Amor de mafiosos

Capítulo 16

Dina

Duermo toda la noche de forma intermitente, y sólo caigo en un sueño profundo por la mañana. Сuando me despierto, lo primero que me viene a la mente es que todo fue un sueño. La cartera robada, el aguacero, Domin borracho y, sobre todo, la llamada de Timur. Pero la realidad irrumpe en la conciencia al instante, y me doy cuenta de que no fue un sueño. No lo soñé.

Anoche en realidad estuve en casa de Maxim. Otra vez huí de él y Domin borracho, cuando salió del baño, se subió a su auto y se fue a buscarme.

Se dió cuenta, a pesar de su estado zombi, a dónde yo podría ir en busca de dinero, ya que estrelló su todoterreno a un par de manzanas de distancia del "Pixel" . Si hubiera aguantado un poco más, en el club podrían haberlo detenido. Así que el coche no tiene arreglo y, junto con él, mis relaciones con Max, que apenas habían empezado a definirse.

Dudo mucho que nuestro encuentro cuando Domin tenga la cabeza sobria será alegre. Pero de todas formas, aunque con mucha dificultad espero hasta la noche y llego al club media hora antes. Por supuesto, es poco probable que vea a Maxim hoy, pero tal vez Timur me cuente algo nuevo.

Pero fue el Flaco quien me contó .

Estoy en el vestíbulo y finjo arreglarme el pelo frente al espejo. De hecho, simplemente no puedo estar en la habitación del personal, donde me siento completamente aislada. Entran el Flaco y el Cuadro y se sientan en el sofá del vestíbulo, el Flaco como de costumbre me mira las piernas descaradamente.

— Bueno, Muñeca, — estás jodida, — con evidente placer me dice Igor. Esto no es una ironía, solo está confirmando un hecho. — Ahora tendrás que trabajar para el Montañés por el resto de tu vida hasta que le compenses el costo del BMW.

— En nuestra tierra la esclavitud está abolida, — respondo sin darle la cara. Miro atentamente la ceja derecha en el espejo, como si ahora esto fuera lo más importante.

— En la tierra de ustedes, puede ser, — guiña un ojo el Flaco, — ¡pero en la nuestra florece!

— Yo no senté a tu Montañés borracho al volante, — sigo diciendo, y dentro de mí todo se enfría, porque en el fondo del espejo veo a Domin, que está de pie en la puerta. Parece bastante entero, solo en la sien tiene dos rasguños profundos. — Así que me da lo mismo.

Y tanto el Flaco como el Cuadro se evaporan instantáneamente. Cierro los ojos. Tenemos que hablar de todos modos, así que no tiene sentido esconderse.

— Eso para mí está claro, — dice Maxim. Muy frío y desagradable. — Me di cuenta de que no te importo, puedes no repetirlo. Dime, ¿para qué viniste ayer si te escapaste de inmediato?

Asombrada levanto mi cabeza y me doy la vuelta a ciento ochenta grados.

— ¿Todavía preguntas? — es como si yo fuera a reventar. — Tú me diste las llaves y me dijiste que podía venir en cualquier momento. No sabía que habías vuelto, me puse tan contenta, y tú me dijiste tantas cosas.…

— Estaba borracho, Dina, — Maxim gime, cubriéndose los ojos con la mano, — no recuerdo nada en absoluto. Te recuerdo en mi bata en la butaca y eso es todo. ¿No lo viste? Por eso no te llamé, porque pensaba emborracharme. ¿Por qué viniste precisamente ayer?

— Sí, tuve suerte, — asiento, — supe muchas cosas interesantes sobre mí. Y sabes, me resultó suficiente, no quiero más.

— Estaba borracho, — gruñe y me agarra de la muñeca, pero quito su mano y esquivo a Domin que se avecina.

— Yo necesitaba ayuda, Max, en vez de eso me revolcaste en el barro. ¡Si hubieras podido escucharte! Vamos, ahora vete con tus putas limpias y honestas. No necesitas chicas normales.…

Me agarra por las dos muñecas y me presiona contra la pared.

— ¿Normales? ¿Dónde ves a normales aquí? Joven infantil egoísta mimada, eso es lo que eres. Si fueras normal y, — otra vez pasa a un susurro, — y si no pensaras sólo en ti misma, me hubieras golpeado por la nuca y ya. ¡Yo apenas podía mantenerme en pie! Por la mañana lo hubiéramos aclarado todo. Me hubiera arrastrado a tus pies por cada palabra, y tú simplemente huiste. Sabías que yo iría tras de ti, viste que estaba casi loco, pero no te importó. A ti te da lo mismo. Basta, — él afloja su agarre y se separa bruscamente, — estoy harto de estos juegos infantiles. ¡Necesitas un mocoso como tu Vlad, así que adelante! Aún no has crecido para más que eso.

Miro a Max con desesperación y me doy cuenta de que él tiene razón. Absoluta. Mientras huía, incluso esperaba en mi corazón que él corriera tras de mí en alas del amor. Solo que no me alcanzó el cerebro para darme cuenta de que Domin no correría en las alas del amor, sino en su automóvil, borracho, bajo una lluvia torrencial.

Miro su sien herida, sus labios fruncidos, sus ojos grises, en cuyo fondo arde un fuego familiar, no quiero lanzar más acusaciones mordaces. Quiero pasar los dedos por su cara, tocar la sien con los labios, besar sus ojos, hasta que vuelva a aparecer esa mirada burlona, que tanto me gusta.

Pero ahora hay una amplia brecha entre nosotros, que por mucho que quiera, no puedo cruzar, porque... Sí, porque el propio Maxim no lo permitiría ahora.

— Podría haber matado a alguien, Dina, — continúa Max, distraídamente, mientras tanta, siento como parece que ardo y luego siento un frío helado. ¡Dios mío!, realmente pudo haberse convertido en la causa involuntaria de la muerte de alguien, qué estúpida soy ... — Y no digo nada sobre el hecho de que pude haberme estrellado, pero esto, según tengo entendido, es lo que menos te preocupa. Así que todo es para mejor. Y otra cosa, — está a punto de romperme la mano, incluso me quejo en voz baja, —hoy fue la última vez que te permitiste mandarme a la mierda. No golpeo a las mujeres, pero prometo no contenerme más, así que mantén la lengua detrás de los dientes. Aunque ¿qué mujer eres tú...?




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