Amor, caos y suerte

+ Capítulo 23 +

Adam Henderson

Lunes 14 noviembre de 2016 

—¡¿Tú lo llamaste?! —grita con lo que yo conozco como pavor y dolor.

¿Clover tendrá tanto dolor dentro de sí?

—Clover… —intenta conciliar.

¿Conciliar? 

Solo con verla a la cara puedo entender que Clover no está en una manera civilizada.

No sé cómo, pero la bruja pierde el control ahí; por alguna razón, el dolor que se supone está sintiendo, no impide que se  lance como una fiera.

Temo hasta por mi vida. Pero más por su costilla.

—¡Tú lo llamaste! —Clover se lanza, corre de su cama tras de Hayes, sus ojos se ven como los de una fiera herida. Si el azul de sus ojos antes era tormentoso, ahora tiene un huracán y un torbellino, a la vez.

—¡Eres un maldito, Hayes!  

Jesús, Dios mío. 

Me meto entre ellos. 

Logro agarrar a Clover antes de que llegue a su hermano. Gael sigue  espectadora. ¿Qué hace ella aquí? Como sea, otro tema que no me compete.

—Calma, Clover —susurro en su oído.

—¡¿Calma?! ¡Tenía trece años! ¡Me dejó! ¡Y ahora Hayes simplemente me traiciona! ¡¿No te pondrás de mi lado?! —me mira destellos de súplicas— ¡¿Por qué no puedes malditamente estar de mi lado?! 

Entiendo su dolor, pero no puedo dejar que siga con la agresividad. No es correcto.

—Theo, danos un minuto por favor —dice Hayes. Para ese entonces ya Clover estaba llorando contra mi cuerpo, con la agresividad que ahora la caracteriza—, tú también, Gael.

Gael sonríe levemente confortando a su acompañante y Theo niega porque no quiere dejar la situación.

—Usted también, Adam —dice Cleveland con respeto, pero autoridad.

Miro a mi bruja. ¿Estará consciente de que quiero quedarme con ella?

—Mejor lárgate —dijo por lo bajo intentando alejarse. 

No quiero dejarla, lo que sí quiero es regañarla por la agonía que me hizo pasar y sé que no puedo ahora, así que me quedo abrazando su cuerpo delicadamente.

—¿Quieres que me marche? —cuestiono para que solo ella me escuche.

Clover llora.

—No te vayas…

Parece una niña pequeña, pero al mismo tiempo una pequeña fiera…

—Vamos a dar un paseo, Theo —escucho que susurra asustada Gael—, tus hermanos tienen que hablar con tu padre. 

Lo miro, el pequeño no deja de ver a Clover, se ve asustado y preocupado. Justo antes de que ella salga, Hayes le besa la cabeza con ternura a ambos.

—¿Quién es ese chico? —me pregunta murmurando Clover…

Nadie responde.

—Hija…

—¿Quién coño es ese niño?

—Es nuestro hermano, Clover —Hayes le advierte—. Ni se te ocurra hacer una estupidez.

—¿Disculpa? —aprieta sus puños sobre mi camisa cuando sus piernas parecieron tambalearse. Me aferro más— ¿Hermano? ¿Tuviste un hijo con la estúpida Tamara? ¡Y ni me vengas con eso de que no la llame así! ¡No te conviene!

Cleveland, lejos de alarmarse, simplemente sonríe. 

—Es mi hijo, es tu hermano. Se llama Theodore. 

—¡¿Le pusiste el nombre del abuelo?!

Clover empieza a moverse violentamente. 

A kilómetros de calmarse, comienza golpear mi cuerpo, exigiendo a gritos que la suelte.

—¡¿Me dejaste por él?! —quedarme callado me duele, pero entiendo que no es mi pelea.

—¡No te dejó, Clover! 

—¡¿Vas a malditamente jugar conmigo, Hayes!? ¡Sabes lo que pasó! —Intenta ir donde él, sin embargo, se desquita conmigo, pues mantengo su cuerpo contenido —¡Estuviste conmigo ese día! ¡Mamá…!

—¡Mamá te mintió, Clover! —Hayes suelta —¡Nos mintió!

Ella tiembla… tiembla de miedo.

Sonrío al verla aferrarse a mí en su momento más vulnerable, se siente satisfactorio ser su ancla. 

Y de repente el silencio se vuelve amplio, se vuelve muy contrastante con lo anterior, porque… Cleveland se queda mirándonos.

—Señor Adam —dice—, ¿Cuál es la relación entre usted y mi hija?

—Soy el profesor de ambos. Solo eso —susurro.

—Le pido que se marche, necesito tratar este tema a solas.

—Papá —intercede Hayes—, no…

—Aléjese de mi hija. Largo —intercede Cleveland—. Déjeme solo con mis hijos.

—No quiero irme, bruja —susurro solo para ella.

—Papá, no creo que sea lo mejor sacar a Adam de la escena, creo que Clover lo necesita.

—Necesito que suelte a mi hija y se largue, o procederé a denunciarlo por falta de profesionalidad.

Clover simplemente le mira enojada. 

—Señor, con todo el respeto que se merece, no creo que sea buena idea que…

—Largo.

Cierro los ojos de impotencia al ver que no me deja hablar. 

—Señor…

—Largo, ahora.

Suspiro. 

—Sí, señor… Bien.

—No… no te vayas, no me dejes con ellos…

—Tengo que irme, bruja —le susurro.

Abro los brazos para irme, y al aflojarlo Clover se va corriendo. Escapa. Instintivamente miro a la aguja que colgaba de su mano, y compruebo que está intacta, al menos no se le rompió dentro…

Lo último que veo de ella es su silueta correr por el pasillo, con su pelo verde completamente esponjado y esfumarse entre las personas del hospital.

+

Buscarla es una causa perdida. 

—¿Algo?

—Nada —responde Cecile —, ¿Ustedes?

—Nada —responde Hailey —, buscamos por todos lados.

—Joder —mascullo—, ¿Alguien sabe dónde demonios podría estar?

Algo hala la camisa negra, la misma que tenía anoche en la fiesta de Anker.

—¿Sí?

—¿Mi hermana está bien? ¿Está ella enojada conmigo?

—Theo —Hayes intenta intervenir.

—Mira —me pongo a su estatura —, tu hermana es una persona difícil de llevar, ¿Sí? Así que… no tomes personal nada de lo que haga.

—¿Ella está enojada conmigo? —al parecer el niño no desiste de sus cuestionamientos —¿me odia?

—Está enojada con todo el mundo ahora —acaricio su pelo negro —, pero eso no significa que te odié. ¿Sí?




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