Amor de mafiosos

Capítulo 9

Dina  

 

Si lo hubiera sabido de antemano, no habría sido la primera en entrar en la sala, no me habría sentado a la mesa de póker y me habría tapado los oídos. Pero no sé nada, así que salgo al vestíbulo, me siento a la mesa de póquer y reparto las fichas dos chicos del servicio de seguridad.

Estos son chicos nuevos y desconocidos que reemplazaron a los guardias que se fueron con el Montañés. Y en su lugar Domin dejó a Timur.

Últimamente Timur se comporta de manera muy extraña. Tengo la impresión e que Maxim habló muy seriamente con él antes de marcharse. Bagrov me rehúye, pero me echa miradas de esas que son capaces de incinerarme.

Después de la partida de Domin, pienso en él todo el día. No puedo dejar de darle vueltas en mi cabeza a nuestra breve despedida y sobre todo a la forma en que me besó. Al principio suavemente, apenas tocándome, luego brioso, casi como aquella noche...

Y también ese extraño deseo de que yo viviera en su casa. ¿Qué puede significar esto, alguien puede explicármelo? Maxim habló de la seguridad, pero yo no soy la Reina de Inglaterra ni el Primer Ministro, ¿qué problemas de seguridad pueden haber aquí?

Y también lo extraño, horriblemente. No trato de engañarme a mí misma, seré sincera: sin Domin la vida es melancólica y angustiada, especialmente en el casino. Incluso cuando estábamos disgustados, seguía viniendo cada noche y pasaba media noche ante mis ojos. Ahora se ha formado un vacío a mi alrededor y no puedo encontrar la forma de llenarlo.

Tampoco me llama, aunque tengo su número de teléfono en mis contactos. Y no escribe, aunque a veces aparece en la red. Es cierto que desaparece casi de inmediato.

Incluso me acuesto abrazada al teléfono, pero Maxim obstinadamente no llama. ¿Por qué me pidió que viviera en su casa? ¿Quizás quería ahorrar dinero en la alarma antirrobo?

Estuve agonizando así durante un par de días y luego decidí llamarlo yo misma, y ojalá no lo hubiera hecho. Su tono frío y extraño tuvo el efecto de una ducha fría. Me habló como yo si fuera un empleado del banco que lo llamó para recordarle un préstamo.

Rechacé la llamada y juré no volver a llamarlo, y él no volvió a llamar. Pero Timur llama varias veces cada noche. No sé por qué, pero puedo decir por la reacción de Timur que lo está llamando Domin.

Esté donde esté, al recibir la llamada, Bagrov se levanta y sale al vestíbulo, mientras me mira de una forma muy peculiar. Como ahora, por ejemplo.

 Al principio ni siquiera escucho sobre que están hablando los chicos que están sentados enfrente. No me interesa de qué hablan, y a nosotros ellos hace tiempo que nos perciben como muebles. Y solo cuando se menciona el nombre del Montañés, se ponen tensos.

— ¿Snezhana? ¿Esa es la que el Montañés expulsó y después le exigió una indemnización al Heraldo? —pregunta uno de los muchachos con la frente aplastada.

— Esa misma, —responde el otro. — El Montañés  dijo que era una inútil, que no sabía hacer nada y ni siquiera le dió dinero para el taxi. Se fue en el tranvía.

Escucho muy atentamente, intentando no delatar mi interés. El Heraldo es el proxeneta local, que suministra prostitutas para los visitantes del Píxel.

 —El Montañés y el Heraldo probablemente ya las han probado a todas.

— No, ¿para qué?, él tiene a Lana. ¿Tú la has visto alguna vez? Esa es una muñeca que...— el de la frente aplastada pone los ojos en blanco. — No sé cómo él puede mirar a alguien después de ella.

— El muy rara vez recoge a alguna ajena, ¿para qué hacerlo? Las propias chicas se le cuelgan al cuello al Montañés,— continúa su amigo.  — Pero oí como él le decía a nuestro Timur que es más fácil tratar con prostitutas, con ellas todo está claro. Con las chicas que ligas, tienes que gastarte pasta, llevarlas a restaurantes, y luego puede resultar que no son capaces de hacer nada normalmente.

Estoy desesperada porque llegue el relevo. Me cierro en el baño, mantengo mis manos bajo un chorro de agua fría, y luego las presiono contra mis mejillas, tratando de enfriarlas. Pero nada causa efecto. Simplemente no puedo creer lo que escuché.

¿Y ahora cómo mirarle a los ojos a Domin. Yo ya me siento cohibida, y ahora le voy a temer como al fuego. Y con horror esperar su regreso.

Ya que él dijo que ahora estamos saliendo, no creo que se refiriera a un encuentro en un banco del parque. Pero el hecho de que mis habilidades no sean comparables con las chicas del Heraldo es tan claro como el día. Eso es sin contar a la belleza desconocida Lana. Así que es posible que Max a mí también me eche de la casa. Como a la tal Snezhana.

***

Me pasé todo el día siguiente torturándome sola, y solo cuando llega el fin de semana, me arriesgo a compartir con mis amigas. Para ello, vamos a un Club nocturno. No es tan sofisticado, por supuesto, como "Pixel", pero nos gusta.

Ocupamos la mesa más alejada para que la música no haga mucho estrépito, y trato de gritar más alto que la música y compartir mi pena con las chicas.

— ¿No crees que has creado un problema donde no existe?  — Después de escuchar mi enmarañada historia, María hace una suposición. — Por supuesto, Maxim es un tipo experimentado, si le creemos todo a esos dos chismosos, pero tal vez estén exagerando.




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