Amnesia

E1 - Ojos azules

¡Hola! Los he extrañado.

Vayamos al grano.

¿Alguna vez se han preguntado como fue ese primer encuentro entre la maravillosa Leah Hamilton y los hermanos Castillo? ¿Ese que marco la diferencia y que engancho tanto a Leah y Mateo?

Bueno, ahora que Leah recupero sus recuerdos nos ha dejado explorar un poco en esos momentos, sobre todo porque ahora no deja de soñar con eso. Les adelantare que no es nada romantico, así como ellos mismos lo mencionan, así que no dare más spoiler.

Vamos al IMPEE, meses antes del accidente y de todo lo que paso despues...

Golpeo el suelo con el tacón de mi zapato, bajando fotos de ropa en Instagram mientras espero a los nuevos ingresos de este año.

Aun no entiendo por completo el desafortunado momento de impulsividad, que me llevo a aceptar ser miembro del comité de bienvenida del que, como es común, termine en menos de un pestañeo como directora por elección unánime.

Cambio el peso de un pie al otro, lanzó un suspiro y me recuesto contra los casilleros, me estaba aburriendo de lo lindo esperando aquí. Podría estar en clase, escuchando las charlas del profesor Ivanov sobre la importancia de las matemáticas entes de empezar su explicación. Pero como directora del comité de bienvenidas del IMPEE, me corresponde ser la que les de el paseo por las instalaciones a los nuevos estudiantes.

Un recorrido por los baños, mostrarles los casilleros, como se llega a los gimnasios y a los vestidores, todo mientras les hablo sobre lo afortunados que son por haber entrado al mejor colegio de la ciudad. Algo terriblemente aburrido, en resumen.

«Es la historia de mi vida», pienso mientras saco mis audífonos de la suerte de su estuche. Eran mi arma secreta para esos exámenes a los que no había estudiado por uno u otro motivo y les tenia mucho cariño. Son pequeños, negros e inalámbricos, por lo que puedo esconderlos en mi cabello y reproducir las grabaciones de mi voz, leyendo los apuntes de la asignatura.

Son los compañeros mas fieles que tendré jamas.

Sigo el ritmo de la batería con mi tacón, dejándome llevar al ritmo casi furioso de los tambores y la guitarra, aullando en mi oído. Evolve evitaría que me quedara dormida mientras espero. Cierro mis ojos y reposo la cabeza contra el metal de los casilleros, intentando pensar en lo que tendría que hacer cuando llegase a casa.

Mamá querrá que la acompañe a una revisión de rutina. Luego de eso, tendré que ir a presentar un examen de economía, esa clase que curso mientras mi madre y Clare piensan que estoy estudiando francés. Es inútil que siga estudiando ese idioma, mi francés es perfecto, pero la asignatura en mi calendario sirve como una buena tapadera. Ellas aun creen que yo renuncie a mi herencia, es bueno que aun no sospechen nada.

Al terminar la canción, en ese pequeño lapsus de silencio antes de que empiece la siguiente, escucho el taconeo de otros zapatos en el linóleo. Abro los ojos y vuelvo mi rostro para ver a la puerta de la dirección, de la que acaban de salir la directora, junto a un grupo a tres estudiantes que estrenan el uniforme.

Me agacho para tomar mis cosas del suelo, donde las había abandonado cuando entendí que esto podría tardar, con mi mejor movimiento de calculada elegancia. Me acerco a la directora y su grupo, guardando el teléfono y los audífonos en mi bolsillo y adoptando una aptitud afable para mi rostro. Lo mejor son siempre las primera impresiones, o al menos eso es lo que siempre repite mi madre.

—... si recuerdan todo eso, no creo que tengamos ningún problema ni motivo para volvernos a encontrar en mi oficina —les dice la directora McGregor, toda regia con su porte de ser la ama y señora de su mundo. Me pregunto con quien la estará engañando su esposo a esta hora, mientras admiro su severo uniforme de directora respetada: una falda tubo con una abertura en la parte de atrás de las piernas, junto a una chaqueta blanca de apliques dorados, zapatos de diseñador negros y una blusa azul marino. Debo admitir que ella se viste bien todo el tiempo, pero aun así...—. La señorita Hamilton les dará el tradicional recorrido de bienvenida, y también debe encargarse de ustedes en todo lo que necesiten hoy...

¡Santa madre de los ojos azules!

Tengo que reprimir mi impulso de acallar a gritos el discurso repetitivo de la directora solo para poder acercarme al rostro del moreno frente a mi, para poder admirar mas de cerca esos increíbles ojos aceanicos. ¡Y esas cejas! Son tan perfectas que mis chicas de depilación y maquillaje deben empezar a sentir pena por lo que hacen en mi rostro. ¿Como es que los chicos pueden tener cejas así de fantásticas y tan pobladas?

Tengo que apartar los ojos de su rostro, en el cual descubro mas belleza y perfección mientras lo observo, para no parecer acosadora y poder ver a los otros nuevos. Una chica y un chico están a su lado, ambos con ojos azules aunque los de la chica parecen mas grises y es obvio que el chico se tinta el cabello, pero aun así los únicos que me parecen dignos de mi concentración absoluta, son los del chico de labios mas llenos, pómulos mas altos y cejas mas marcadas.

—Los dejo a tu cargo, Leah —se despide la directora, después de asentir a mi cara atontada y volver sobre sus pasos a su oficina.

Tardo un par de segundos en entender que debo hacer el recorrido para los tres al mismo tiempo, porque yo solo quiero llevarme al chico de ojos enmarcados con las bellas pestañas que he visto y probar que tan suaves son sus labios.

Tengo que comportarme.

—Soy Leah Hamilton —empiezo con mi acostumbrado discurso mientras ella extiende su mano para estrechar la mía—, soy la directora del comité de bienvenidas del Instituto Mixto para Estudiantes de Élite, o IMPEE, y se supone que tengo que encargarme de todos sus deseos por el día de hoy.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.