Amor, caos y suerte

+ Capítulo 14 +

Lunes 02 de noviembre 2016

La velocidad es proporcional a la impotencia que tengo dentro de mí.

Ese ya es un sentimiento común, normal… conocido. Y estando con él no me siento fuera de lugar, pero eso no quita que siga siendo horrible de sentir.

He estado con él por años, sintiéndome sin poder, domesticada, cohibida, impotente, sin fuerzas… Y desde siempre hay un solo lugar que lo hace por lo menos soportable.

La zona muerta, y por eso es tan gloriosa. Está muerta, para personas así mismo. Y está repleta de personas que siento eso mismo que yo, quizás por la sociedad que no acepta sus gustos y orientaciones, la familia que no permite la libertad o ellos mismos, que en su ignorancia se mantenían cautivo de comprensiones. Diversidad de colores se encuentran en todo su esplendor.

Y casi siempre, esas maneras de escapar solo dan a luz a otras no tan legales, así que el hecho de que los policías sientan que este lugar siquiera exista, es muy bueno. 

Lo que pasa aquí, se queda aquí, porque es poco probable que no quieras volver.

A pesar de apenas ser las once de la mañana, ya la zona muerta se estaba encendiendo: principalmente porque ahora mismo se están despertando los desvelados de la noche anterior.

Aparque la motocicleta y camino entre la multitud que se acerca al muelle “abandonado”. 

He aprendido a nadar entre el mar de prostitutas (y encontrar su lado más amistoso), entre drogadictos (y poder reírme y llorar, al mismo tiempo, con ellos), entre incluso personas potencialmente agresivas (y encontrar su lado divertido). Ya empezamos a aceptarnos todos…

Y ante todo eso, está Mikal.

—¡Clover! —grita el rubio blanquecino —¿Qué haces aquí? ¿De dónde saliste?

Yo ignoro. Y sigo caminando.

—Venga ya, la carrera va a empezar.

—¿Carrera?

—Sí, el premio son cinco grandes hoy, me vienen bien ahora. Es una buena pasta.

—¿Por qué hay carrera en una mañana? ¿No es muy temprano?

—Tenemos que aprovechar cuando ella está aquí.

Está aquí. ¡Ella está aquí! Toda mi carga, todo mi estrés, todo se fue. 

—Yo correré.

—No, preciosa, necesito el dinero —Mikal me toma de la cintura, y termina chocando contra su cuerpo. Con una sonrisa ladina me besa. Sus labios siempre mojados se saben a menta y cigarro.

—Correré —susurro en desafío.

Niega contra mis labios.

—Si gano te doy el dinero.

—¿Y qué ganas tú?

—Correr, es todo lo que quiero. Dinero no me falta.

—No me convence —dice y recuesta su cabeza sobre mi cuello. Si hay alguien que conoce mi cuerpo, es Mikal, entonces no es justo cómo habla y la vibración en mi cuello me debilita—, sabes lo que pasó la última vez que te dejé correr. Si yo pierdo me río, si tu pierdes…

“La última vez que te dejé correr”

—A mí nadie me "deja hacer" nada —murmullo y lo aparto—, ¿Te queda claro? Hago lo que me sale de donde me quiera salir. Yo quiero correr, y voy a correr, con mi maldita moto de ser necesario, quiero ver que me intentes detener. Te estoy diciendo que no me importa el dinero, pero quiero correr, necesito tu lugar en la carrera.

—Jessy correrá hoy, creo que es más que obvio que no podemos dejar a las dos correr al mismo tiempo —se aleja de mí cuando nota que no caigo ante su contacto físico y comienza a fumar, sostiene con sus delgados dedos aquello que sé… me haría sentir mejor—, la última vez que eso pasó terminaste en el hospital y ella también.

—Jessica está aquí... Ahora sí quiero correr.

—¿Y qué harás?

Una sonrisa retorcida y el humo son lo único que recibo de él después de ahí.

Por un momento, la impotencia de tener tan cerca a mi padre se calla, por inhalar simplemente el humo de Mikal…Pero no fumo, porque quiero correr. 

Al llegar a la línea de salida, la veo, ella tiene chaqueta negra, completamente lisa, la camiseta de la gira de aquel cantante con el que está saliendo ahora y un pantalón chándal. ¿Eso significa que se ha olvidado del novio de su amiga?

Jessica Hale, la reina de las carreras, la chica de las canciones más depresivas y la oscura del grupo brillitos, también la que se ha enamorado del novio de su mejor amiga, está aquí, en plena zona muerta… con hierba barata y un vaso de cerveza rancia… Todos supongo que tienen su lugar aquí. 

Ella también escapa.

—Jessica.

—La misma —un apretón bastante fuerte para unas manos tan tiernas…—, ¿Que de tu vida?

Yo me encojo de hombros y le pregunto en respuesta.

—Fluye, supongo.

—Entonces…—señalo su camiseta.

—No toques ese tema —me dice advirtiendo—, ojos que no ven, boca que no menciona, corazón que no siente y mente que olvida, ¿Okay?

—¿Tu método es ignorar que estás enamorada de él?

—Sí, se llama lealtad a ella —dice.

—¿Y la lealtad a ti?

Jessy solo mira hacia otro lado.

—Te invitaría a correr, pero sabemos que la última vez no salió muy bien. 

—Estaba oxidada.

—Claro —asiente—, y las tres veces anteriores también, ¿No?

La odio… mentira, amo a Jessica. Nos vemos casi dos veces al año solamente, pero… joder, ella me desestresa 

—Conduciré, tomaré el lado de Mikal.

—¿Segura? No te tendré piedad.

—No la necesito, princesita.

—Tu nariz rota no decía lo mismo.

—Tu ojo morado sí lo hacía.

Todas mis amigas, Lissy, Cecile o Petra, suelen ser muy… ¿Delicadas en comparación a Jessica? 

—No cambias nunca, Clov —nos abrazamos—, querida, ¿Cómo va todo con Hannah? ¿Y mi amante favorito?

Sí, durante un tiempo mi hermano y Jessica tuvieron algo. No se puede mencionar la diferencia de edad, porque Hayes tenía quince en ese momento y ella… Ni idea, pero bastante mayor.  Y sí, todas las mujeres de la zona muerta, que estuvieron con mi hermano, lo llaman su amante favorito. Es como un apodo para él ya.




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