Amantes de Cristal

EL SÍMBOLO QUE NO DEBE DESPERTAR

EL RECUERDO PROHIBIDO

Anthony no durmió. Se quedó sentado en la cama, con Aurelian dormido sobre su pecho y Evan vigilando la puerta como un centinela obsesivo. El símbolo seguía ardiendo en su mente.

—Evan… —susurró— Recuerdo el libro.

Evan giró de inmediato.

—¿Qué libro?

Anthony tragó saliva.

—El que vi de niño. No era solo historia. Era una advertencia.

Se levantó con cuidado y activó una pantalla holográfica antigua, una que solo respondía a su ADN aristocrático. El símbolo apareció flotando entre ambos.

—Se llama El Sello de Armonía Primaria —explicó— No representa bondad. Representa equilibrio forzado.

Evan frunció el ceño.

—Eso suena peligrosísimo.

—Lo es —asintió Anthony— El libro decía que cuando nace alguien capaz de resonar con las emociones de muchos, ese ser puede calmar multitudes o destruirlas.

Aurelian se removió. Evan lo tomó con cuidado.

—Pero es un bebé.

—Justamente —respondió Anthony— El libro decía algo más: solo quienes lo aman de verdad pueden guiar ese poder. Para todos los demás es muerte.

Evan apretó la mandíbula.

—Entonces nadie más que nosotros se le acerca.

—Exacto.

En ese momento la alarma no sonó. Eso fue lo primero que salió mal.

LOS ÚLTIMOS INTRUSOS

Tres sombras atravesaron el pasillo del edificio. No activaron sensores. No dispararon alarmas. Eran los últimos hombres de Claudia. Entraron antes del cierre total. Entraron para terminar el trabajo. Uno murmuró por el comunicador:

—Objetivo uno: Anthony Beaumont.
Objetivo dos: Evan Hale. Sin testigos.

La puerta del departamento se abrió violentamente.

—¡AL SUELO!

Anthony gritó. Evan reaccionó como un animal. Empujó a Anthony detrás del sofá con una fuerza brutal.

—¡CORRE!

Uno de los hombres apuntó directo a Evan.

—Muévete y mueres.

Evan sonrió.

—Mala elección.

Pero antes de que pudiera atacar Aurelian despertó.

EL PRIMER MIEDO

El bebé vio todo. Las armas. Los gritos. El miedo en el rostro de Anthony. La amenaza sobre Evan. Y por primera vez sintió terror.

Aurelian comenzó a llorar. No un llanto normal. Un llanto que retumbó en las mentes de todos.

Pa… pá….Pa… pá….PA… PÁ…

La palabra explotó dentro de la cabeza de Anthony.

—¡Aurelian, no! —gritó— ¡Cariño, mírame! ¡Estoy aquí!

Evan se giró desesperado.

—¡AURELIAN!

Los intrusos se llevaron las manos a la cabeza.

—¿Qué… qué es este ruido…?

El aire vibró. Las paredes crujieron. Uno de los hombres cayó de rodillas.

—¡SÁQUENME ESTO DE LA CABEZA!

El bebé lloraba más fuerte. Y el símbolo apareció. En el aire. En las paredes. En los ojos de Aurelian.

Pa… pá….Pa… pá…

Anthony corrió hacia él.

—¡AMOR! —gritó Evan— ¡CALMALO!

Anthony tomó el rostro del bebé con ambas manos.

—Aurelian….papá está aquí. Papá está bien.

Evan se arrodilló junto a ellos.

—Hijo… mírame. No tengas miedo. Papá está contigo.

El bebé los miró. Pero ya era tarde para los intrusos.

PULVERIZADOS POR EL MIEDO

El poder no fue fuego. No fue luz. Fue presión mental absoluta. Los intrusos comenzaron a desintegrarse energéticamente, como si su propia existencia fuera incompatible con ese campo emocional. Uno gritó:

—¡CLAUDIA NOS MENTIÓ! ¡ESTO NO ES UN NIÑO!

Y luego nada. Solo polvo luminoso que se disipó en el aire. Silencio. Aurelian seguía llorando.

—Pa… pá…

Anthony temblaba. Evan estaba pálido.

—Nuestro hijo —susurró— Acaba de matar por miedo.

Anthony lo abrazó con el bebé entre ambos.

—No….Se defendió.

El bebé se calmó lentamente..Las luces dejaron de parpadear. El símbolo se apagó. Y Aurelian, exhausto, se quedó dormido sobre el pecho de Evan.

EL HUMOR DESPUÉS DEL HORROR

Lucien y Elian entraron corriendo, seguidos por guardias.

—¡¿ESTÁN BIEN?! —gritó Lucien.

Anthony señaló el aire vacío.

—Sí pero la limpieza va a ser complicada.

Elian miró alrededor.

—¿Dónde están los intrusos?

Evan respondió serio:

—Nuestro hijo los desinstaló de la realidad.

Silencio. Lucien parpadeó.

—Bien. Entonces definitivamente no va a la guardería.

Anthony soltó una risa histérica.

—¡LUCIEN!

Aurelian emitió un pequeño sonido feliz en sueños. Una taza flotó y cayó. Evan la atrapó al vuelo.

—Tranquilo, campeón —susurró— Papá fuerte está aquí.

Anthony apoyó la cabeza en el hombro de Evan.

—Ahora entiendo el libro.

—¿Qué decía? —preguntó Evan.

Anthony miró a su hijo dormido.

—Que cuando este poder despierta el mundo entero aprende a tener miedo.

Y afuera, por primera vez en siglos Eldermoon tembló de verdad.




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