—Hoy —se dijo Aurelian— voy a darle un lugar aquí.
Bajó las escaleras y encontró a Anthony preparando pan casero (que, por cierto, sabía a intento fallido de pan pero nadie tenía valor de decirlo).
—Papá, quiero invitar a mis compañeros después de la escuela —dijo Aurelian.
Anthony abrió los ojos, peligroso como eclipse.
—¿Y cómo piensas evitar sillas flotando, cucharas volando y un Kael telepático gritando déjenme en paz?
Aurelian sonrió angelical.
—No lo sé. Pero vas a ayudarme.
Anthony inhaló..Exhaló. Aceptó su destino. En el recreo, los niños estaban nuevamente alrededor de Aurelian,.alabando su sonrisa, su cabello, su voz, probablemente hasta su sombra. Kael, en cambio, estaba sentado bajo el árbol, dibujando. Aurelian caminó hacia él.
—Hoy vienes conmigo.
Kael levantó la cabeza, ojos fríos.
—No quiero.
—Lo harás igual —dijo Aurelian, dulce y tirano— Porque eres mi hermano.
Kael lo fulminó con la mirada, pero cerró el cuaderno y caminó con él. Aurelian lo presentó frente al grupo.
—Él dibuja. Dibuja cosas increíbles.
Los niños lo miraron y Kael sintió que el juicio era más pesado que la admiración. Una niña preguntó:
—¿Puedes dibujar algo bonito?
Kael abrió su cuaderno. Dudó. Luego, lentamente, dibujó: el pueblo, las casas y sobre todos los tejados, luces. Esperanza. Y niños jugando sin miedo. Cuando terminó, el grupo estaba en silencio. Un niño murmuró:
—Es hermoso.
Kael bajó la mirada, como si no pudiera creer lo que oía. Después de la escuela, Anthony y Evan esperaban.
—Hoy —declaró Evan— vamos a enseñarte algo importante, Kael.
Kael frunció el ceño.
—¿Telepatía? ¿Ataques mentales?
—No —dijo Evan.
—Identidad —dijo Anthony.
Lo sentaron frente al espejo. Kael no quería verse. Sabía lo que vería: un niño que no brilla.
—Dime qué ves —pidió Anthony.
Kael tragó saliva.
—Nada especial.
Evan se arrodilló a su lado y puso una mano en su hombro.
—Entonces déjanos mostrarte.
Le llevó su cuaderno. Lo abrió. Lo puso frente al vidrio. El reflejo ya no era un niño vacío. Era un artista. El que dibujaba mundos.
—El que crea —dijo Evan suavemente— siempre verá más lejos que el que solo mira.
La escuela anunció una actividad:
FERIA DE TALENTOS — Trae algo que represente quién eres.
Aurelian ya sabía lo que haría:.presentar a Kael. Kael, horrorizado:
—No.
—Sí —respondió Aurelian.
Kael pasó tres noches dibujando. No porque quisiera impresionar. Sino porque no sabía cómo decir existo. El día llegó. Anthony y Evan estaban entre el público. Aurelian, sentado cerca, nervioso. Kael subió al escenario. Abrió su carpeta. Y mostró el primer dibujo: Aurelian Sonriendo. Iluminando.
El segundo: El pueblo donde había aprendido que la vida tiene ruido. El tercero: Kael solo sentado bajo un árbol. El cuarto: Kael y Aurelian tomados de la mano con alas doradas y negras. La maestra lloró. Alguien aplaudió. Otro le siguió. Y pronto…
El salón estalló en vítores. Kael quedó inmóvil..Como si su cuerpo hubiera olvidado cómo respirar. Aurelian, desde abajo, lloró en silencio.
—Hermano ahora te ven.
Esa noche, Kael volvió a casa y la tecnología interna esa que reaccionaba a emociones
encendió las luces sola. No por tristeza..Por presencia. Kael susurró:
—Tal vez puedo quedarme. Aquí. Con ustedes.
Aurelian lo abrazó. Anthony lo sostuvo. Evan besó su cabeza. Kael cerró los ojos. Por primera vez, no se sintió invitado. Ni tolerado. Ni invisible. Se sintió parte.