Viernes 09 de diciembre 2016
Clover
—Petra —la llamo.
Esa mañana Cecile se ha ido con su novio, Louan y Porter están de compras y Petra y yo quedamos solas. Es lo más cercano a los viejos tiempos.
Estoy aburrida, dejo mis pies sobre el lateral del sofá y veo publicaciones en mi celular.
La vida se está volviendo tan complicada últimamente.
—¿Sí?
—¿Cómo sabes cuando alguien debe ser tu novio?
Obtengo la atención de mi interlocutora y sí, entiendo su sorpresa.
—¿Puedo preguntar? —niego —Entonces… si lo que sientes por esa persona es real y deseas tenerlo solo para ti, supongo que así.
¿Y ya? ¿Eso es todo? ¿Sin cosas cursis?
—Yo no quiero tenerle solo para mí.
—Imagínalo con otra —me ordena.
Bufo.
—Exacto.
—No me encanta la idea de que otra tipa le ponga un dedo encima a Adam, pero eso no significa que quiera que él sea mi novio.
—¿Por qué le corres a una relación? —ella está sentada en el sofá a mi lado, con un piano electrónico en el pedestal, toca melodías arbitrarias mientras habla.
—Eso no es lo mío. Nunca he salido con nadie, nunca he tenido un novio. Tampoco quiero, Dios santo, mierda, no puede ser tan complicado entender eso.
—¿Solo eso?
—Sí.
—¿Has pensado darle una oportunidad al amor?
—Prefiero darsela al caos, Petra.
Es cierto, prefiero dejar mi vida en caos.
—Tendrías suerte si eso no te explota en la cara y luego te arrepientes.
No respondo.
—Creo que te da miedo…
Tampoco respondo.
—Es más que miedo, te aterra, ¿verdad? —ella me mira, entonces asiento levemente —Como si sintieras una fobia.
—¿Cómo puedo tener fobia a enamorarme?
—¿Has visto cómo se pone Cecile con las arañas?
—Solo de mencionarlas se pone defensiva… —entonces lo entiendo —yo me pongo así algunas veces cuando…
—Tienes fobia a enamorarse.
—¿Eso siquiera existe? —pregunto.
—Filofobia —confirmó Petra—, es más común de lo que crees.
—No es mi culpa, ¡Entonces esa cosa es mental…!
—Psicológica —me corrige —y no es tu culpa del todo. Pero si debes sanar eso.
Ruedo los ojos.
—No es normal, Clover, que tengas miedo a amar.
—No seré su novia y está totalmente prohibido volver a mencionar esa fobia —digo —. Eso es mentira, hay que dejar de anormalizar que uno no quiera algo serio, ¿Sabes? No porque no quiero eso significa que estoy enferma.
—No querer eso está bien, lo que no está bien es tenerle miedo.
—¡No seré su novia, punto!
—¿Él te lo pidió ya?
Niego.
—¿Crees que lo hará?
Apago la pantalla del celular y lo dejo caer en mi pecho mientras yo solo contemplo el techo.
—Esa pregunta me respira en la nuca.
—¿Qué pregunta?
—“¿Qué somos?”
Petra se ríe.
—¿Sabes qué es lo peor?
—¿Qué?
—Que, en el fondo, lo quieres. A él. Solo que aún no lo sabes —subo mis cejas. Claro que no—. Solo espero que no te toque perderle como a mí.
¿Cómo sería si pierdo a Adam?
—Petra, ¿Cómo se siente perder a alguien que amas?
Ella es quién mejor me puede responder…
—Es como seguir viviendo, pero sin una parte de ti.
—Entonces puedo seguir viviendo en caso de que sí le quiera.
—Claro, sigues viviendo —sonríe melancólica—, pero te faltará algo, se complican las cosas, tu cerebro no asimila que esa parte ya no está y te duele. Te duele. Todo el día. Toda la noche. A cada segundo. Sin excepción.
Siento un nudo en la garganta horrible.
Entonces mejor no amaré a nadie… si amar es arriesgarme a que si le pierdo me va a doler de esa manera, mejor no amo a nadie.
Pero… ¿Y si ya le amaba? ¿Y si ya malditamente le amaba?
—¿Cómo eran las cosas con Thomas? —pregunto para replantearme el término.
—Fluidas y calmadas —dice —. A la vez eran complicadas y efervescentes… Pero, con Thomas… sentía una paz.
¿Paz?
¿Yo sentía paz con Adam?
—Siempre me dormía cuando estaba con él —sigue—. La primera noche que nos besamos me dormí a su lado, en el piso, mientras mirábamos las estrellas. Siempre me dormía…
Mierda… eso sí lo sentía.
—Eso, Petra, me pasa eso. ¿Qué significa?
—¿Qué te duermas con él? —pregunta con un poco de diversión— significa que él te hace sentir en paz, segura y protegida. Que tu niña interior se siente así también. Que tu alma se está acostumbrando a él.
La melodía que toca se vuelve cada vez más… triste.
—¿Thomas te hacía sentir así?
—Justo así —responde sin dudar —¿Te sientes así con el señor Henderson?
—No lo sé —respondo rápido.
—No hay manera en que no lo sepas. Clover, si lo sientes lo sabes, esa sensación es demasiado fuerte como para ignorarlo.
—No lo sé, ¿Okay? No tengo ni idea.
—¿Cómo puedes no odiarlo?
—Del amor al odio hay un paso… yo jamás me di la libertad de caminarlo.
—Entonces sigues amándolo…
—En efecto…
—¿Has visto a alguien de esa manera? ¿Has vuelto a sentir esa paz después de él?
—Cecile… Aún con todo nuestro pasado y la mala relación que teníamos siendo media hermanas… Cecile me llena de paz. Estamos aprendiendo a amarnos… y siento que es lo más cercano.
No conozco esa paz, no en los últimos años al menos.
—¿Sientes paz, Clov?
—Papá.
Y tenemos desde que salí del hospital sin hablar. Me tortura verlo, me tortura aún más que no venga a verme, ¿Qué está esperando?
Entre Adam y papá están llevandome al borde del cansancio.
—Están tocando el timbre… —informo luego del silencio.
—Ya le abro.
¿Ella no pregunta quién es? Magnífico.
—Pregunta.
Petra se levants y va hasta la puerta.
#2279 en Novela contemporánea
#17233 en Novela romántica
profesor alumna deseo pasion, amor odio aventuras rencor bromas pasado, adolescentes euforia malas decisiones
Editado: 30.09.2023