Aurelian no pidió permiso. No consultó al consejo. No miró a las cámaras apagadas. No esperó la señal de nadie. Simplemente salió. Eran las tres de la madrugada cuando atravesó el corredor de acceso restringido. El sistema de seguridad dudó un segundo apenas un parpadeo y luego lo dejó pasar. No por obediencia, sino porque Eldermoon lo reconocía.
—Sabía que harías esto.
La voz de Evan lo alcanzó antes de que cruzara la última compuerta. Aurelian se detuvo.
—No podía quedarme —dijo sin girarse— Si me escondo ahora, todo lo que dijimos se vuelve mentira.
Evan suspiró.
—Tu padre va a enfurecerse.
—Lo sé.
—Y aun así…
Aurelian se volvió. En sus ojos no había desafío infantil, sino una calma peligrosa.
—Si regreso como hijo obediente, pierdo. Si regreso como símbolo, también. Pero si regreso como alguien que elige entonces nadie puede usarme.
Evan lo sostuvo con la mirada unos segundos.
—Te cubriré.
Aurelian asintió, agradecido. Anthony se enteró cuando la transmisión ya estaba activa. No un anuncio oficial. No una declaración política. Una señal abierta. Aurelian apareció sentado, sin estrados ni emblemas detrás. Solo una mesa, una luz suave y silencio. Anthony sintió el golpe directo al estómago.
—Maldita sea —murmuró.
Kael lo miró, tenso.
—¿Lo detenemos?
Anthony observó la imagen de su hijo. Tan pequeño.nTan firme.
—No —dijo finalmente— Ahora escuchamos.
—No estoy aquí porque me lo pidan —dijo Aurelian— Ni porque crea tener razón.
Respiró hondo.
—Estoy aquí porque esconderme también es una forma de mentir.
Las redes reaccionaron de inmediato.
Ira.
Burla.
Atención.
—Dije que pensar duele —continuó— Y lo mantengo.
Levantó la mirada.
—Pero no dije algo más importante: pensar también implica hacerse cargo.
Anthony cerró los ojos.
—No les voy a decir qué elegir —añadió Aurelian— Pero sí voy a decir esto: si alguien les promete paz a cambio de silencio no es paz. Es descanso prestado.
Un murmullo recorrió las redes.
—Yo me equivoqué —admitió— Hablé antes de tiempo. Y aprendí.
Se inclinó levemente hacia la cámara.
—Ahora quiero saber algo de ustedes..No qué temen. Sino qué están dispuestos a sostener.
La transmisión se cortó. No hubo cierre formal. No hubo despedida. Solo una pregunta abierta. El impacto fue inmediato.
—Las reacciones son… mixtas —informó Kael— Pero algo cambió.
Evan miró los datos.
—Ya no lo llaman símbolo.
Anthony respiró hondo.
—¿Entonces?
—Lo llaman responsable —respondió Evan— Para bien o para mal.
Anthony apoyó ambas manos sobre la mesa.
—Va a venir por él.
—Lo sé —dijo Kael — Esta vez de frente.
Anthony alzó la vista hacia la ciudad.
—Entonces que venga.
Muy lejos, en la torre oscura, el arquitecto observó la señal interrumpida. No sonrió. Por primera vez frunció el ceño.
—Interesante —susurró— Aprendió demasiado rápido.
Activó un nuevo protocolo. No masivo. No visible. Personal.
—Veamos —murmuró—nsi también sabe perderncuando el precio no es una idea…
sino alguien que ama. Y en Eldermoon, Aurelian sintió algo cambiar. No en las redes.nNo en las mentes.nEn el aire. Como si la ciudad entera contuviera el aliento. Porque el regreso no autorizado había marcado el punto de no retorno. Y esta vez, no habría retirada posible.