Amnesia

28

Leah Hamilton

—Por favor, dime que son ciertos los rumores.

—¿Que rumores? —pregunto a mi mejor amiga, revolviendo mi ensalada de frutas en busca de un trozo de piña.

Dios, amo las piñas.

—Sobre que renunciaste al equipo de animadoras en la practica del viernes, que hiciste un gran drama de la nada y que le dijiste perra desgraciada a Selene Lincer y zorra marginal a Maggie Diamond, y que luego golpeaste a Selene en su asquerosa cara —suelta de golpe, sin siquiera respirar.

—Si, renuncie al equipo, pero no hice el resto —aseguro, ensartando un trozo de fresa en mi tenedor y llevándolo a mi boca para seguir con mi búsqueda.

¡Bingo! Pincho el trozo triangular de fruta jugosa y amarilla con mi tenedor y me la meto en la boca con un suspiro de satisfacción. Ella se queda completamente en blanco un segundo y se sienta en el asiento de mi lado con mucho dramatismo.

—¿Por que?

—No daba la talla —encojo mis hombros.

—¿Que? —inquiere, volviendo a verme como si me estuviera saliendo un tercer ojo.

Entonces recuerdo que tengo que ver Juego de Tronos para enterarme que pasa con Bran y el Cuervo de Tres Ojos cuando llegue a la mansión.

—Te lo dije. —Sigo revolviendo la ensalada. ¡Uh, otra fresa!—. Ellas se movían con tanta destreza y estaban tan sincronizadas, que me acobarde y me fui de allí. ¡Vamos! Hace unos días me viste caer de las escaleras del tercer piso porque me tropecé con mi zapato en el penúltimo escalón. ¡Aun tengo ese moratón en la rodilla que lo prueba!

Era lunes por la tarde, recién el viernes había sido mi dramática salida del equipo de animadoras del IMPEE, lo que significaba que para la primer hora del lunes, ya todos los adolescentes en un radio de dos kilómetros estaban enterados. No me extrañaba nada que se hubieran torcido tanto las cosas. Sin embargo, Lucia acababa de llegar junto a sus hermanos después de pasar la mañana en el dentista y yo no he hablado con ella en el fin de semana porque su celular se daño, así que se acaba de enterar.

¡Opps!

—¿Que no vas a comer? —pregunto, masticando un trozo de sandia.

—Estoy conmocionada porque mi mejor amiga acaba de dejar un puesto que la define a ella y a su hermana.

—Um... —gruño, tomando de mi jugo de piña. Si, estoy comiendo ensalada de frutas con jugo de piña como acompañante, no me juzguen—. Ahora que lo mencionas creo que no se lo dije a Ana ni a Clare tampoco.

—¡Yo quiero hacer! —pide de inmediato, levantando su mano izquierda.— Por favor, Leah, por todo el amor de amigas que me tienes...

—¿Amor? —pregunto sarcásticamente.

—Déjame ser yo la que le diga a Ana Dominé y a la legendaria Lady Hamilton, que su hermana dejo a las Minions —continua suplicando, ignorando por completo mi comentario.

—¿Minions?

—Clare siempre las llamaba así —explica rápidamente, creo que se le estaba haciendo costumbre explicarme cosas sin mayores comentarios—, Ana se queja de que es ofensivo a veces, tú decías que era divertido. Por favor, yo se los digo.

—Esta bien —acepto, riéndome de sus pucheros y suplicas de niña pequeña—, se los dirás en la mansión después de clases.

—Creo que te amo, Leah Hamilton —declara, besando mis nudillos.

—Calla, pequeña imbécil, no me dejas comer bien.

El timbre suena y Lucia me acompaña a vaciar mi bandeja, luego nos dirigimos al pasillo con el resto de los estudiantes. Siguiente clase del día: Matemáticas.

El profesor Ivanov da una clase súper aburrida sobre vectores y lo aburridos que eran, mientras yo le contaba la historia verdadera de la practica anterior de las animadoras y ella me contaba los detalles falsos que las personas habían incluido en la narración momentos después.

—Se llama Alexa Visser —me dice Sia cuando llego a la parte de la rubia semi desnuda del vestidor—, creo que es una de las mejores amigas de Clare. Es decir, parte de su séquito privado.

—Nunca la he visto en Hamilton Paradise.

—Bueno, Clare nunca las tuvo en suficiente estima como para ponerlas en la lista de acceso.

—¿Como llegaste tú a ella, por cierto?

—Me ofendes, Hamilton. Por si no lo recuerdas, tu madre me amaba desde el momento en que me conoció.

—No inventes.

—No lo hago. Me quería adoptar. Parece que era la favorita entre todas tus amistades, suponiendo que Selene y Maggie fueran amistades encantadoras, claro.

Luego de eso, prosigo con la historia mientras escucho a Lucia lamentarse porque no golpee a Selene y entonces el profesor Ivanov nos regaña y nos amenaza con expulsarnos del salón si no empezamos a prestar atención a la clase.

El profesor Ivanov menciona algo sobre el punto "Y" con respecto a los vectores de no se que cosa, cuando el se oyen dos toquidos en los altavoces de la escuela: el prologo de alguien que va a hacer un anuncio.

—Se solicita a la señorita Leah Hamilton en dirección —se escucho decir a la secretaria del instituto. Alzo la vista de mis apuntes, mirando los altavoces, confundida—. Leah Hamilton, a la oficinas de la dirección.

Lucia me da un ligero codazo y yo la miro, hace un gesto para que me levante y eso hago, tomando mis pertenencias en el camino. Nunca me ha llamada a la oficina del director, bueno, al menos no que yo recuerde. Meto los libros en la mochila y continuo caminando por los desiertos pasillos blancos llenos de ventanas por la derecha y casilleros por la izquierda. Las palmas me sudan y me las seco en la falda antes de abrir la puerta de la dirección.

Mientras camino al mostrador de la secretaria, me acomodo mi corbata y la chaqueta en un arranque nervioso. La señora regordeta esta mirando algo en el computador y teclea rápidamente, carraspeo un poco para llamar su atención y ella levanta la vista y me dirige una sonrisa de autentica felicidad.




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