Amelie:
Si en verdad esto está pasando, no debería de ser así; sueños rotos, un mar de lágrimas, depresión activada, y, el recuerdo de una pasión efímera.
Un pasado tenebroso en el cuál mi madre fue el monstruo, el verdugo y él, ese hombre que está quemándome el alma con la mirada ; un cobarde que no regresó, sino hasta ahora
¿Ahora para qué? Si desee que en ese momento en el que estuve en el quirófano, hubiese llegado con un corcel y rescatar a su princesa en espera de su príncipe.
Un Tour an l’air perfecto para finalizar esto y huir, hacer lo que él hizo hace 9 años.
El público aplaude, vitorean el acto y a los demás colegas.
—¡Estuviste grandiosa, pequeña! —dice Vladimir, quien me abraza fuerte y me sostiene en sus brazos.
—¡Estuvimos fabulosos! Brillamos juntos, amigo. No lo olvides… —acoté con una sonrisa en mi rostro.
—¡Muy bien jóvenes! Felicitaciones por lo que hicieron afuera, ahora puede ir a la gran celebración, se lo merecen. — Grito Ava Lee, jocosa y con voz rimbombante.
—Entonces… iras con tu padre y sus socios a cenar, ¿cierto? —expresó Vlad, con un gesto de tristeza.
—Aunque no quiera, es mi deber y ya se lo prometí, no puedo huir, aunque así lo ddesee.
El hecho de que él estuviera ahí entre el público me parecía algo irrisorio, el destino y la vida se habían puesto de acuerdo para hacerme sentir mal, luego de que esta sería una noche fabulosa y mágica en mi carrera, en mi vida.
Salí ya vestida casual, sabía que tenía la cena con Jacob, así que metí en el maletín la ropa que usaría esta noche y un jean negro con una blusa de cuello alto color azul marino y unos botines negros, eran los indicados para mí.
¿Qué podía hacer a que una mujer como yo, vistiera de gala? Eso, sería imposible.
Jacob se encontraba con una gran ramo de rosas esperándome fuera del recinto, una mujer mayor y el delirio mortal de años atrás, yo tratando de sopesar lo que estaba pasando y viviendo en un lugar para nada perfecto.
—¡hija mía! Lo hiciste tan bien, eres una estrella, te quiero. —Jacob me abraza y le correspondo totalmente.
Él había sido un pilar importante en mi vida y no podía defraudarlo, nunca.
Sentía como su mirada taladraba mi ser, totalmente me sentía hundida. En ese recuerdo fugaz de nuestras incontables noches de viernes, aquellas noches en las que hacíamos el amor una y otra vez.
Me distancie un poco de Jacob, pasé hacia atrás un mechón de cabello y lo pose al ras de mi oreja. La mirada que ese inglés me clavaba era tan intensa que, yo ya sabía que las casualidades no existen.
—Hija, te presento a Vania Clinton y a su hijo. —Dijo Jacob muy ameno.
Salude a la señora, ella me abrazo con mucho cariño y correspondí al mismo; —Qué placer, la danza es un arte bellísimo y tú querida, lo hiciste excelente, felicitaciones. — exclamó.
Agradecí con una sonrisa y asentí con la cabeza, cuando decidí verlo, sus ojos azul cielo conectaron con los míos, haciendo que la estática se mantuviera en el aire, uniéndonos solamente con nuestros orbes concentrados la una a la otra.
—Él es mi hijo, Salvatore Stone; médico pediatra y es uno de los mejores en Inglaterra, está soltero, por cierto. —Dijo ella muy alegre y comparto su alegría.
Él rodo los ojos y con un —«¡Madre, por favor!»— en tono de desazón, extendió su brazo hacia mí, mientras que Jacob empezó a atar cabos.
—Mucho gusto, Doctor Stone. Soy Amelie Clark, una bailarina profesional en la danza del ballet.
«Y la que pudo ser madre de uno de sus hijos», pensé en mi mente.
Su madre palideció, Jacob lo veía con repelús y yo… yo estaba en modo de descompensación.
Él me tomó por el brazo y me acercó a su ancho torso, abrigándome en un abrazo, el mismo que necesite hace años atrás.
Correspondí a ese abrazo porque me hacía falta, por muchos años pase deseando este momento y ahora mi corazón se inundaba de deseo y tristeza, de ira y de desazón por qué, yo no merecía que la vida me tratara así, con tantos altibajos que dejaron miedos profundos en mí.
—Tantos años en los que te daba por perdida, tantos años en los que te amé en silencio y le rogué a la vida devolver el tiempo atrás… —dijo serio con los ojos vidriosos.
¿Acaso él de verdad me había amado todo ese tiempo que estuvimos lejos?
—Creo que debemos dejarlos solos… —Dijo Vania y Jacob asintió.
El abrazo fue eterno, me devolvió el alma al cuerpo y desee que esto fuera real, tan real que el dolor que había tenido rezagado tanto tiempo en mi alma desapareciera.
—¿No te parece esto algo tan tonto? Estar amándonos con la misma intensidad de hace 9 otoños, pero con el alma embargada de tristeza al sopesar todo lo que pase cuando te fuiste cobardemente de mi lado.
—recuerda que no fui yo quien hui, fue tu madre la que acabo con todos nuestros anhelos, no puedes echarme la culpa de todo. Éramos unos críos. —acotó molesto.
Su semblante cambio de repente y me alejé, él trató de detenerme, pero fue demasiado tarde cuando me tropecé con Vladimir y el me abrazo en ese choque.
Le tomé de la mano y hui de mi realidad.
(***)
—¿Segura que quieres quedarte en un hotel? —Dijo Vlad al dejarme en una pequeña posada a las inmediaciones de California.
—Sí, no te preocupes estaré bien.
—¿Quién era ese hombre Amelie? ¿Tienes novio y no quieres que yo sepa? —indagó.
Me sentía una rata al querer huir de todo y de todos. Salvatore debía de ser escuchado y yo no lo hice, no escuche y me refugie en el escape, ese que el también había tenido.
—te contaré más adelante, Vlad. Gracias por traerme.
Baje del auto de mi amigo, el mio lo deje en el parking del recinto.
No tengo cabeza para más nada y me adentro en la habitación 06 del lugar.
Lloro hasta quedarme dormida y ya no pensar en más.
Salvatore había llegado en un otoño, se fue empezando el invierno y regresó en una noche de verano. Esos amores intrépidos que regresan a ti, solo pueden significar algo… que son escritos por el destino y merece la pena luchar por ellos.