Amnesia

Prólogo

Los días son calmados para los Hamilton, los más odiados y amados de la ciudad, que ni siquiera residen en la ciudad.

La familia ha construido un pequeño imperio gracias a la compañía publicitaria del señor Hamilton y la firma de abogados de la señora, conocidos por la magnitud de su influencia en las personas correctas. A muchos les agradan por las sonrisas cordiales de la señora, hipnotizados por los perfectos rizos rubios de la heredera, embrujados con los brillantes ojos verdes de la menor, cautivados con los modales impuestos a ambas pequeñas desde muy temprana edad. Otros se llenan de odio y celos al ver a la familia pasearse a algún evento, queriendo acercarse a ellos cual sanguijuelas para conocer los secretos ocultos de la familia perfecta que vive a las afueras de la ciudad.

Ese día no resulta ser la gran diferencia para ninguno, todo esta en perfecta sincronía como siempre y no hay nada que los alerte.

Desayunan todos reunidos en la mesa del comedor de la imponente mansión, por lo que piensa la dama de la casa de una familia que come separada, la última vez que una de las chicas intento romper esta regla sagrada, casi se forma la tercera guerra mundial entre esas paredes. Luego del desayuno habitual, la familia se separa para ir a donde le corresponde en el día, las chicas al instituto, el señor al trabajo y la señora, debido a su condición, se quedara en casa a trabajar desde su despacho.

La señora esta a punto de dar a luz al último de la descendencia Hamilton, por lo que solo tiene permitido trabajar un poco en casa, aunque la mayor parte del trabajo se lo ha dejado a su asistente, quien tiene como orden llamarla de inmediato en cuanto tuviera algún problema o llegara un caso demasiado grande. Ahora esta considerando a cuál de los abogados de la firma entregarle un nuevo caso muy complicado: se acusa de violación a la persona que representaría y deben hacer que el juzgado lo considere inocente, aunque él ya ha declarado que si se encontraba en el lugar indicado, pero no haber visto a la señorita que lo acusaba. Lo complicado reside en que la defensa dice tener pruebas que lo involucran sin ninguna duda en la violación.

A unos kilómetros de distancia, en el último piso de un edificio en el centro de la ciudad, el señor Hamilton discute con su secretaria por no haber llevado a tiempo unos papeles muy importantes a uno de sus inversionistas más importantes del momento: Axel Schell, un alemán petulante y ambicioso. Lo único bueno que tiene ese rubio idiota es su fortuna heredada, guardada en una bóveda en el banco de Alemania. El hombre es un mimado, convencido de que el dinero de su familia le otorgara el respeto de todos. Que equivocado estaba. Luego de amenazar a su recientemente despistada secretaria con despedirla si se repetía el incidente, hace una llamada rápida a casa para asegurar que su mujer se encontrase igual de bien que siempre.

A unas calles del edificio Hamilton, en uno de los institutos con más prestigio de la ciudad, esta la heredera, con su rostro apoyado en la palma de su mano y notablemente aburrida con la clase de matemática que el profesor Ivanov insiste en impartir ese día. A su lado una chica rubia teñida, habla en susurros sin parar sobre una fiesta a la que la heredera no había tenido animo de asistir. Ella había dejado de escuchar la voz extasiada de la chica, al hablar de como uno de los chicos más populares del instituto le había dirigido la palabra, hace rato e intentaba pensar en otras cosas que pudieran resultar mucho mas interesantes.

Esta acostumbrada a ese tipo de chicas: complacidas solo con el simple hecho de creer que la heredera las esta escuchando. Pone sus ojos en blanco cuando la chica suspira ruidosamente a su lado, aun divagando sobre algún chico que estuviese bueno. Esta cansada de este tipo de personas, aprovechando que la chica heredaría una fortuna en algún momento para fingir ser su amiga antes, y así tener una excusa para pedir regalos luego, alegando ser «amigas del alma».

Tres salones de distancia de la heredera, en un asiento de la última fila de la clase de Historia, esta la menor de la familia, haciendo bocetos en su cuaderno aprovechada de la ceguera de la profesora, quien no sabe a ciencia cierta lo que pasa de la tercera fila hasta el final del salón. Mira por la ventana un rato, notablemente frustrada, el dibujo no esta saliendo como ella ha esperado y eso no la trae contenta. Afuera esta lloviendo un poco, ha pasado el día así, con una pequeña llovizna que empapa todo. Suspira de nuevo y vuelve a trabajar en el dibujo. Debe irse tarde a casa para ir con la psicóloga del instituto, la señorita Banes, porque un profesor sospecho que su distracción en clase se debe a problemas internos relacionados con su estado emocional.

Ninguno de los cuatro espera lo que sucederá esa noche, el claro ejemplo de que la vida puede cambiar de un segundo a otro, sin que uno se de cuenta.

 

 

 

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Esta historia esta registrada en Safe Creative. 




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