EL PRIMER CONTACTO SOCIAL
El Centro de Convivencia Infantil de Eldermoon era luminoso, amplio y absurdamente seguro. Demasiado seguro, según Evan.
—No me gusta —murmuró, escaneando el lugar con la mirada— Hay demasiados niños.
Anthony alzó una ceja.
—Evan es un centro infantil.
—Exacto. Seres impredecibles. Sin autocontrol. Sin respeto por el espacio personal.
Aurelian, sentado en brazos de Anthony, observaba a los otros bebés con atención quirúrgica. No lloraba. No reía. Evaluaba. Un niño de cabello rizado se acercó gateando y tocó el zapato de Anthony. Aurelian se quedó quieto. Luego miró el zapato. Luego al niño. Luego a Anthony.
Anthony sintió el cambio antes de verlo.
—Aurelian…
Demasiado tarde. El zapato desapareció. No explotó. No voló..Simplemente dejó de estar allí. Silencio absoluto.
—¿Dónde? —preguntó Evan.
Anthony miró a su pie descalzo.
—Aurelian —dijo con voz firme— Eso no se hace.
El zapato reapareció, cuidadosamente colocado a un metro de distancia. El niño rizado lo miró fascinado. Aurelian frunció el ceño.
—Pa… pá… —dijo.
—Sí —respondió Anthony— Pero no es solo tuyo.
Aurelian no estuvo de acuerdo.
CELOS TELEPÁTICOSUna cuidadora tomó a Aurelian en brazos. Evan se tensó.
—No.
—Evan — susurró Anthony.
Aurelian miró a la cuidadora..Sintió curiosidad. Sintió atención.nSintió que no era exclusiva. Las emociones se agitaron. Los juguetes comenzaron a vibrar.
—Oh —dijo la cuidadora— ¿Eso es normal?
—Depende del bebé —respondió Anthony.
—¿Del suyo?
—No.
—Entonces no.
Evan dio un paso adelante.
—Devuélvamelo.
—Evan —repitió Anthony, más firme.
Aurelian empezó a reír. Risa pura. Feliz. Los juguetes flotaron como globos.
—Está contento —observó la cuidadora.
—Sí —respondió Anthony— Pero también está marcando territorio.
Aurelian estiró los brazos hacia Anthony.
—Up.
Anthony lo tomó de inmediato. Todo cayó al suelo suavemente.
—¿Ves? —susurró Evan— Nos necesita.
—Nos prefiere —corrigió Anthony— Y eso se educa.
Aurelian bostezó. Un bloque se elevó… y volvió a caer.
—Está aprendiendo —dijo Anthony.
—O dominando —murmuró Evan.
EL INCIDENTE DEL NIÑO QUE MIRÓ A EVANUn niño más grande miró a Evan con curiosidad. Sonrió.
—Hola —dijo.
Aurelian se puso rígido. Anthony cerró los ojos.
—Evan…
—No hice nada —se defendió Evan— Todavía.
La silla del niño se deslizó dos centímetros hacia atrás.
—Aurelian —dijo Anthony con voz baja y peligrosa— Eso tampoco.
La silla volvió a su lugar. El niño parpadeó.
—Qué raro.
—Sí —respondió Anthony— Es la gravedad.
Evan sonrió orgulloso.
—Nuestro hijo es eficiente.
ANTHONY Y LAS NUEVAS NORMAS DE ELDERMOONEsa misma tarde, Anthony estaba de pie frente al Consejo. Elegante. Impecable.
Irrefutable.
—Eldermoon necesita nuevas normas de convivencia infantil —dijo.
El consejero mayor parpadeó.
—¿Por prevención?
—Por supervivencia —corrigió Anthony—
Especialmente emocional.
Activó un holograma.
—Regla uno: Ningún menor con sensibilidad ampliada será separado de sus padres sin consentimiento explícito.
—Regla dos: No se permitirá la sobreestimulación emocional en centros comunes.
—Regla tres: Las capacidades emergentes no se celebran ni se temen. Se contienen.
Silencio.
—¿Y si otros niños? —preguntó un consejero.
Anthony sonrió apenas.
—Entonces Eldermoon se adapta. No mi hijo.
El Consejo asintió.
—Aprobado.
REGRESO A CASADe vuelta en casa, Evan dejó a Aurelian en su cuna.
—¿Te sentiste raro hoy? —le preguntó.
Aurelian balbuceó.
—Pa.
Anthony se acercó.
—Compartir no significa perder —dijo— Pero proteger está bien.
Aurelian lo miró. Nada flotó.
—Perfecto —susurró Anthony.
Evan lo abrazó por detrás.
—Gobernaste una ciudad por un bebé.
Anthony respondió sin dudar:
—Por mi familia.
Aurelian rió. Y por primera vez no por celos. Sino por seguridad.