Amantes de Cristal

DOS CAMINOS PARA UN MISMO DESTINO

Evan despertó con el pecho ardiendo. No gritó. No se movió. Se quedó inmóvil, mirando el techo, mientras la visión se desvanecía lentamente como humo. Había visto dos Eldermoon. En la primera, las calles seguían limpias y luminosas, pero la gente ya no se miraba igual. Grupos separados. Susurros. Miradas duras.

Aurelian debe ser protegido. Kael fue silenciado. Uno de ellos es peligroso.

La ciudad dividida. En la segunda visión, todo se derrumbaba. No de golpe. Desde adentro. Manifestaciones. Campos energéticos saboteados. Niños sensibles usados como símbolos. Luego ruinas.

Edificios quebrados como huesos.
Eldermoon convertida en un recuerdo. Y al centro de ambas visiones, siempre lo mismo: Aurelian mirando una ciudad que se rompía por su culpa. Evan se sentó de golpe, respirando agitadamente.

—No —susurró— No voy a permitirlo.

Anthony despertó al instante.

—¿Qué viste?

Evan lo miró.

—Dos futuros. Y ninguno ocurre si actuamos ahora.

Anthony no pidió detalles.

—Entonces vamos.

EL CONSEJO — DECISIÓN ANTES DE LA FRACTURA

El Consejo Mandatario estaba completo. Anthony permanecía de pie en el centro, Aurelian en brazos. Evan a su lado, con el rostro tenso pero decidido.

—No venimos a defender a nuestro hijo —comenzó Anthony— Venimos a defender a Eldermoon.

Activó un holograma.

—Los padres de Kael no solo fallaron en educarlo —continuó— Han conspirado con agentes externos, manipulado discursos públicos y alentado una narrativa de división.

Uno de los consejeros endureció la expresión.

—¿Tienen pruebas?

Evan dio un paso al frente.

—Sí. Y si no actuamos ahora las pruebas serán escombros.

Los datos se desplegaron: transmisiones externas, asesorías ilegales, patrones de influencia emocional amplificada. Silencio.

—Esto es traición al orden de Eldermoon —dijo el consejero mayor.

—Y explotación infantil —añadió otro.

Anthony cerró el holograma.

—Aún estamos a tiempo de evitar la fractura.

El Consejo no tardó.

—Los padres de Kael quedan formalmente acusados de conspiración. Serán aislados y juzgados.

Anthony asintió.

—Y Kael.

Un murmullo recorrió la sala.

—No puede seguir libre —dijo Evan— Pero tampoco puede ser castigado.

El Consejo se miró entre sí.

—Proponemos contención temporal —dijo el mayor— Cápsula de suspensión neural.
Sueño inducido. Poderes amortiguados.

Anthony cerró los ojos un segundo.

—Hágase.

LA CÁPSULA

Kael dormía. Suspendido en un campo translúcido, su cuerpo flotaba como si el mundo hubiera decidido pausar su existencia. No había dolor físico. No había miedo consciente. Pero el poder seguía allí.

Latente. Confundido.

—Es momentáneo —explicó un técnico—
Buscaremos una forma de anular o redirigir sus capacidades.

Anthony asintió..Evan observaba en silencio.

—No es justo —murmuró.

—No —respondió Anthony— Pero es necesario.

LA VOZ QUE AÚN CRUZA

Esa noche, Aurelian despertó llorando. No de terror. De tristeza. Anthony lo tomó en brazos.

—¿Qué pasa, amor?

El niño apoyó la cabeza en su pecho.

—Duele —susurró— Está solo.

Evan sintió un nudo en el estómago.

—¿Kael?

Aurelian asintió.

—Me llama, no entiende y tiene miedo.

Las luces titilaron suavemente. Anthony cerró los ojos.

—Aurelian no es tu responsabilidad cargar con su dolor.

—Pero lo siento —respondió el niño— No sabe parar porque nadie le enseñó.

Evan se acercó.

—¿Hablas con él?

—Sí —susurró Aurelian— Llora dice que todos lo odian.

Anthony abrazó a su hijo con fuerza.

—No lo odian —dijo— Pero tampoco pueden permitirle destruir.

Aurelian levantó la mirada.

—¿Se puede ayudar sin pelear?

Evan miró a Anthony. Anthony comprendió.

—Tal vez —respondió— Pero eso aún no lo sabemos.

EL CONFLICTO QUE DUERME

En la sala de contención, la cápsula emitía un pulso constante. Dentro, Kael dormía.

Pero en algún lugar profundo de su mente sabía que Aurelian lo escuchaba. Y esa conexión, invisible, silenciosa, podía ser salvación o el inicio de algo peor. Evan miró a su familia.

—El futuro aún no está decidido.

Anthony asintió.

—Pero ya no está fuera de nuestro control.

Aurelian apoyó la cabeza en su hombro.

—No quiero que Eldermoon se rompa.

Anthony lo besó en la frente.

—No lo hará.

Pero, muy lejos de allí una señal antigua volvió a encenderse. Porque cuando dos mentes nacen para resonar separarlas nunca es el final.




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