Al llegar a la cama luego del día agotador que he tenido, los pensamientos deciden atacarme.
Recuerdo uno a uno los hechos que han conformado mi día. Y me sorprendo sonriendo. Al final la que me ha acompañado ha sido la buena suerte, no la mala.
De pronto me sorprendo preguntándome por el destino y cuanto de cierto hay en todo eso. Yo quiero creer que muy poco. Quiero creer que cada uno forma su propio camino a partir de las oportunidades o casualidades que se dan día a día.
Un tanto frustrada abandono esos pensamientos para centrarme en una de las tantas casualidades del día. Ese joven. ¿Volveremos a vernos? Porque deseo que así sea.
Entonces recuerdo… Casi puedo verlo enfrente mío, oyendo su voz, viendo sus expresiones… Esa mirada.
Tal y como lo ha hecho hoy, lo veo ofreciéndose a acompañarme a mi salón de clases ya que me encuentro perdida. Puedo escuchar cómo me cuenta que estudia abogacía al igual que yo, sólo que unos años adelantado. Bromea sobre ayudarme con las materias y prestarme sus apuntes, cosa que yo tomo en serio. Se despide deseando volver a verme, bromeando, pero lo tomo en serio también.
Sonrío ante el recuerdo.
Se llama Mauricio y creo que ya ha capturado mi atención.