Amnesia

10

Isabella Musett

—¿Falta algo más, Antoan?—pregunto, cerrando la carpeta con los documentos de mi hermana.

—Nada más por ahora, señorita Musett —contesta el francés al otro lado de la linea.

—Dile a los doctores del Brookwood que necesito los informes médicos de todos los Hamilton, y una copia de la autopsia de Clarissa —ordeno, sintiendo mis ojos cerrarse del cansancio—. Tráeme todo a la mansión en cuanto puedes, pero primero, ¿podrías pasar por el ayuntamiento para buscar un acta de difusión? Debo comprar unas medicinas para Abraham y llevarlo a una revisión de control.

—No hay problema —acepta de inmediato—. Llevare todo antes de la media noche.

—Tienes permitido usar uno de los autos de la compañía mientras lo haces —agrego, recordando que no tenia auto propio y que le hará falta para cumplir todos los encargos. Tal vez deba hablar con Lucian para otorgarle uno de forma definitiva, Antoan hace mucho por nosotros y, francamente, se lo merece por soportar a Clare—, no quisiera que estuvieras por allí a pie con este frió.

—Gracias, Miss Musett, nos vemos en la tarde —se despide.

Cuelgo la comunicación y restregó mis palmas contra mis parpados. Si que necesito dormir un poco, pero tengo otras cosas de las que ocuparme antes.

Había llamado a la compañía de Lucian por un adelanto de todo el trabajo que estaba pendiente; luego a Tris (la «ayudante de Leah») para informarle sobre las clases que ella había decidido dejar y así pueda acomodar sus horarios de nuevo; prepare los cheques para los empleados de la mansión; mande mensajes a Foster para saber de la situación del caso de la familia de mi hermana («Nada concreto, Bella»); hable con la prensa para pedir un adelante de todas las revistas donde aparecían las niñas o Clary (se negaron, pero luego ofrecieron dármelos a cambio de una entrevista exclusiva con las hermanas y ser los primeros en publicar las fotos de el bebé Hamilton, yo me negué); y todo eso, mientras cuidaba de Abraham.

Lucian no quiere niñeras, porque no ha tenido una en años y no quiere a Abraham en el ojo publico por ahora, así que el bebé no puede salir de la mansión sin estar cubierto por algo con lo que no pudieran verlo. Clare esta de acuerdo y Ana también, así que no pude ganar la pelea por una niñera para el niño mientras me ocupaba de... básicamente todo lo referente a la familia.

Melisa, una de las chicas de limpieza, lo vigila mientras yo tenia las llamadas y acomodaba un par de cosas, nada más que eso. Además, es la única que tiene acceso a su habitación y la única del servicio que lo conoce. Al parecer, Lucian la conoce desde suficiente tiempo como para permitirle las visitas a su único hijo varón.

Preocuparse por la familia de mi hermana es un trabajo que me gustaba hacer a medias, ya que Clarissa se ocupaba de todo lo pesado por cuenta propia (sesiones fotográficas, prensa, trabajo de todos, clases de las niñas, su propio embarazo, su trabajo, el dinero, los gastos de las niñas, controlar los gastos excesivos de las niñas, las fiestas de las niñas, vigilaras para que no lo haga la prensa, robar los artículos de la prensa sobre las niñas antes de que sean publicados, etc), ya que todo su mundo giraba en torno a su familia y le encantaba estar al tanto de todo lo referente a ella. Se negaba a pedirme mucho, porque yo tenia que cuidar de Ana y mamá además de mis cosas, pero siempre me mantenía en contacto con ella para que la presión no la matara.

Pero de pasar de preocuparse solo de los asuntos más raros, a ocuparme hasta de cambiar el pañal del bebé, es como si hubiera empezado el maratón con un mondadientes y a mitad de camino, me hubieran tirado el puto árbol encima.

Me levanto de la cómoda silla del despacho de Lucian (no soporto estar en el de Clarissa) y voy a la habitación de Abraham para ver que estuviese tranquilo, aunque tenia un monitor de bebé junto a mi silla.

Esta profundamente dormido, pero le toca el almuerzo, después de diez minutos observando su carita dormida, intentando decidir si debía despertarlo para almorzar, decido no hacerlo y bajo a la cocina para tener el biberón listo para cuando despertase de su siesta. Luego de darle de comer, debo ir a comprar unas vitaminas recetadas por el doctor, pero no quiero llevármelo así de dormido, así que llamo a Melisa por el intercomunicador de la casa y le digo que saldré por las vitaminas, que el biberón estaba en el calentador de biberones recién salido del paquete y que el bebé estaba dormido en su habitación.

—¡Claro! Ahora mismo voy a la habitación del niño —a la mujer le encantaban los niños. Eso le suma puntos al tratar a Abraham y Lucian no se molesta— ¿Le digo a Michael que la lleve?

—Gracias Melisa, pero prefiero conducir yo misma —descarto. La mejor manera de pensar es conduciendo, o al menos para mi—. Dile a Mich que puede tener el día libre si así lo desea, Denovan esta ya con Ana en el hospital y luego irán por Leah y su amiga al colegio, no tiene nada de que preocuparse por ahora. Vuelvo enseguida.

Bajo las escaleras para llegar al garaje subterráneo de la casa y tomo las primeras llaves que mis manos alcanzan, que resultan ser de la camioneta 4x4 de Clare. Subo a la cabina y dejo mi cartera en el asiento del copiloto, enciendo el motor y salgo del garaje. El nuevo vigilante de los portones de la mansión abre la puerta al ver acercarse el auto y minutos después estoy conduciendo por la carretera rodeada de arboles que me lleva directamente a la carretera principal de New Adventure.

Cuando llegaba a la ciudad mi teléfono empezó a sonar y lo conecte en alta voz al auto.

—¿Que? —contesto el teléfono, tocando la corneta cuando un auto se atravesó sin poner la direccional.

¿Estoy en una bestia gigante color rojo y este imbécil no la vio? ¿Acaso es ciego?




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