Ambición oscura

4

Lluvia se levantó con una sonrisa amplia en sus labios y esperó a que Emiliano se moviera, cuando él lo hizo ella se acercó y dejó un beso sobre sus labios, después se acercó a la ventana para ver si estaba lloviendo, pero se dio cuenta de que todavía no.

Caminó segura hacia el cuarto de baño y preparó la bañera, se sentía un poco enferma por haberse encontrado con Rodrigo la mañana anterior. Ella pensaba que la mejor idea para sentirse limpia y purificada era el agua, así que esperó a que la bañera se llenara, cuando eso sucedió se quitó la ropa del pijama y se metió a la bañera. Estuvo ahí por un largo tiempo, hasta que Emiliano se acercó a ver lo que estaba sucediendo, ya que Lluvia estaba tardando demasiado y él se estaba preocupando. Abrió un poco la puerta, pero al verla bañarse y saber que ella estaba bien, cerró la puerta y se alejó para ir a hacer el desayuno.

Después de quince minutos, Lluvia salió de la bañera y se puso la bata, agarró la toalla y se empezó a cercar, después se sacó la bata y se puso la ropa interior. Observó a los lados y abrió la puerta para que Emiliano la viera, pero se dio cuenta de que no estaba por el pasillo, sino que en la cocina, ya que había un delicioso olor a tostadas, café y jugo de naranja. Lluvia agarró la ropa sucia y la dejó sobre el inodoro, después se puso una falda negra, zapatos del mismo color y una camisa blanca. Agarró la ropa sucia y caminó al lavadero, donde la puso en el lavarropas y corrió hacia el baño para ir por la toalla y la bata, así que regresó a al lavadero para colgar la toalla en la soga y la bata en la percha. Regresó al cuarto de baño y se puso a limpiar la bañera con la esponja y un vaso con agua, al terminar, acomodó todo y salió.

Se encontró con Emiliano en el pasillo y ella lo miró a los ojos, se acercó y le dejó un beso casto en los labios, a lo que él respondió tomándola por la cadera para poder unir sus labios con los de ella; sin embargo, no tardaron mucho en separarse, puesto que ella se alejó para tomarlo de la mano y caminar hacia la cocina, donde lo soltó para poder llenarse la boca con una de las tostadas que Emiliano le había hecho. Él la miró sorprendido, pero se sentó junto a ella para poder empezar a desayunar.

—Espero que hoy tengas una linda mañana, cariño —susurró él con una sonrisa sobre sus labios—. ¿Te gusta lo que preparé?

Ella asintió más de una vez.

—Delicioso. Emi, tendrías que ser cocinero. ¿Todo te sale tan bien?

Él negó.

—Hay cosas que no me salen bien, linda, otras que me parecen fáciles —le respondió él sin más—. Cocinar siempre me pareció fácil.

—¡Emi! —Ella se levantó y caminó hacia él para abrazarlo—. ¡Ya debo irme!

—¿Qué? No, espera... —La abrazó con fuerza sin querer soltarla—. No quiero que me dejés, ¿no podés quedarte un poco más?

Ella se sentó en el regazó de él y lo tomó de las mejillas para después sonreír y negar con la cabeza tan solo una vez.

—No puedo, me encantaría, pero no.

—Bien, entonces, vamos a la empresa.

Ella se puso de pie, pero lo sentó a él.

—Iré yo sola.

Las horas en la empresa de Lluvia pasaron normal, se sintió contenta de haber hecho nuevos amigos y también nuevas aventuras, pero los buenos momentos terminaron rápido cuando ella recordó a Rodrigo y su modo horrible de ver al mundo. A las ocho de la noche, ya era tiempo de irse a casa, así que se despidió de mis compañeros y se fue a la casa.

Todos los planes que ella tenía fueron detenidos en el momento en el que ella se dio cuenta de que debía ir a buscar un regalo para Emiliano: un Bourbon importado. Según ella, la noche era el mejor momento para ir a tomar algo y, además, ella sabía que a él le gustaba mucho aquella bebida alcohólica.

Al llegar a lugar, se fijó que nadie la siguiera y que no fuera una trampa. Estaba perseguida por todo lo que había sucedido hace diez años, en su cabeza se repetía el momento en el que había decidido ser Lluvia y dejado morir a Camille García. Sin duda, Emiliano había sido parte especial de la operación y se había colado en su corazón desde el primer momento.

Cuando vio a un portero, no dudó en preguntarle:

—Hola ¿podría entrar tengo una cita?

—Sí, sí, está bien, supongo que querés hablar con ella ¿Querés que te acompañe?

—No, no hace falta. Gracias —respondió ella con una dulce sonrisa sobre sus labios.

Entró al local y empezó a caminar hasta el patio del lugar. Todo era enorme y ostentoso, algo que a ella no le gustaba. Llegó y abrió la puerta para poder salir al patio. Cuando terminó de cerrarla de un modo muy fuerte, levantó la mirada y vio cómo todos pusieron su mirada en ella. Los nervios volvieron a crecer dentro de ella, ya que no esperaba nada de eso.

Lluvia no podía creer lo que estaba ocurriendo, se sentía mal porque nada de lo que ella imaginó estaba ocurriendo. Observó a las personas que la estaban mirando y alzó una de sus cejas para preguntarles lo que estaban viendo, entonces, las personas dejaron de verla y ella pudo seguir con su camino.

La mujer a la que ella iba a ver se acercó y la saludó para después guiarla adentro. Ella sabía por qué Lluvia estaba acá, ya que la había llamado hace días para decirle lo de la bebida.

Esa reunión era demasiado importante, puesto que con esta Lluvia podría adelantar un par de trámites importantes que le habían quedado pendientes. La mujer tenía lo que Lluvia quería y, a parte, la bebida que a Emiliano le gustaba; eso era la mejor combinación.

Después de que ella le entregó lo que Lluvia buscaba, se despidió de la mujer y volvió a salir al patio. Empezó a caminar a su tiempo por las calles inundadas de personas que salían para hacer las compras y, de pronto, ella sintió que su cuerpo chocó con el de otra persona, así que lo observó y se dio cuenta de que se trataba de Rodrigo; sin embargo, él no se había percatado de la presencia de Lluvia, puesto que nunca había levantado la mirada, al parecer estaba muy ocupado observando su celular.



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En el texto hay: mafia, venganza, dolor

Editado: 14.07.2022

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