Amnesia

15

Ana Dominé

—¡Cato! —Salude al hombre que esperaba del otro lado de la puerta.

—Ana, mia bellezza! ¡belleza mia! —responde el saludo en su italiano natal, abrazándome para luego dejarse guiar dentro de la mansión.

Cato D'Amico es uno de los mejores chefs de New Adventure, pero también es un italiano orgulloso que aprovecha todas las oportunidades para hablar en su idioma natal; es considerado por todos los residentes de la ciudad un tesoro culinario invaluable. Trabajaba para las grandes cenas y fiestas de las familias más importantes de la ciudad (además de tener su propio y súper exclusivo restaurante en el centro) y dado que Isabella quería hacer la llegada de Clare y Lucian aun más especial, decidimos contratarlo para un banquete tipo reina Isabell Primera.

Che ne dici del viaggio dalla Francia? ¿Que tal el viaje desde Francia? —pregunta, mientras nos deteníamos en el recibidor.

Abbastanza bene. Bastante bueno —contesto en el mismo idioma, sabiendo que así lo prefiere—. Ho paura di dire che arrivo al Mansion, d'altra parte... Temo decir que el llegar a la mansión, por otro lado...

Lo so, le mie più sentite condoglianze. Quello che è successo alla tua famiglia è molto difficile. Lo se, mis más sinceras condolencias. Lo que le paso a tu familia es muy duro —me cuelgo de su brazo y lo guió hasta la cocina, donde se siente más cómodo—. Ma ora sono molto meglio, giusto? Pero ahora se encuentran mucho mejor, ¿no?

Sì, Cato. Ora sono molto meglio. Si, Cato. Ahora están mucho mejor.

Llegamos a la cocina, hablamos un poco sobre el menú que debe seguir por las nuevas dietas impuestas por el hospital para Lucian y Clare (donde él italiano me promete no romperlas tanto) y lo dejo para que se cambie la ropa por el uniforme de cocinero y pueda hacer su magnifico trabajo. Es tradición que alguien de la familia reciba a los invitados especiales en la puerta y así es como es tratado Cato en esta casa, un invitado especial y muy estimado de la familia Hamilton.

Paso por la sala y voy a la Sala de Juegos, como llamamos a la salita que esta junto a las puertas corredizas de la piscina (aunque a Clarissa nunca le gusto que la llamáramos así, aunque siempre sospechamos que era solo para llevarle la contraria a su marido). Abro las puertas corredizas de un tirón y me encuentro con una escena bastante tensa. Han corrido las cortinas de la piscina y encendido las luces de la habitación, Isabella esta de pie de cara al televisor, donde normalmente nos dábamos partidas de cualquier juego nuevo que tuviéramos para luego olvidarlo en una gran pila de juegos abandonados, pero que ahora se encontraba apagado; Lucian se remueve inquieto en su silla de ruedas, visiblemente cansado y ansioso, mirando de vez en cuando la espalda de mi madre antes de fijarse en su vaso de agua como si deseara que estuviera lleno de otra cosa. Definitivamente desea que fuese algo con mucho alcohol.

Clare se encuentra sentada en el sofá más grande con la pierna enyesada estirada frente a ella, mirando al vació desde su asiento.

—¿Que esta pasando? —pregunto con ansiedad, Clare da un salto en su asiento e Isabella se vuelve sobre sus talones, Lucian mira en mi dirección con ambas cejas alzadas, percatándose apenas de mi presencia. He roto la burbuja de todos y no entiendo el principal motivo de ella —¿Mamá? —inquiero, buscando respuestas antes de que mi cabeza se ponga a imaginar cosas.

Lucian e Isabella intercambian significativas miradas antes de que Lucian baje la vista al vaso de nuevo y diga, con voz claramente cansada:

—Diles, Bella —apunta a Clare, quien ahora mira a su padre con el entrecejo fruncido—. Ya es tiempo de que se informen.

—Leah debería saber esto también entonces —replica mi madre, mirándolo con el entre cejo fruncido y ignorando nuestra presencia.

—No podemos preocupar de más a Leah —masculla Lucían, dando un sorbo de agua—. Necesita estar tranquila para mejorar su condición.

—Es su derecho tener información sobre esto —insiste mi madre.

—Leah es mi hija, Isabella —la corta Lucían, mirando fríamente a su cuñada—. Se me permite decidir lo que es necesario que mi hija sepa y que no.

Isabella suelta un resoplido de frustración y se gira en redondo a la mesa de la esquina, donde alguien (seguramente Marisella) ha depositado la bandeja del Whisky escocés de Lucian, con un fluido movimiento de su mano la voy servirse una copa y dar un largo sorbo. Nunca había visto a Isabella beber algo tan puro como eso.

—Nunca les dijimos todo lo que ocurrió el día del accidente —dice Isabella, volviéndose a donde Clare y yo estábamos—. O al menos no todo lo que sabemos de esa noche.

—¿Como? —pregunta Clare, mirando de su padre a Isabella—. ¿Saben lo que paso?

—Sabemos lo que nos dijo la policía que cree que paso —explica Lucían—, solo eso —agrega con pesadez.

—Pero si ya sabemos que paso —interrumpo—. Fue un accidente, el coche se desvió por el hielo y entro en el bosque, Leah llamo a emergencias por ser la primera en despertar y ellos los llevaron al hospital, eso es todo —Isabella desvía su mirada a su vaso y Lucian mira a la cortina de la pared—. O...

Me levanto de mi asiento y me paseo por la habitación, desesperada por hacer cualquier cosa menos estar sentada. Después de un par de minutos, me paro en medio de la sala y miro directo a los ojos de mi madre.

—¿Que, exactamente, fue lo que paso ese día? —exijo saber.

Isabella bebe otro trago largo y rellena su vaso, mientras la habitación se vuelve más tensa a cada segundo que pasaba.

—Según Foster —comienza, mirando a algún punto sobre mi hombro—, ya lo conoces, trabajaba aquí hace unos años....




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