Martes 25 de octubre, 2016.
—¿Alguien sabe dónde está el señor Henderson?
—Yo lo vi al entrar al parqueo…
—¿Entonces sí vino a primera hora?
—Pues sí.
—¿Y por qué no fue a nuestra clase?
—Sí fue a la del siguiente grupo, pero se perdió la de la nuestra.
—Que pena, era la primera vez que lo veríamos este año, luego de que tomó ese tonto seminario en Boston… —dice Gael y por razones muy obvias la miran mal, ¿Por qué suena como si lo extrañara? Por Dios, ¿Quién extraña ser regañado todos los días?
Es martes, entiendo que estén llenos de energía, pero juro que aunque no me gusta el silencio, no odiaría que se atraganten todos. Entre Asher, Hailey, Gael, Cecile y demás no paran de hablar. Petra solo tiene la cabeza baja.
—¿A dónde fuiste tú, Clover? Estaba preocupada de que te perdieras la clase de Adam, sabes que apenas te soporta —cuando Cecile dice eso, a su hermana se le escapa una risa gutural. De que me soporta, me soporta, solo no sé si de buena gana. Solo Petra conoce lo del día del recital, así que no tengo que explicar nada—. Si faltabas, el profesor seguro se enojaba mucho.
—¿Me pedí una madre a domicilio, Cecile? —pregunto divertida— solo me lastimé el tobillo cuando paseaba por el bosque y tuve que ir a la enfermería.
—Espera —inicia Asher—, faltó Clover y faltó el señor Henderson… Y ambos llegaron llenos de lodo…
Bendito.
—Púdrete, Barbie —mascullo por lo estúpido de su cabello rubio.
Veo como Petra choca el puño de Asher de manera disimulada. Malditos los dos.
—No sé de él, querido, pero yo me torcí el tobillo. Si estuviéramos en el mismo perímetro así de cerca, se me hubiera torcido el cuello, ¿No creen?
Se miran unos segundos.
—Es cierto, con su suerte, Clover estaría a tres metros bajo tierra.
Mentira no es del todo.
—Ah, sí, cierto, ¡Como sea, solo quiero hacer un aviso! —grita Hailey, llamando la atención de todo el curso, incluso de Petra que está medio adormilada. Entonces Asher cubre las orejas de ella con sus manos, para que los gritos no la lastimen… Gael y Hailey notan eso. Ruedan los ojos — ¡El campamento de Pickering viene ahí! ¡Por favor, no hagan ninguna estupidez que pueda provocar que sancionen al curso! ¡Se los ruego!
—Eso hay que decírselo a los chicos —dice una de las tres de Jules—, y a Clover. Por favor, no hagan nada, saben que a la mínima nos cancelan el campamento y es nuestra primera vez. Controlen su estupidez.
—¿Podré ir al campamento este año? —pregunta Cecile en un susurro.
—Pues sí, quizás eres menor que nosotros, pero estás en penúltimo año… Este año podrás ir.
El campamento Pickering es el único deseo de los estudiantes de los últimos dos años. Es conocido como “El norte de los besos”. Se dice que si en el hotel que nos quedamos, encuentras el árbol de los besos, un punto ciego de las cámaras del jardín, y besas a tu pareja, entonces la suerte estará de su lado.
No pudimos ir el año pasado, porque era el antepenultimo. Que es en el que se supone que estaría Cecile, pero a ella se le exoneró ese año porque es un cerebrito. Como sea, es nuestra primera vez en eso.
—Estoy emocionada…
—Sí… —digo. Mientras tanto miro a la entrada. Entonces descifro dos personas que hablan tras el cristal de la puerta: la directora y… Sophie. Por fin ha venido. Se ve más delgada, viste esos vestidos tan peculiares y está muy delgada. Me preocupa algo, la razón de la ausencia de ella estos días y ¿Ella irá al campamento? Tenemos que pagar un monto algo alto, por la estadía, comida, transporte, papeleos, vuelo, entre otros… dudo que Salomé pueda costearlo. No me gustaría que ella se perdiera esa experiencia, siempre habló de eso el año pasado.
—¡Ah! —comienza a saltar Hailey. Todos nos miramos extrañados, que ruidosa… no entiendo por qué Asher siempre la mete al grupo, esa niña tiene demasiados brillitos para mi gusto— ¡¿Ya empiezo a empacar?!
—No es bueno adeltantarse, Hailey —Que no haga una escenita solo porque le habló, Dios mío —Demien, ¿Uh? —se levanta él para saludar al no bienvenido, cuyo paradero ha sido desconocido hasta ahora, entonces la chica rubia se acerca a Gael a espaldas del rubio.
—Sabe mi nombre…
—Es tu compañero, ¿No se sabe el nombre del conserje también? —digo para molestarla.
—Clover, ¿La tintura verde le ha hecho daño a tu cerebro?
Uh. Tiene dientes.
—¿Dónde estabas, hermano? Te perdiste la primera hora —no sé si prestarle atención a su conversación, o ir a preguntarle a Sophie por qué la directora la acompañó hasta el curso, o por qué ha faltado…
—¡Buenas chicos, lamento haberme retrasado! —entra la señorita Montserrat con su sonrisa de siempre. Entonces, Damien la señala con la cabeza como respuesta a Asher. ¿Uh?
+
—Y por eso —dice Petra, luego de más de quince minutos explicando su punto—, considero que siempre hemos juzgado mal a Lydia Bennet, es objeto de la misoginia, cuando ella solo… quería hacer lo que la hiciera feliz.
Me guardo mi opinión por la amistad.
—¿Lo que la hiciera feliz? —pregunta Gael en voz baja a mi lado— ¿Aunque eso casi lleva a la ruina a su familia y terminó casándose con un aprovechado?
—¿Entonces, querida, crees que Lydia es una representación de la “libertad”? —le pregunta con ironía Jules. No sé por qué las clases de la profesora Julia siempre terminan en alguna pelea o discusión.
—Pues… ella solo quería ser libre.
—¿Libre?
—Libre de hacer… lo que la hacía feliz, de conseguir su amor.
Cecile mira fijamente a Jules, quién le guiña un ojo con picardía. Desde que Cecile se salió de su grupo de amigas Petra ha sido su objetivo principal.
—¿Y Hitler? —pregunta. Asher sale de su ensoñación, en la que miraba por la ventana a ningún lado, y entonces todo el curso lo mira, porque sabemos que es judío —Según eso ¿No sería Hitler también una figura de la libertad? Digamos, ¿Qué lo hacía más feliz que…?
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Editado: 30.09.2023