Amor al volante

8 - Ella

Mientras avanzo hacia el frente imagino que el cartel que indica Baje por atrás se pregunta si su existencia sirve para algo.
Conmigo, lamentablemente no.
No sé por qué he tomado la decisión de bajar por allí. Es un simple impulso que me hace buscar la manera de agradecerle a ese joven lo que hizo el día anterior. Quizás no es una forma muy significativa, pero siento que con un pequeño gesto cada día puedo llegar a pagarle ese favor.
Me paro cerca de la puerta, aguantándome para no caerme mientras siento que él me observaba por el espejo. No levanto la vista para corroborarlo, no hace falta.
Cuando llegamos a la parada, abre la puerta y espera mi bajada.
—Lindo día —lo saludo antes de pisar el primer escalón.
—Suerte —me dice casi mascullando, provocándome una sonrisa inmediata.
Una vez que piso el suelo, cierra la puerta y arranca.
Me encamino hacia la universidad que queda a dos cuadras y me pregunto si ese día tendré la suerte de encontrarme con Mauricio. Ya tengo la suerte que me dio el chofer, espero que funcione en eso que yo quiero.
Pero la mañana transcurre, los pasillos carecen de su presencia y mi ilusión se apaga con el correr de las horas.
Igualmente, la suerte que poseo ha dado sus frutos. En el primer recreo nos juntamos varios de los ingresantes de abogacía y decidimos ir a almorzar todos juntos para empezar a conocernos.
Y estoy feliz.
Esta etapa será mucho más linda si la vivo con amigos.




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