¡Feliz navidad a todos! Tarde, muy tarde, pero seguro.
El estreno de Cruda Verdad esta cada día más cerca (Oh, si solo faltan dos días, ya lo siento en los huesos), por ello, creo que tengo que prepararlos un poco más para lo que esta a punto de pasar.
Me plantee mucho mostrarles esta escena del pasado, pero creo que sin ella no podria contarles debidamente todo lo que le pasa a esta familia en la proxima etapa de su vida, así que es mejor que lo vean.
El especial de hoy es uno de los primeros que tube que escribir, incluso antes de los primeros cinco capitulos de Amnesia. Esta narrado en tercera persona y nos habla, en diferentes fechas, lo que Isabella, Lucian y Auguste pasaban en el tiempo en el que Ana era concebida. Estoy ansiosa.
También queria decirles que mañana mismo estara desponible el prologo de Cruda Verdad, sepan que me cuesta mucho no liberar ese contenido inmediatamente, pero necesita unos retoques para que sea completamente apto para su consumo.
He estado desaparecida, lo admito, pero de todo tiene la culpa mi universidad, que se reservo el derecho de darme vacaciones de navidad (Administradores, si llegan a leer esto, lo cual dudo, sepan que los odio), pero ya estoy de vuelta... creo.
Pregunta Ninja: ¿Cual personaje creen que sufra un mayor cambio en Cruda Verdad? Estare a tenta a los comentarios todo el día, el que de la mejor respuesta tendra una dedicatoria especial en el prologo de Cruda Verdad.
Ya, voy a dejar de molestarlos, les quiero.
Empecemos...
20 de noviembre de 1997
—¿Qué se supone que vamos hacer? —pregunta Isabella Musett, con la cara surcada de lagrimas y el poco maquillaje que tenia, corrido.
—No lo sé —admite Lucian Hamilton, con el cabello despeinado por las veces que había pasado sus manos por él con frustración.
—Ya no voy a poder ocultarlo por más tiempo de mamá o de Clari.
Lucían volvió a pasar las manos por su cabello con mayor insistencia y se dejo caer en uno de los sillones de la sala.
—Que estupidez hicimos, Bella —murmura el castaño.
16 de mayo de 1997
Era una soleada mañana de mayo en París. Clarissa y Lucian habían celebrado hacia dos semanas su aniversario de dos años de pareja, luego habían ido a visitar a la hermana menor de Clarissa, Isabella, quien cursaba primer año en economía de la Universidad en París y planeaba salir ese noche a una de las discotecas mas nuevas de la ciudad con sus amigas de la facultad.
Lucian y Clarissa discutieron, a tal punto que parecía que iban a terminar, Lucian dejo a Clarissa en la casa de su suegra que ellos ocupaban mientras ella estaba en la de Londres y se fue, sin saber si volvería a ver a la rubia.
Dolido, por la inminente perdida de su amada, Lucían se encontró en el departamento de uno de sus mejores amigos, Auguste Dominé, quien al anochecer, se canso de ver a su amigo tan mal y se fue con él a Red, una discoteca recién abierta para la cual tenía unas entradas.
Ingirieron alcohol hasta que sus sentidos se nublaron y a Lucian se distrajo de su dolor, bailaron con chicas desconocidas y festejaron como locos.
En algún momento de la noche, Isabella entro a la discoteca Red rodeada de cuatro de sus amigas más cercanas, bebieron y después de un buen rato, las chicas pensaron que era buena idea empezar a jugar el viejo juego de conquistar desconocidos en el que Isabella era una campeona.
Las chicas, señalaron a un moreno que bailaba cerca de la mesa de las chicas algo ebrias y le dijeron a la blonda que no era capaz de conquistarlo en menos de tres segundos, ella, siempre dispuesta a una buena apuesta, acepto el reto y se dirigió al moreno con paso tambaleante pero suficientemente decidido.
Tomo la nuca del moreno y lo beso hasta que se canso, sin siquiera mirarle el rostro. Después de eso, la noche se volvió borrosa y el sol cubrió de nuevo las calles de París.
Lucian se removió incomodo en la cama cuando el sol dio de lleno en su rostro. La cabeza le dolía una barbaridad y no tenía idea de donde se encontraba, de hecho, no recordaba nada de la noche anterior después de empezar a bailar en el Red.
Giro su adolorido cuerpo para quedar lejos de la luz del sol y se encontró con la espalda desnuda de una chica con el cabello rubio esparcido por la almohada. Miro horrorizado a la chica de su lado y se levanto de la cama de un salto, o mejor dicho, se cayó de la cama. Tomo una toalla y salió de la habitación para buscar a su amigo, al cual encontró acostado incómodamente en el sofá blanco de su departamento.
Cubrió sus ojos con su mano mientras que con la otra sostenía la toalla, y camino a la cocina a intentar preparar su batido levanta muerto favorito. No se atrevía a entrar a la habitación con la chica para buscar unos pantalones, estaba demasiado avergonzado consigo mismo, ni siquiera sabia si su relación con Clarissa había terminado y era estúpido de su parte encontrarse en este tipo de situación. Se encontró sintiendo un dolor intenso en su pecho al pensar en su rubia favorita y le dio otro trago a su batido para intentar aminorarlo.
La puerta de la habitación se abrió y cerró, Lucian tomo otro vaso y lo lleno del mismo batido, lo mejor que podía hacer era ser buen anfitrión. La rubia entro a la cocina y el sonido del vaso asiéndose añicos contra el suelo resonó en todo el dormitorio.