Amantes de Cristal

SIETE AÑOS Y UN MUNDO A SUS ESPALDAS

Eldermoon durmió inquieta esa noche. En lo alto de la torre de mando, Aurelian sí, siete años recién cumplidos estaba sentado con las piernas colgando del borde de la mesa, el cabello revuelto, los ojos celestes cargados de un cansancio que ningún niño debería conocer. Pero él no era cualquier niño. Él era el hijo que nació para cargar la consecuencia de una idea. Anthony entró en la sala. Su mirada estaba más marcada que nunca.

—Aurelian, no vuelvas a hacer transmisiones sin decirme —dijo, sin elevar la voz.

El niño lo miró y en lugar de disculparse, preguntó:

—Si tú tuviste derecho a elegir quién eras… ¿por qué yo no?

La pregunta quedó suspendida. Como un cuchillo. Anthony soltó aire lentamente.

—Porque el precio que pagas no es justo.

—Pero es mío —respondió Aurelian.

Evan, silencioso en una esquina, cerró los ojos. Ese era el verdadero terror: que un niño aprendiera a cargar una causa sin que nadie pudiera detenerlo.

EL MUNDO SE PARTE — LA CAÍDA DE LAS CIUDADES

Los reportes llegaron como latigazos.

Uno.
Otro.
Otro más.

—¡Ciudad Solhaven ha firmado tratado con el Arquitecto!
—¡Mirage-4 instala un único gobernante y disuelve su consejo!
—¡Bastion-Delta quema símbolos de Eldermoon en las calles!

Las pantallas mostraban multitudes. Gente abrazando cadenas como si fueran coronas. Kael, ahora de pie junto a Aurelian, apretó los puños.

—Se rinden por gusto…

Aurelian tragó saliva. Su voz salió quebrada.

—No se cansaron de tener responsabilidad.

Anthony observó los mapas encendiéndose en rojo.

—Tres ciudades caídas y contando.

Evan golpeó la mesa.

—¡No podemos permitirlo! ¡Podemos intervenir si usamos fuerza mínima!

Anthony negó con la cabeza.

—Si intervenimos con fuerza confirmamos su narrativa.

Aurelian levantó la vista. Sus ojos brillaron con una dureza inesperada.

—Si no intervenimos no quedará nadie a quien proteger.

Y por primera vez, Anthony no tuvo respuesta.

LOS PADRES QUE NUNCA SUPIERON AMAR

El aire cambió. Literalmente. Los sensores captaron una llegada no autorizada en el perímetro aéreo.

—Identificación vinculada al apellido Beaumont —informó el sistema.

Anthony se volvió lentamente.

—No puede ser…

Pero era. Una nave privada, marcada con el símbolo dorado de la élite aristocrática del viejo mundo, descendió como un dedo acusador. Y de ella bajaron
Lord Beaumont y Lady Beaumont. Los padres que habían dado la espalda a Anthony cuando fue niño. Cuando fue novio. Cuando fue desheredado. Cuando fue vendido a dolor. Ahora caminaban con paso seguro, impecablemente vestidos. La mirada pulida de quien cree que jamás pierde.

—Anthony —dijo Lord Beaumont, su voz suave como una sentencia.

—Hijo —susurró Lady Beaumont, pero él no la miró.

El Lord caminó hasta Anthony con una sonrisa que no era sonrisa.

—Hemos venido a corregir todo esto.

Anthony habló sin emoción.

—No tienen autoridad aquí.

—No la necesitamos —respondió su padre—.Tenemos influencia. Y recursos.

Su madre dio un paso.

—Y amor, Anthony amor para traerte a casa.

Aurelian sintió un latigazo interno. Algo se agitó detrás de su esternón.

—¿Casa? —susurró.

Lord Beaumont sonrió al niño como un tiburón que finge dulzura.

—Pequeño Aurelian. Tu apellido te pertenece por derecho.
Tu fortuna también.

Anthony interrumpió, helado.

—No le hables.

Pero el Lord no se detuvo.

—Si vienes con nosotros, Eldermoon cae sola.
Si te quedas tendré que destruirla para recuperarte.

Silencio. Pero el silencio es donde nacen las decisiones.

EL NIÑO QUE TIEMBLA ENTRE DOS MUNDOS

Aurelian —solo 7 años—dio un paso hacia adelante. No porque quisiera. Porque el peso lo empujaba.

—¿Ustedes… me habrían amado si no hubiera nacido con poder?

Lord Beaumont respondió sin dudar:

—Te habríamos usado igual.

Lady Beaumont bajó la cabeza, llorando. Aurelian se volvió, buscó la mano de Anthony… Pero Anthony dio un paso adelante, interponiéndose entre ellos como un muro vivo.

—No tocarán a mi hijo. Nunca más.

Lord Beaumont lo miró con asco.

—Entonces… preparas su tumba.

EL MAPA ENCIENDE LA VERDAD

Las pantallas detrás de ellos explotaron en alertas.

—¡Nueva transmisión global del Arquitecto!

La señal atravesó todas las redes. Y una frase apareció en cada ciudad en rojo y en cada corazón cansado:

Eldermoon no caerá por mi mano. Caerá por la de su propio heredero.

Kael giró hacia Aurelian, horrorizado. Evan palideció. Anthony sintió su alma partirse. Y Aurelian, 7 años, temblando, demasiado pequeño para un destino tan grande, susurró:

—Papá ¿y si ya estoy fallando?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.