Amor, caos y suerte

+ Capítulo 34 +

Martes 13 de diciembre de 2016

Clover

—Te dejé un poco de ropa arriba de la cama —me dice Tamara desde la cocina—, puedes usarla. Creo que es de tu talla.

La ropa de ella no me sirve. Ella es delgada y pequeña. Yo soy más alta y pues… tengo curvas. Así que su ropa no es mi talla.

—Gracias, Tam —intento salir del baño con la toalla blanca esculpida contra mi cuerpo, porque una buena ducha me quita un poco las ganas de lanzarme del doceavo piso de este edificio.

Este departamento es pequeño pero coqueto, debo admitir que Tam tiene una buena manera de sacar lo mejor de este lugar. Y papá de sacar lo peor de mí. Hablando de ese ser… No me ha hablado en todo el rato.

Está solo ahí, sentado en el sofá mirándome de reojo algunas veces, tiene a Theo sentado en las piernas y por lo visto hacen tarea.

—Esfuérzate, demonios —susurro—, me estoy quedando aquí para algo.

¿Para qué? Ni lo sé. Solo me gustaría que me preste un poco más de atención…

Entro al cuarto y antes de cambiarme reviso mi celular. No tengo mensajes, solo un par de llamadas perdidas de Cecile y Petra, y una de ¿Marlon? ¿Cómo se supone que tiene mi celular?

Le llamo para atrás.

—¿Aló? 

No responde.

—Que seas el novio de Cecile no te hace mi amigo, no te sientas con la jodida libertad de llamarme.

—Clover —escucho un sollozo femenino.

Me quedo pasmada.

—¿Cecile?

—Jules…

—¿Jules?

 —Yo… 

—¿Qué sucede? ¿Es una broma o algo así?

¿Por qué tiene el celular de Marlon?

—No, yo, lo que sucede es que…

—¿Qué coño quieres Jules? —le pregunto— Estoy cansada, si necesitas algo, si solo quieres joder, tienes un buen dote de descerebradas a las que llamas amigas, así que ocúpalas.

—Lo siento, fue un error llamarte —susurra.

—Eso se sabe.

—Es solo que…

—Tú familia se encargó de muchas cosas en la vida, que te paguen una psicóloga. Porque yo, ni de coña tengo tiempo para ti.

Corto la llamada e intento contactarme con mis amigas.

—¿Estás bien?

—Sí, lo estoy —respondo.

—Mamá está súper preocupada, Clover, no puedes hacer esas cosas.

—Dile que lo lamento. 

—¿Es Clover? —escucho a la señora Louan —¿Dónde estás? ¿A dónde fuiste? ¿Estás a salvo? ¿Dónde pasaste la noche? 

—Lo siento, Louan. Unos amigos me llamaron y fui, cuando terminó todo era muy tarde… —le miento para no preocuparla.

—¿Dónde estás, Clover?

—En casa de mi padre. Dormí aquí. Estoy a salvo. 

—Dios, que alivió. No dormí nada esperándote.

Una leve sensación de calidez entra a mi pecho.

—A la próxima me avisas, ¿Sí? Así no me preocupo.

¿A la próxima? ¿Aún quería que me quede en su casa?

—Lo lamento.

—¿Cuándo vuelves? La casa se siente sola sin ti.

Se me aguan los ojos por la calidez… Miro a papá, ¿Por qué no puede venir de él?

—Comeré algo ahora, pero iré…

—Entiendo, cuídate, querida.

—Igual —corto.

+

La comida está en el comedor de madera, Papá y Theo están poniendo los platos y demás, mientras que Tamara estaba poniendo la comida en el centro.

Tienen una rutina…

Yo soy la que sobraba.

—Ven, toma asiento.

Theo me lleva amablemente a una de las sillas. La nobleza del pequeño niño me lleva a preguntarme que tantas veces pude tenerla… no recuerdo ningún momento.

—Gracias.

—Me sentaré a tu lado —dice—. Quiero comer contigo y tomar tu mano cuando oremos.

Mierda. ¿Ese niño tiene 50% de mis genes? ¿Dónde están?

—Hayes llegó —dice papá.

—Buenos días —saluda al entrar. 

—Buen día —abraza a papá y luego a Tamara, saluda de puños a Theo y besa mi cabeza.

Hayes es tan diferente a… mi Hayes.

—¿Gael vendrá?

—La invité… dijo que le preguntaría a su novio.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —dice papá.

—Bueno soy su ex, así que es normal que no quiera que venga a comer con mis padres en la que sería la primera cena familiar.

¿Mis padres? ¿Hayes considera a Tamara su madre?

No lo culpo.

—En serio trato de ser su amigo.

—Todos nos dijimos eso en un punto, hijo —papá le palmea el brazo—. Y mira, soy su amigo, su esposo y el padre de su hijo. Así que no te mientas tanto.

—No, papá —se sientan y Tamara ríe—. Yo sé que la amo, eso lo sé —subo mis cejas—. La amo muchísimo, la amo con locura, la amo como a nadie. Sé que quiero más que solo ser amigos, pero ella siguió con su vida, ella continuó, la respeto a ella y a su decisión, y al menos la quiero tener en mi vida como amiga. Necesito a Gael en mi vida.

¿Era buen momento para decirle que Gael recién llega?

—Buenas… —saluda un poco avergonzada.

—Buenas —le devuelve mi hermano con la voz atrapada.

Al parecer, a los hermanos Bloom el amor les está pateando el culo.

Theo me mira moviendo sus cejas, este niño es un divino caso.

¿Qué los Bloom cagándola en el amor qué?

—¿Arroz o puré de papá? —interrumpe papá la incomodidad.

—Puré, gracias —responde Gael tímida.

Nos sentamos y Tamara hace una que otra conversación conmigo o Gael, en fin, Tamara salvando la comida. Oramos y el pequeño sostiene mi manos como si fuera algún tipo de salvaguarda…

—Pues sí, planeo estudiar psicología —dice ella—. Me atrae mucho la mente humana y cómo funciona… cómo evoluciona y se contiene.

—No es tan lindo como dicen —rio Tamara—. Como psicóloga me han llegado casos que he querido nunca haber recibido; ya sabes, ellos se niegan a avanzar, pero tú te cargas con ellos.

—Me imagino —Gael prosigue—. Y más a mí, suelo cargarme con los problemas de otros de gratis…

La comisura izquierda de la boca de Hayes subió.

—Al menos ahora te van a pagar —le digo.




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