Ambición oscura

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La rabia de Lluvia, una furia fría y cristalina que se había forjado en el crisol del dolor más puro, se había fusionado con la precisión calculadora de Emiliano, formando una máquina implacable. La revelación en Dársena Sur no solo había confirmado sus sospechas más oscuras, sino que había inyectado una dosis letal de combustible a su sed de venganza. Los Ferraioli habían matado a su familia, a sus padres, los habían borrado de la faz de la tierra por sus malditos negocios, por su insaciable ambición, y ahora Lluvia lo sabía con una certeza que le quemaba el alma. El duelo había terminado; solo quedaba la retribución, una justicia implacable que consumiría todo a su paso. El corazón de Lluvia latía con una mezcla agridulce de anticipación y una pena insondable, un eco constante del vacío que los Ferraioli habían dejado en su vida.

La ofensiva contra el imperio Ferraioli dio inicio con una sutileza devastadora, casi imperceptible al principio, como una enfermedad silenciosa que se extiende sin ser detectada. La primera acción fue un ataque financiero, orquestado con la información privilegiada que Tamara había recolectado sobre las inversiones dudosas, los esqueletos en el armario de los Ferraioli. De forma anónima, se filtraron datos a un pequeño pero influyente portal de noticias económicas, revelando transacciones "fantasma" que vinculaban a Ferraioli con empresas fachada en paraísos fiscales. La noticia estalló, no con un estruendo, sino con un zumbido molesto que comenzó a corroer la impoluta reputación del holding, sembrando la primera grieta visible en la fachada de su poder.

Rodrigo y su padre, el viejo Ferraioli, reaccionaron con una incredulidad furiosa que rozaba la ceguera. Las llamadas a sus contactos en los medios fueron inmediatas, desesperadas, intentando sofocar la historia antes de que se propagara como un virus incontrolable. Pero la información era demasiado precisa, demasiado detallada, con nombres y cifras que no podían ser desmentidas fácilmente sin caer en la flagrante mentira. Las alarmas se encendieron en los bancos que trabajaban con ellos, exigiendo explicaciones, congelando líneas de crédito y haciendo preguntas incómodas.

—Esto es un ataque personal, un golpe bajo, una declaración de guerra —bramó el padre de Rodrigo, Daniel, en una reunión de emergencia en su suntuoso despacho, golpeando la mesa de caoba con el puño cerrado, su rostro rojo de rabia y desconcierto—. ¿Quién se atreve a desafiar a los Ferraioli?

Rodrigo, con el rostro tenso y los ojos hundidos por la falta de sueño, repasaba mentalmente a sus posibles enemigos, a sus rivales de toda la vida, pero ninguno encajaba en ese perfil de ataque tan preciso y calculador. Una sombra de duda sobre los suyos, una paranoia fría y corrosiva, comenzaba a instalarse, un veneno lento en su mente, carcomiendo su confianza.

Mientras tanto, Lluvia y Emiliano ejecutaban el plan con precisión milimétrica, como engranajes de un reloj suizo que funcionaban a la perfección. Tamara, desde dentro, era sus ojos y oídos, su topo más valioso, el topo que nadie sospechaba. En una jugada maestra, y siguiendo las instrucciones detalladas de Lluvia, Tamara "descubrió" accidentalmente un error en un envío de mercancía clave para los Ferraioli, un cargamento de millones de dólares que se desviaba hacia un puerto incorrecto en la remota Patagonia, causando un retraso costoso y públicamente vergonzoso. La excusa fue un fallo en el sistema informático, algo que Tamara "se apresuró" a corregir, trabajando horas extras con una devoción admirable y ganándose elogios por su "prontitud" y "lealtad", mientras la reputación de los Ferraioli sufría un nuevo golpe, esta vez logístico y tangible, que resonaba en la cadena de suministro.

El caos comenzó a sembrarse dentro de la empresa como una plaga incontrolable. La sospecha se extendía entre los empleados de alto nivel, cada uno mirando al otro con desconfianza, cuestionando la lealtad de sus propios colegas. ¿Quién estaba filtrando información? ¿Quién era tan incompetente como para desviar un cargamento de millones de dólares, causando pérdidas significativas? Las reuniones se volvieron tensas, las discusiones se elevaban de tono en los pasillos de mármol, las miradas se cruzaban con abierta desconfianza. Rodrigo, sintiendo la presión asfixiante sobre sus hombros, una carga que lo asfixiaba, comenzó a dudar de las personas más cercanas a él, incluso de las que consideraba su mano derecha, su sombra. Sus ojos escrutaban a sus colaboradores, buscando alguna señal de traición, algún indicio en los gestos, en las palabras. Las palabras de Lluvia sobre "alianzas secretas" y "traiciones internas" resonaban en su mente como una campana macabra, corrosivas, venenosas. El dolor de los celos que había sentido por Lluvia ahora se transformaba en una paranoia fría que lo aislaba, un muro invisible que lo separaba de todos. El viejo Ferraioli, por su parte, se dedicó a despedir sin piedad a cualquiera que le pareciera sospechoso, creando un ambiente de terror y delación.

Lluvia, desde la distancia segura de su escondite, observaba con una satisfacción helada cada movimiento de sus enemigos. Cada noticia, cada informe de Tamara, era una victoria para su alma lacerada, un bálsamo para sus heridas que nunca sanaban. El dolor por sus padres, lejos de consumirla, se había transformado en una energía implacable que la impulsaba hacia adelante, una fuerza que la consumía y la alimentaba a la vez. Emiliano a su lado, monitoreando cada reacción, cada movimiento de los Ferraioli con una frialdad impresionante, era su sombra, su fuerza, su roca inquebrantable. La conexión entre ellos se había solidificado en el fuego de la venganza, en la oscuridad compartida. Pero Lluvia, sumergida en el torbellino de su propio resentimiento y dolor, no notaba el sutil endurecimiento en la mirada de Emiliano, la forma en que sus consejos ahora sonaban más a directrices, a órdenes disfrazadas de sugerencias, la creciente dependencia que él forjaba en ella, aprovechando su fragilidad emocional para dirigirla como una marioneta sin que ella lo supiera, sin que sus ojos lo vieran.



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En el texto hay: mafia, venganza, dolor

Editado: 30.05.2025

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