Evan. Solo desperté… contigo encima.
Evan parpadeó. Luego, lentamente, bajó la cabeza y apoyó la frente contra la de Anthony.
—Perdón. No debí dormirme.
Anthony le besó la nariz.
—Me haces sentir seguro. Al bebé también.
La frase suavizó los ojos de Evan, como si le hubieran dado un soplo de aire.
—Entonces seguiré así —susurró, besándolo.
Anthony rió.
—No, amor. Seguirás así pero descansando.
Evan no contestó. Pero su mano nunca dejó el vientre de Anthony.
UN LLAMADO A LA PUERTAA media mañana, alguien llamó. Una voz masculina, amable y cálida, sonó del otro lado:
—Buenos días. ¿Hay alguien en casa?
Anthony, educado como siempre, se levantó. Pero Evan fue más rápido. Se plantó frente a la puerta, bloqueándola con el cuerpo.
—¿Quién es? —gruñó.
—Oh, disculpe —respondió la voz al instante— Soy el nuevo vecino del piso de arriba. Solo vine a presentarme.
Anthony miró a Evan.
—Podríamos abrir… es de mala educación —
—No —cortó Evan, sin apartar la vista de la puerta.
Anthony suspiró.
—Evan por favor. Es solo un vecino.
Evan lo miró. Y aunque su alma gritaba NO, vio los ojos de Anthony y cedió un centímetro. Solo uno. Anthony abrió la puerta. Y ahí estaba él.
El asesino.
Aunque nadie podría sospecharlo. Era joven, atractivo, con una sonrisa perfecta y amable.
Sus ojos, color ámbar cálido. Ropa impecable. Postura relajada. Una presencia que generaba confianza instantánea. Si no se tenía el instinto de un depredador.
Evan lo tuvo. Desde el primer segundo. Sus músculos se tensaron. Sus manos temblaron. Su mirada se volvió fría y afilada. Anthony, en cambio, sonrió con cortesía.
—Bienvenido. Soy Anthony. Y él es.....
—Evan — interrumpió Evan, dando un paso adelante, interponiéndose entre ellos.
El asesino—bajo su identidad falsa Alec—extendió la mano.
—Un gusto, Evan.
Evan no la tomó.bAnthony sintió un escalofrío.
—Disculpa. Evan solo está cansado.
Alec sonrió con dulzura perfecta.
—No hay problema. Mudarse también me altera los nervios.
Evan sabía que era mentira..Ese hombre no tenía nervios. Era aire. Vacío. Una sombra disfrazada de luz. Anthony, educado, quiso continuar:
—Si necesitas algo, Alec, puedes—
Evan lo tomó del brazo.
—No necesita nada —dijo, con un filo helado.
Alec solo sonrió.
—Vaya qué protector
—Correcto —respondió Evan— Muy protector
Y cerró la puerta de golpe. Anthony lo miró, sorprendido.
—Evan eso fue muy grosero.
—Ese hombre no es quien dice ser.
—Evan solo estábamos saludandonos.
—No vuelvas a acercarte a él, Anthony.
Nunca.
La intensidad en su voz era peligrosa. Anthony respiró hondo.
—Evan por favor. Confía en mí.
Evan sostuvo su rostro con ambas manos, desesperado.
—Confío en ti. Pero no confío en nadie más.
CURVAS QUE NADIE MÁS VELucien y Elian llegaron una hora después para tomar el té con ellos. Apenas entraron, Evan les contó el encuentro con Alec. Lucien frunció de inmediato el ceño.
—¿Dijiste ojos color ámbar?
Anthony levantó la vista.
—Sí muy bonitos, en realidad.
Elian sintió un escalofrío.
—No es un color común aquí. Los habitantes naturales de Eldermoon no nacen con esa pigmentación. Es genética de superficie.
—¿Quieres decir de fuera? —susurró Anthony.
Lucien asintió.
—Muy fuera..Y en un lugar tan protegido como éste eso es muy difícil de lograr sin permisos.
Evan cruzó los brazos.
—Lo sabía.
Anthony se inquietó, pero trató de calmar su voz.
—Quizá solo vino a vivir aquí…
Lucien negó con suavidad.
—Anthony aquí todos los nuevos habitantes deben pasar un registro biométrico.
Saber quién entra es crucial. Pero nadie ha informado un nuevo vecino.
Elian añadió:
—Y si no fue registrado significa que alguien lo ayudó a entrar. O lo hizo él mismo. Lo cual es peor.
Evan miró a Anthony como si lo hubiera comprobado:
—¿Ves? Yo tenía razón.
Anthony tragó saliva. Por primera vez, tal vez sí.
EL AMOR COMO PEDIDO DE AUXILIOEsa noche, Anthony se quedó en la cama acariciándose el vientre. El bebé seguía calentando su interior como un pequeño sol. Evan entró en silencio. Se acostó detrás de él. Lo abrazó. Lo cubrió con su cuerpo. Y apoyó la mano en su vientre.
—Anthony —susurró, quebrado— No quiero perderte.
Anthony se giró para abrazarlo de frente.
—No me vas a perder.
—Ese hombre —Evan apretó los dientes—
Ese vecino quiere acercarse a ti. Y yo no voy a permitirlo.
Anthony acarició su rostro.
—Evan tú eres mi hogar. Mi familia. Mi amor.
No hay nadie más.
Evan bajó la mirada y la voz.
—Prométeme que si él intenta hablarte vendrás a mí.
Anthony asintió.
—Lo prometo.
Evan lo abrazó con fuerza. Demasiada fuerza. Como si necesitara sentirlo vivo entre sus brazos para no romperse.
EL ASESINO MUEVE SU FICHAEsa madrugada, mientras todos dormían, Alec, el asesino, estaba en su departamento. Sonriendo. Mirando un holograma. Un análisis biométrico de Evan: