Domingo 11 de diciembre 2016
Clover
—¡Salomé!
Me emociono un montón cuando la veo entrar a mi cuarto. Aquella rubia es parte de mi vida, aunque su presencia estuviera ausente estos últimos meses.
—Lamento no haber venido antes —me dice—. Desde el día que fui al hospital no había vuelto a visitarte.
Se acerca y deja un bello arreglo floral en la mesita de noche.
La habitación es de Petra, así que está llena de flores, por lo que las que Salomé trajo se ven acogidas; Debido que me estoy quedando en su casa, Petra duerme con Cecile.
Sophie.
Con pasos lentos e imperceptibles ella entra. Por inercia Petra es todo lo que pienso y en lo incómoda que la pondré ver a Sophie. La visita de ellas es muy inesperada. Mi amiga pelirroja deja de tocar el piano e ignora olímpicamente a las rubias.
—Bueno… ¿Cómo te sientes?
La tensión en la mirada de Soph y la ignorada de Petra son abismales.
Sin embargo, la pelirroja se acerca a las flores, toma la carta que tienen dentro y veo el momento en que sus ojos se vuelven oscuros.
—Es de la floristería de Thomas…
Sophie la mira.
—Yo fui a comprarla —dice Sophie. Teniendo la historia previa, ¿Eso es una provocación?
Deja la carta en silencio y vuelve a ignorarla.
—Adolorida, pero más que nada es una leve sensación. Una mierda, pero no me siento tan mal —le respondo a Salomé para evitar el silencio.
—La costilla debe haber sanado casi por completo.
—Ya estoy muy bien. Es solo los hematomas y eso…
La delgada y tierna Salomé se sienta en mi cama con cuidado de tocarme y me reprocha con sus ojos.
—Te dije que un día de estos ibas a lastimarte.
—No me lastimé, Sal, me cagué una costilla, pero no fue tan grave.
—Iré abajo a buscar algo de comer —interrumpe Petra.
—Me alegro de verte, Petra —dice Salomé con una sonrisa.
—Igual.
Independientemente de la relación con Sophie, Salomé y Petra eran cercanas. Pero se alejó de ella y de todos los que tienen que ver con nuestra antigua amiga.
—Acércate, Soph. No muerdo.
—Lamento no haberte ido a ver al hospital.
—No te preocupes.
Sonrío.
—¿Aún me odia? —Sophie respira profundo y con un dolor que destroza el alma.
Claro que la odia.
—Me va bien con Jules y las chicas —sigue hablando—. Son buenas conmigo.
—Que bien —digo entre dientes.
—Me estoy haciendo un lugar con ellas —susurra—. Estoy agradándoles.
—Magnífico.
“Magnifico” significa “Mejor no digo nada”.
—Clover, ¿Qué sucede entre tú y el profesor Henderson? —Salomé interrumpe.
¿Ellos se conocen? —¿Cómo sabe… su apellido?
Salomé no conoce a ningún profesor, nunca va las reuniones, o tiene algún contacto con ellos; siempre está ocupada trabajando.
—Es mi amiga Julia, me lo comentó. Quizás lo conozco de vista, pero no lo recuerdo.
—Como sea, no sucede nada.
—Ella dijo que la cosa pintaba a que sí.
—No somos nada.
—Clover.
—No somos nada —aclaro irritada.
Me agobia esta conversación.
—¿No ser nada, pero siendo algo, se consideraría serlo todo, pero sin nombre?
—Salomé, ni tú entendiste lo que dijiste. Pero, en dado caso, no. No somos nada. No tengo nada con el profesor Adam.
—Yo creo que son novios, si me preguntan —entra Cecile, cuando Sophie la mira, la pelirroja rueda los ojos—. Solo vine a buscar este cepillo.
Le doy el cepillo pero logro ver cuando toma la carta de la flor por ahí mismo.
—Mucho gusto, soy Salomé —saluda alegre—. Y esta es mi hermanita Sophie. Creo que se conocen.
—Cecile.
Y se va.
—Como sea, me gusta verte más centrada —digo—. Si el culpable es él, le agradezco. El cambio te sienta. Te ves más prudente.
Pasan unos minutos, cuando Salomé se fue.
¿Centrada? ¿Prudente¡ ¿Eso que se supone que significaba?
Ahora todo el mundo ve cosas en mí y personas en mí que ni yo misma sabía que estaban ahí, magnífico.
«Llega a la zona muerta, esto está encendido»
«Me estoy quedando en casa de la madre de mis amigas. No puedo andar saliendo, así como así, Shiloh» Respondo.
«¿Qué?»
¿Qué demonios escribí? Claro que puedo. ¿Desde cuándo me importaba?
«Solo no creo que deba salir ahora»
«Nena, estás dejando de ser tú. En estas últimas semanas hasta tu manera de hablar cambió»
Claro que no.
«Ha de ser culpa del tipo. Te acoplas a lo que él es… estás dejando de ser tú, Clover. Trae tu trasero aquí»
¿Estoy cambiando por Adam?
Me veo en el reflejo de la ventana; no tengo mis piercings, mi pelo está con raíces rubias ya… Me veo como un intento de Hailey o Gael.
Esta no soy yo.
—¡Cecile!
Mi amiga entra rápido a la habitación.
—¿Estás bien?
—¿Me veo diferente?
—¿Qué? —ella no entiende.
—Siento que me veo diferente. ¿Qué ves raro?
—Te ves más calmada —se encoge de hombros—. Es todo lo que veo.
+
Pongo la contraseña, y entro a su casa. Debía ir directo a la zona muerta, pero prefiero quedarme con él… tengo necesidad de verme.
Cuelgo mi abrigo, pero me paro antes del movimiento; Antes hubiera tirado el abrigo en el suelo y ya. Lo lanzo.
—Aquí —sale de su cuarto con la toalla envuelta en su cadera, al parecer se estaba duchando.
Amen.
Su piel canela e impecable solo peca de tener uno que otro lunar, mas no ningun tatuaje. Ni uno solo.
Ojala no me lo pregunte ahora, al menos no esta noche. ¿Podría solo tener sexo conmigo sin hacerme la pregunta?
—¿Cómo llegaste?
Quiero hacerlo con él, pero sé que no lo hará.
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Editado: 30.09.2023