Ambición oscura

5

Lluvia se sintió mejor después de hablar con Emiliano sobre la muerte de sus padres; sin embargo, el dolor seguía allí tan presente como en el primer día. Ella intentó hacer de todo para relajarse, pero nada le funcionaba del modo que ella lo deseaba hasta que su celular comenzó a sonar y en la pantalla apareció el nombre Jeremías y la foto.

En la foto estaba él, un rubio de ojos color azul marino, barba y sonrisa perfecta junto a un dulce perrito con la mirada triste. Ella no comprendió la razón por la que él pondría una foto donde el perro lucía tan triste, pero después lo entendió, ya que fue al estado de él y vio que el perrito se había muerto y, al parecer, aquella imagen había sido la última que se habían sacado juntos.

Agarró el celular con su mano izquierda y atendió.

—¿Qué onda? —soltó ella.

Se escuchó una risita divertida salir de los labios de Jeremías y después su comentario:

—Todo bien, por suerte, ¿y por ahí?

Jeremías podía escuchar el tono de voz de Lluvia y por eso estaba preocupado, ya que ella parecía apagada y sin ganas de hacer nada.

—Sobreviviendo. ¿Qué querés? —chilló ella con un tono frío.

Sin duda, él se dio cuenta de que las cosas no estaban nada bien y después de escuchar aquella pregunta de los labios de Lluvia lo supo. No le resultó algo sorprendente, puesto que se lo imaginaba. Él no sabía sobre la vida de ella, pero sabía que algo le estaba afectando.

—Hoy es viernes, amiga ¿salimos?

¿Era buen tiempo para salir a disfrutar del día que recién comenzaba?

—¿A dónde tenés pensado ir? —cuestionó ella.

Un segundo de silencio reinó en la habitación hasta que él decidió abrir la boca para decir lo siguiente, lo cual sorprendió un poco a Lluvia:

—Hay una piba nueva en el barrio que hace la joda.

Lluvia y Emiliano sabían bien que Tamara iba a ser aquella fiesta y todo para lograr un avance con la venganza.

—¿Me pasas a buscar?

—Sí, con los pibes. No te preocupes.

—Dale ¿a qué hora es? —se atrevió a preguntar ella.

—Tipo once empieza a caer gente, pero vamos a ir a las doce, así ya está todo más asentado.

Ella se fijó en el reloj del celular y eran las nueve de la noche. No había mucho tiempo para activar el modo fiesta, así que ella solo pensó en que debía dejar a Emiliano dormir hasta el día siguiente, al parecer la película que habían visto lo terminó de aburrir.

Como era de esperarse, ella pensó que Tamara iría a verlos, pero al final eso no sucedió. La chica solo había ido a la casa de ellos para comentarles que llevaría a cabo una fiesta y que invitaría a todos, así Emiliano y Lluvia podrían atacar a Rodrigo; sin embargo, eso estaba por verse, ya que Lluvia no deseaba decirle nada a Emiliano y solo creyó que lo mejor era aceptar que todo lleve un orden.

—Dale, ahora te paso la dirección de mi casa.

Lluvia se preguntó si esta era una buena idea, pero luego intentó borrar los pensamientos atrofiados de su mente para lograr pensar en frío. Ella estaba segura de todo lo que debía hacer para repartir la venganza que había comenzado desde el día que Camille García había muerto.

—Muy bien. Decile a tu esposo que se prepare porque, esta noche, todos querrán estar junto a vos, Lluvia —comentó él con diversión en su tono de voz—. Claro, pero que no mate a nadie. Tiene pinta de que puede matar a cuarenta hombres con un solo empujón.

Lluvia soltó una risita de sus adentros y una imagen de Italia apareció en su cabeza. Una noche de invierno ambos salieron a beber un rato para poder despejar sus mentes y crear una venganza que duraría para toda la vida; sin embargo, ese plan fue arruinado cuando un par de hombres habían amenazado la existencia de Lluvia. Ellos decían que iban a avisar a su jefe que Camille García estaba viva; no obstante, aquellas ideas quedaron en la mente de esos matones, puesto que, al salir del bar, Emiliano junto a Lluvia acabaron con la vida de los tipos. En ese instante, Lluvia supo que tener la sangre de enemigos en sus manos no era tan pesado como se decía, aunque al llegar al hotel toda la fachada de chica ruda cayó frente a Emiliano. Esa noche solo sirvió para llorar y romper muros. Quizás en esa noche fue cuando ella se dio cuenta de que Emiliano siempre iba a estar ahí y que no la iba a abandonar jamás; tal vez, ella supo que él era la única persona que no la iba a defraudar y que solo deseaba su felicidad; en realidad, no le costó mucho tiempo darse cuenta de que él era la persona con la que estaba destinada a vivir un amor épico, Emiliano era su persona, su mundo, su realidad, su todo y la nada, y, para ella, eso era lo único que necesitaba aclarar en su cabeza.

Lluvia volvió a la realidad al darse cuenta de que seguía con sus manos en el celular, no pensó dos veces y cortó. Entró a WhatsApp para pasarle la dirección a Jeremías, lo cual le resultó un poco extraño, pero no le importó, puesto que solo pensaba en una cosa: despertar a Emiliano. Sin embargo, lo primero que hizo fue irse a bañar, no tardó mucho y se puso una remera larga y cómoda para pasar el rato. Después de unos minutos, se encaminó a la habitación y se acostó junto a Emiliano, al cual vio dormir por unos cortos segundos, puesto que él abrió los ojos al sentir la mano de ella acariciar el cabello de él. La miró a los ojos y no pudo evitar sonreír amplio, se sentó a la altura de ella y se estiró solo un poco para alcanzar la punta de la nariz de Lluvia. Ella se acercó y lo abrazó con delicadeza, lo cual le agradó, pero se separó un instante para decirle algo que no pudo decirle, puesto que ella soltó de sus labios lo de la fiesta. Emiliano saltó de la cama para apresurarse, debía bañarse, vestirse y ponerse en sus mejores condiciones para llevar a cabo el siguiente plan; no obstante, para Lluvia, todo era demasiado, no quiso decirle eso, pero terminó hiriendo los sentimientos de él con lo que salió de sus labios: “No te preocupes, recuerda que esto es solo parte del plan. Sé que va a ser complicado para vos, pero tenés que saber que esto no hará nada con lo que siento por vos. ¿Lo sabés? ¿Verdad?”. Fue ahí cuando Emiliano, desde la ducha, corrió la cortina solo para ver los ojos de Lluvia y responderle lo siguiente: “El plan se hará de todos modos. Quiero estar ahí para verlo, cariño. ¿De verdad pensás que me voy a poner celoso? Sé que me amas a mí con toda tu alma, no me importa el resto”.



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En el texto hay: mafia, venganza, dolor

Editado: 14.07.2022

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