Amnesia

31

Ana Dominé

Podría decir que estaba nerviosa. Que el estremecimiento en mis piernas es solo nervios por lo que voy a hacer. Están en mi cabeza, no puedo mentirles . Estoy completa e indudablemente aterrada.

Connor paso a recogerme a la puerta de la mansión Hamilton para el almuerzo con sus padres un poco mas temprano de lo que esperaba, estrecho la mano de mi madre y conversaron solo unos pocos minutos, aunque fue lo suficiente para darme cuenta de que Isabella iba a querer una entrevista mas amplia con él en cuanto tuviese la oportunidad. Luego subimos a su auto y partimos, pasando los ultimos veinte minutos en un silencio solamente interrumpido por Blackbear, aunque dado lo que vamos a hacer hoy es extraño que a ninguno le importe escuchar a todo volumen I hope you whole life sux.

Cuando entramos en las calles del centro me empiezan a entrar aun mas nervios y mis manos se retuercen en mi regazo como si tuviesen vida propia. Odio cuando pasa eso, pero mis intentos por detenerlo siempre se reducen a cero y, en algún momento, siempre abandono la batalla y les permito hacer lo que quieran.

Indudablemente, Connor se da cuenta de mi nerviosismo. Toma una de mis manos con la suya y besa el dorso de mi mano antes de dejarlas entrelazadas en su muslo. Es increíble lo poco que puede hacer para maravillarme.

—¿Que debería decirle a tu madre? —inquiero para romper el silencio mientras controlo mi verborrea nerviosa.

—¿A que te refieres? —pregunta, sin apartar los ojos del camino.

Vuelvo mi cuerpo, de modo que quedo de espaldas a la puerta, mirando la absoluta belleza de su perfil. Necesito ver su reacción para estar segura de esto.

—Sobre nosotros —explico, mirando nuestras manos aun unidas—. ¿Que se supone que debería decirle que somos?

Sé que esa pregunta aterra a varios chicos, a varios los he conocido. Que su chica pregunte: «¿Que somos ahora?», «¿A donde va nuestra relación?» o cosas así, es una señal para ellos de que deben largarse y poner distancias. Es de efecto mas rápido que una prueba de embarazo positiva.

Como sea, es algo que, en vista de que en menos de dos horas conoceré a Jacob y Jade Wells, tengo que preguntarle. No es justo para nadie que los conozca sin estar segura de que tanto le ha contado sobre mi a sus padres. O sobre nuestra relación. Espera, ¿tenemos una relación siquiera, o yo me he encargado de malinterpretar todo? Algo debe haber entre nosotros, porque él no me ha devuelto mi mano en todo el viaje.

—Lo que tu quieras —dice, sonriendo de esa manera tan relajada que me encanta.

—Soy conocida por saber lo que quiero —admito, aun mirando su perfil—, pero ahora estoy algo perdida con todo eso. ¿Que quieres tú?

—¿Ahora mismo? —pregunta, mirándome de reojo—. Quisiera que el idiota del frente, se hiciera a un lado para poder pasarlo.

—Tonto —digo, sabiendo que esta bromeando—. Estoy hablando enserio.

—Yo también —se defiende, aunque sé que aun bromea, porque mordió su labio para evitar reír.

—¡Connor!

¿Acaso no vez que esto es lo más importante que puedes responder en tu vida? Le estaba gritando mi corazón. Decido ignorarlo e intentar leer la mitad que me queda visible de su rostro.

—¡Esta bien! —exclama, riendo—. Aunque no quería que esto se diera de esta manera, para serte sincero.

—¿Que cosa?

—Pues, creo que no podre retrasarlo mucho más. Creo, solo creo —aclara, levantando la ceja que queda a mi vista—, que no hay problema en que mis padres piensen que eres mi novia.

No es romántico, admito para mis adentros, pero me encanta como brillan sus ojos, mientras dice las palabras «que eres mi novia».

—Aunque, si no quieres —dice Connor con nerviosismo, al yo no responder nada en un rato—, podemos decirles que somos solo amigos.

—No —suelto, por fin—. Creo que estaría bien lo primero.

Connor despega la vista del camino para deslumbrarme completamente con la intensidad de su sonrisa, sus ojos brillan con emoción y sinceridad y yo no puedo hacer nada más que dejarme derretir por completo por su intensidad, con una sonrisa boba en los labios.

No la caguemos esta vez, sugiere mi corazón, que también esta latiendo fuerte por esa sonrisa.

¡No las quiero ver llorando luego! Nos grita el bravucón que es mi cerebro en estos casos.

Los Wells viven en lo alto del Legacie, en los apartamentos mas costosos por la gran vista que ofrecen de la ciudad. Connor deja el auto en el garaje subterráneo del edificio y somos obligados a soltar nuestras manos para bajar del auto. Sin embargo, cuando nos reencontramos para caminar a los ascensores, él vuelve a atrapar la mía y se niega a soltarla, aunque no es que yo hiciese un gran esfuerzo por recuperarla.

La sonrisa boba sigue en mis labios y termino por aceptar que tal vez dure gran parte del día, o al menos el tiempo que pase en su compañía.

El ascensor esta cubierto de espejos y tablas de madera oscura, combinado con el suelo de granito. Connor presiona con su mano libre el piso (el penúltimo) y somos impulsados hacia arriba después de la ligera sacudida previa al ascenso, eso que te hace creer que dejaste los intestinos en el piso que acabas de dejar y tu estomago da una voltereta extraña.

Doy un vistazo rápido a mi aspecto por los espejos, algo que es imposible no hacer dado que estos nos rodean. Genial, ademas de la sonrisa bobalicona, mis mejillas están algo sonrojadas. Por lo menos, no necesito darme una capa de rubor para no estar pálida ante los padres de Connor.

El ascensor recoge y deja personas mientras subimos los pisos. Me dedico a darle miradas furtivas al rostro de Connor de reojo y, en varias ocasiones más que avergonzarme, me lleno de emoción cuando nuestras miradas se encuentran. La sonrisa me va a desgarrar la cara.




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