Amantes de Cristal

Normalidad, Visitantes y Besos Prohibidos

EL PUEBLO EXIGE “NORMALIDAD

Una mañana, un comité improvisado apareció frente a la mansión Valemont:
tres pastores, cuatro agricultores, un panadero y un mecánico que venía solo por curiosidad. Llevaban un cartel escrito a mano:

QUEREMOS NORMALIDAD

Anthony abrió la puerta con elegancia imperial.

—Buenos días —dijo con cortesía helada— ¿En qué puedo ayudarlos?

El panadero habló primero:

—Señor Valemont, aquí estamos acostumbrados a casas normales, con paredes normales Pero su mansión cambia de color cuando usted ama mucho a su esposo. Y los niños hicieron levitar gallinas.
La mitad del pueblo no duerme.

Anthony respiró lentamente. Evan apareció detrás de él, sonriendo amable.

—Intentaremos ser discretos —prometió Evan.

Aurelian, desde arriba en la escalera, gritó:

—¿QUIEREN NORMALIDAD? PUEDO HACER QUE TODO SEA BEIGE.

Anthony respondió sin mirarlo:

—No, Aurelian. Nadie necesita tanto castigo.

El comité se retiró, murmurando:
—Al menos prometieron.
—Prometieron… ¿verdad?
—…tengo miedo.

EL VISITANTE EXTRAÑO

Esa misma tarde sonó el timbre. Anthony abrió. Un hombre alto, con ojos demasiado grises y ropa demasiado silenciosa estaba allí.

—Buenas tardes —dijo el desconocido— No traigo pan, no pido dinero. Solo observo.

Anthony entrecerró los ojos.

—¿Quién es usted?

—Soy alguien que ha visto mentes flotar antes. Los pequeños han llamado mi interés.

Evan se acercó con paso protector.

—¿Algún problema?

El hombre sonrió apenas.

—No ahora. Solo vine a confirmar si los rumores eran ciertos.

Sus ojos ascendieron y miraron una ventana del piso superior. Kael estaba allí, viéndolo detrás de las cortinas. El hombre le sostuvo la mirada y le habló mentalmente.

Pequeño artista tú sabes lo que eres.

Kael retrocedió, temblando. La cortina se cerró sola sin que él la tocara. Anthony dio un paso adelante, su voz un filo:

—No vuelva sin invitación.

—Oh —respondió el extraño— Lo haré. La próxima vez no vendré solo.

Y desapareció calle abajo, como si el aire lo hubiese borrado.

AMOR EN LA HABITACIÓN PROHIBIDA

Esa noche, cuando la mansión por fin guardó silencio, Anthony buscó a Evan. Lo encontró en la sala de modelaje, sentado en el suelo, a medio vestir, con una tela blanca cubriéndole los hombros. Anthony se acercó despacio, como quien se acerca a un tesoro peligroso.

—Estás inquieto —susurró.

Evan levantó la mirada, vulnerable.

—Ese hombre la forma en que miró a Kael. No quiero volver a sentirme impotente.

Anthony lo tomó del rostro.

—Nunca estarás solo. Nunca más.

Los colores de la sala cambiaron:

Azul profundo cuando sus respiraciones se encontraron. Rojo rubí cuando las manos se entrelazaron. Dorado cuando Anthony lo besó. Y rosa tenue cuando el beso se volvió promesa

Evan apoyó la frente en su pecho.

—¿Cómo puedes amarme así después de todo lo que perdimos?

Anthony cerró los ojos.

—Porque contigo nunca perdí. Todo el mundo me abandonó. Solo tú dijiste: me quedo.

El silencio se volvió altar. El amor, oración.

Y MIENTRAS TANTO EN LA HABITACIÓN DE KAEL

Aurelian encontró a Kael sentado en la cama, dibujando un ojo inmenso que veía todo.

—Te habló —dijo Aurelian.

Kael apretó el lápiz.

—Dijo yo sé lo que eres.

—¿Y qué eres?

Kael lo miró, frágil y duro al mismo tiempo.

—Alguien que tiene miedo… de que un día lo suelten de la mano.

Aurelian se sentó junto a él, y sin pedir permiso lo abrazó.

—No voy a soltarte —dijo— aunque tengas miedo. Aunque desaparezcas. Aunque levites gallinas otra vez.

Kael soltó una risa quebrada.

—No me odies si algún día… no puedo ser como tú.

—No tienes que ser como yo —respondió Aurelian, firme— solo tienes que ser tú.

EL VIENTO QUE ADVIERTE

Mientras todos dormían, el viento trajo un eco como si alguien hablara desde muy lejos:

Normalidad es el primer requisito para poseer. Yo destruiré lo que ustedes llaman hogar.

Las luces de la mansión parpadearon. Las paredes cambiaron a gris el color del temor antiguo. Anthony abrió los ojos en mitad de la noche, con Evan dormido sobre su pecho, y supo algo: Ser normal nunca los salvaría. Pero tal vez ser ellos mismos sí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.