La calma duró exactamente doce horas.
Doce horas fue todo lo que Eldermoon necesitó para demostrar que incluso la ciudad más perfecta podía crujir cuando alguien se sentía humillado. Anthony estaba en el despacho del Consejo cuando el informe llegó.
—Los padres de Kael han presentado una queja formal —informó el consejero mayor—
No por el incidente sino por discriminación.
Evan soltó una risa incrédula.
—¿Discriminación por impedir que su hijo levite adultos?
—Argumentan —continuó el consejero— que su hijo fue reprimido y que Aurelian fue favorecido por su linaje y por tu influencia, Anthony.
Anthony no reaccionó de inmediato. Leyó el informe completo. Con calma. Demasiada calma.
—¿Quién redactó esto? —preguntó al fin.
El consejero dudó un segundo.
—Un equipo externo. No pertenece a Eldermoon.
Evan se tensó.
—¿Externo cómo?
—El documento fue transmitido desde fuera del perímetro —respondió— Alguien los está asesorando.
Anthony levantó la mirada.
—Claudia.
Silencio.
—O su padre —añadió Evan— O ambos.
El consejero asintió lentamente.
—Han detectado una narrativa en formación:
Eldermoon protege a unos pocos y silencia a los demás.
Anthony cerró los ojos.
—Exactamente lo que necesitan.
EL NIÑO QUE APRENDIÓ A ODIARMientras tanto, Kael estaba sentado frente a sus padres, con los ojos enrojecidos.
—Él me ganó —sollozaba— Me hizo sentir pequeño.
Su madre lo abrazó con exageración.
—Eso no volverá a pasar, cariño.
Su padre sonrió una sonrisa dura, peligrosa.
—Nadie volverá a decirte que no.
Kael levantó la mirada.
—¿Puedo hacer que le pase algo?
El silencio fue breve.
—No ahora —respondió el padre— Pero aprenderás algo mejor.
Kael frunció el ceño.
—¿Qué?
—A mentir con poder.
Y en el aire, alrededor del niño,
algo vibró. No era fuerza. Era intención.
Esa noche, Aurelian despertó llorando. No de miedo. De incomodidad. Anthony lo sostuvo de inmediato.
—¿Qué pasa, amor?
Aurelian apoyó la cabeza en su hombro.
—Duele —susurró.
Evan se incorporó de golpe.
—¿Qué duele?
El niño levantó la manito y señaló al horizonte invisible.
—Él piensa mal.
Anthony sintió un frío recorrerle la espalda.
—¿Kael?
Aurelian asintió..Las luces titilaron.
—No es como antes —dijo el niño— Ahora quiere lastimar.
Evan apretó los puños.
—No va a poder.
Anthony respiró hondo.
—No subestimes lo que alimentan los padres —dijo— El poder sin límites aprende rápido.
Aurelian se acurrucó contra él.
—Yo no quiero pelear.
Anthony lo abrazó con fuerza.
—Y no lo harás —respondió— Pero debes aprender algo más importante que controlar.
—¿Qué? —preguntó Evan.
Anthony levantó la mirada, firme.
—A reconocer cuando el caos se disfraza de víctima.
EL CONSEJO SE DIVIDEA la mañana siguiente, Eldermoon despertó con rumores.
—¿Supiste lo del niño Beaumont?
—Dicen que controla todo.
—Que el otro niño fue castigado injustamente.
Anthony caminó por los pasillos del Consejo sin detenerse.
—Esto va a escalar —dijo Evan— Lo están preparando.
Anthony asintió.
—Y quieren que reaccionemos.
—¿Lo haremos?
Anthony se detuvo frente a una ventana inmensa.
—No todavía.
Se giró.
—Primero los dejaremos mostrar su verdadero rostro.
Evan sonrió apenas.
—Eso suena peligrosamente brillante.
Anthony sostuvo a Aurelian en brazos.
—Porque lo es.
Esa misma noche, en un punto ciego del perímetro Kael abrió los ojos. Por primera vez, no flotó nada. En cambio una voz que no era la suya habló en su mente:
Si quieres vencerlo haz que todos crean que él es el monstruo.
Kael sonrió. Y a kilómetros de distancia, Aurelian despertó sobresaltado.
—Papá —susurró— Él ya no juega.
Anthony lo abrazó. Porque entendió, con absoluta claridad, que el próximo enfrentamiento no sería de fuerza sino de verdad.