Amor de mafiosos

Capítulo 3

Maxim

 

Acerco el auto hasta la puerta principal y llamo al timbre.

— ¿Maxim Georgievich? — el nuevo guardia de seguridad, creo que se llama Yura, mira asustado con sus ojos muy abiertos y se echa a un lado dejándome entrar.  — Ya aquí no queda nadie.

— Como que nadie, ¿todos se fueron?

Comprendo que pudieron mandarla a casa en medio de la noche, si se produjeron circunstancias de fuerza mayor. Pero entonces Alex me habría informado, y si no lo hizo, entonces está jodido.

— Yura, ¿qué pasó aquí esta noche? — Reprimí el impulso de agarrar al chico y empezar a sacudirlo.

— No soy Yura, soy Valera.

Me parece que mi expresión es suficientemente antipática, porque el chico cambia de color y empieza a dar explicaciones confusas:

— Al tipo le cayó un póker, cuatro damas, y ella sacó un póker de reyes, ¿se imagina, Maxim Georgievich?, soltaba tales palabrotas, estuvo a punto de golpear la pared con la cabeza...

— ¿A quién, quién es ella? — mi paciencia se derrite a la vista.

— A la rubia, a la nueva, la que tiene unos ojos así ... Y tiene unas piernas larguísimas.

— ¿Areeva? ¿Dina?

— No tengo idea, no me la presentaron, pero él la llamó de todas las formas posibles...el tipo ese...

— Valera,— no me queda más remedio que agitar al chico, — ¿cuándo ella se fue?

— Es que no se ha ido, Maxim Georgievich, está durmiendo en la Sala del personal, Alex la autorizó.

— Entonces, ¿por qué carajo dices que no hay nadie aquí? — Empujo al guardia a un lado y me dirijo hacia el ascensor oculto.

— Pensé que usted necesitaba a alguien de la gerencia, — explica Valera, pero ya no lo escucho.

¿Y dónde Timur recluta a estos idiotas? Tengo que decirle que lo reemplace…

Rápidamente cruzo el pasillo, paso por el Bar y entro en la habitación del personal.

La luz de la habitación está encendida, la chica seguro teme quedarse dormida. Yo antes también solía quedarme dormido con las luces encendidas mientras me preparaba para los exámenes. Eso fue hace mucho tiempo, en otra vida, no quiero recordarlo.

Dina duerme, acurrucada como una gata y con la palma de la mano bajo la mejilla. Me apoyo en la jamba y la miro. ¡Qué hermosa es! No debe trabajar aquí, mi intuición está parpadeando en rojo y aullando como una sirena antiaérea ahora mismo.

De repente veo que Dina está despierta y me mira como si yo fuera un fantasma.

— ¿Qué haces aquí?

Parpadea sorprendida, se levanta de un salto y se agarra el pelo, que se le desparrama por los hombros. Trata de alisarlos o recogerlos en un moño. ¿Perdió los elásticos otra vez?

Sus labios entreabiertos son rojos y carnosos. ¿Será porque los muerde a menudo? Con placer me imagino como cubro sus labios con los míos, y siento como abajo se establece el nivel de preparación número 1.

Estoy en vaqueros, así que no se nota tanto, la tela ajustada disimula parcialmente la excitación. Solo que Dina no mira mi bragueta, me mira a los ojos.

Ella se niega a ir a su casa y yo vuelvo a la mía. La ciudad ya se está despertando y estoy rabioso como un diablo conmigo mismo. ¿Por qué vine? ¿Para ligar a esta chiquilla? Tengo que empezar a fumar inmediatamente, la falta de nicotina es destructiva para mi capacidad de pensamiento.

Basta. Ahora es seguro que voy a dormir.

Me despierto tarde y me miro largamente en el espejo del baño, apoyando las manos en el lavabo. Hace como diez años que no tengo sueños. ¿Cómo se explica entonces que el subconsciente estuvo media noche burlándose de mí ?

En sueños, llegué al casino y Dina estaba durmiendo en el sofá. Y ni siquiera me desnudé, solo me desabroché el cinturón y la bragueta. Tengo que llamar a Lana, voy a verla, y luego las cosas empeoran. Porque me doy cuenta de que Lana no me motiva en absoluto.

Y eso que ella es hermosa y se afana. ¿Qué me pasa?

Antes lo habría disfrutado, pero ahora miro como Lana justifica su tarifa y recuerdo mi sueño de esta mañana. Labios carnosos entreabiertos, piernas largas ... esto es algo brutal.

— Maxim, ¿ya te vas? — Lana va corriendo detrás de mí. Su voz es ronca y hay vetas rojas en el blanco de sus ojos. Algo parecido a la conciencia se agita en mis profundidades, pero se desvanece muy rápidamente.

— Sí, me voy. Hoy no habrá continuación, — pongo dos billetes sobre la mesa. No tiene razón para ofenderse.

Es la primera vez abandono a Lana con un sentimiento de insatisfacción. Y ella no tiene la culpa de nada, la culpable es una chica desconocida que trabaja para mí. ¿No es el colmo?

Por cierto, tengo que averiguar qué historia es esa con los dos pókers. Llamo a Alex y acordamos una cita.

No me gusta en absoluto lo que escucho de Alex. En el juego todo es posible, pero no me gusta confiar en el azar. Tres pókers en un juego, más bien se parece a una confabulación con el cliente, lo que significa que mi intuición está haciendo sonar las alarmas por alguna razón.




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