Amantes de Cristal

LO QUE DESPIERTA CUANDO UN DIOS LLORA

EL CONSEJO ANTE LO IMPOSIBLE

El Consejo Mandatario de Eldermoon no tardó en llegar. Esta vez no caminaron con serenidad ceremonial. Entraron con urgencia. Las puertas se abrieron solas, como si la ciudad misma supiera que aquello no podía esperar. Anthony estaba sentado en el sofá, pálido, con Aurelian dormido en su pecho. Evan permanecía de pie delante de ambos, brazos cruzados, mandíbula tensa, como un muro vivo. Uno de los consejeros rompió el silencio:

—Los sensores del perímetro registraron una aniquilación psíquica total.

Anthony alzó la mirada.

—Fue mi hijo.

Nadie se atrevió a contradecirlo..Otro consejero, con la voz más baja:

—Nunca jamás, un bebé había manifestado ese nivel de poder.

Evan habló entonces, sin pedir permiso:

—Porque nunca antes habían intentado matar a su padre frente a él.

Silencio absoluto. El consejero mayor asintió lentamente.

—Eldermoon ha sido protegida durante siglos porque jamás despertó lo que ahora duerme en brazos de Anthony.

Anthony apretó a su hijo con fuerza.

—¿Qué significa eso?

El consejero cerró los ojos.

—Que el libro que viste de niño no era historia. Era profecía.

EL LIBRO PROHIBIDO — LA VERDAD COMPLETA

Anthony pidió acceso al archivo. Por primera vez, el Consejo no se lo negó. Un holograma antiguo se desplegó en el aire. Páginas translúcidas, símbolos arcaicos, palabras olvidadas. Anthony leyó y recordó.

—El libro se llamaba El Cántico del Núcleo —susurró— Decía que Eldermoon fue fundada no solo como refugio sino como sello.

Uno de los consejeros continuó:

—Hace milenios, surgió un ser capaz de amplificar emociones colectivas..Un catalizador. Un niño como Aurelian.

Evan frunció el ceño.

—¿Y qué le hicieron?

—Lo separaron de sus padres —respondió Anthony con voz quebrada— Intentaron controlarlo. Convertirlo en un arma.

El holograma mostró imágenes difusas: una ciudad antigua, multitudes llorando, otras arrodilladas, otras destruyéndose entre sí.

—Fallaron —dijo el consejero mayor— El niño colapsó y con él, una civilización entera.

Anthony sintió náuseas.

—El libro decía algo más —continuó— Decía que solo el amor verdadero de sus padres puede guiar ese poder. Sin ese vínculon el niño se convierte en un evento de extinción.

Evan se adelantó un paso.

—Entonces nadie lo toca. Nadie lo educa. Nadie lo estudia. Nadie lo separa de nosotros.

El Consejo no discutió.

—Jamás —afirmó el mayor— Si Eldermoon quiere sobrevivir, Aurelian debe crecer amado. No venerado. No temido.

Aurelian se removió en sueños. Una lámpara flotó y volvió a su sitio.

ALGO DESPIERTA EN OTRO LUGAR

Muy lejos de Eldermoon. En un lugar donde la tecnología ya no importa. Donde las ciudades son ruinas cubiertas de símbolos iguales al de Aurelian. Una presencia abrió los ojos. No tenía cuerpo. No tenía forma.

Era conciencia antigua. Era memoria. El símbolo ardió en una pared de piedra.

—Ha despertado —susurró la entidad— El heredero del Cántico.

Las corrientes del mundo se agitaron. Océanos cambiaron de marea. Campos energéticos vibraron. Mentes sensibles sintieron un escalofrío sin saber por qué.

—El niño ha sentido miedo —continuó la voz— Y el miedo es la primera llave.

Una segunda voz respondió, más grave:

—¿Y los padres?

La entidad sonrió, si es que eso era posible.

—Ah….los padres viven. Eso lo cambia todo.

EL HUMOR ENTRE EL FIN DEL MUNDO

Mientras tanto, en el departamento Lucien rompió el silencio incómodo.

—Bueno al menos los intrusos ya no vuelven.

Elian miró el lugar donde antes habían estado.

—¿Quién va a limpiar eso?

Evan respondió sin dudar:

—Yo no. Estoy ocupado criando al futuro del universo.

Anthony soltó una risa nerviosa.

—Evan nuestro hijo pulverizó personas.

—Sí —respondió él, besando la cabeza del bebé— Pero también mueve mantas y se ríe cuando cantas mal. Eso equilibra las cosas.

Aurelian sonrió dormido. Una taza flotó. Lucien suspiró.

—Necesitamos normas.

Evan negó.

—Necesitamos pañales reforzados.

Anthony apoyó la cabeza en el hombro de Evan.

—Y amor, mucho amor.

Evan lo rodeó con un brazo.

—De eso nos sobra.

Esa noche, cuando todos dormían, Aurelian abrió los ojos. No lloró. No rió. Miró hacia un punto invisible del techo. Y por primera vez respondió. Una palabra telepática cruzó dimensiones..No era papá. Era algo más antiguo.

Estoy aquí.

Muy lejos, la entidad abrió los ojos del todo.

—Lo ha aceptado…

Y el mundo, sin saberlo, acababa de entrar en una nueva era.




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