Amor de padre

Reconociendo a mi hijo: Capítulo IV

Por la hora, casi las 9 pm, supuse que Eliana tendría hambre y sed, así que la siento en la sala de espera de Emergencias, cerca de una de las esquinas, donde nadie nos va a molestar, y camino hacia la pequeña cafetería dentro del nosocomio para comprar algo de comer y beber. Al regresar a su lado, Eliana me mira muy conmovida, con los ojos cristalinos por las lágrimas que no cayeron, toma lo que le estoy ofreciendo –una leche con café y un sándwich de jamón y queso caliente- y me agradece. Yo me siento a su lado, en silencio, y empiezo a comer. Después de todo lo que ha sucedido en estas horas, no pienso presionarla, ya que creo que es ella quien debe iniciar la conversación en la que expondrá la historia de su vida. De reojo logro ver que de vez en cuando ella gira un poco la cabeza para poder mirarme y saber qué estoy haciendo. Al ver que solo como mi sándwich y bebo mi café, ella hace lo mismo. Al acabar ambos con esa cena improvisada, le pido que me entregue los envases y servilletas usadas para descartarlas en los botes de basura, así hago tiempo para que ella decida abrir su corazón conmigo y compartirme su historia. Cuando me siento nuevamente a su lado, ella gira por completo hacia mí, dice mi nombre, yo le presto atención al mirarla, y ella empieza, con mucha dificultad, la conversación que tanto he esperado.

  • Tenía quince años cuando el padre de Sebastián me pidió que sea su novia –así empieza a relatarme su historia-. Él es cuatro años mayor que yo, amigo de mi hermano mayor. Mantuvimos una relación secreta porque mi hermano siempre fue muy celoso y no le gustaba la idea de que uno de sus amigos esté con una de sus hermanas, así que aprendimos a decirnos las cosas con la mirada; a buscar lugares y momentos adecuados para que nadie nos viera queriéndonos; a mentirle al mundo sobre nuestros sentimientos.

»Él estudiaba en la universidad pública de la provincia donde nací y crecí. Era un buen alumno y se dedicaba mucho al estudio para resaltar porque sabía que eso lo sacaría de la pobreza. Yo tenía diecinueve años cuando él terminó la universidad a los veintitrés. Al ser el mejor alumno de su clase, consiguió una pasantía en una reconocida empresa dedicada a la producción de alimentos para consumo humano, y se vino para la capital a trabajar. Con su primer sueldo me compró un celular con el cual nos comunicábamos todas las noches antes de ir a dormir, cuando me escabullía hacia la azotea de la casa.

»Un día, después de ocho meses de haber partido por un mejor futuro, regresó para visitar a su familia. Después de ver a los suyos, fue a buscarme. Yo pensé que se presentaría ante mis padres y hermano para confesarles lo que teníamos hace varios años atrás, pero no, solo me llamó al celular para encontrarnos en alguno de nuestros lugares secretos, como siempre lo hacíamos. Esa tarde él estaba extraño, me tenía abrazada y sentada sobre sus piernas mientras me repetía sin cesar que me amaba, que era lo más bonito que tendría en toda su vida. Él nunca había sido así de intenso, de meloso, y lo relacioné con que se sentía así porque llevábamos muchos meses sin vernos. Entre tantas palabras bonitas, promesas que me hacía, hicimos el amor sin protección.

»Al mes de haber estado con él, empecé a sentirme extraña. Una amiga notó mis cambios y me hizo un comentario de broma, porque para todos yo no tenía novio y nunca había estado con un hombre. Ella me dijo que me estaba comportando como su hermana cuando salió embarazada. Ese comentario encendió mis alertas, y, recurriendo a la única persona que sabía de lo nuestro y más de una vez nos ayudó a que nadie se entere, le pedí a su hermana mayor, hija del primer compromiso de su padre, que me ayude comprando una prueba de embarazo. No te imaginas la cara que me puso cuando le hice ese pedido, pero no dudó en apoyarme. En el baño de la casa de la hermana mayor del padre de Sebastián, me enteré que estaba embarazada.

»Ella, al ser varios años mayor que nosotros, lo llamó de inmediato para que programe viajar a la ciudad y así darle la noticia. Ese fin de semana llegó, y le dije lo que sucedía enfrente de su hermana. Él empezó a caminar de un lugar a otro de la sala y a rascarse la cabeza, la cara, estaba preocupado. Su hermana le preguntó por ese extraño comportamiento, y él le respondió que ser padre no estaba en sus planes. Al dejar la casa de su hermana, nos fuimos a uno de nuestros lugares secretos, y ahí me confesó lo que sucedía: él estaba comprometido con otra mujer en la capital, con quien se iba a casar en seis meses.

»Él me propuso que aborte, pero yo no quise. Yo estaba enamorada, y ese bebé significaba para mí el amor que le tenía. Al llegar a mi casa, con la tristeza y el miedo de saber que él no estaría a mi lado durante esta complicada situación, le confesé a mis padres que estaba embarazada. Ellos no consolaron mi tristeza ni atenuaron mi miedo, al contrario, los elevaron a la enésima potencia. Por los gritos de mi padre y el llanto de mi madre, mi hermano llegó a la habitación de mis padres para preguntar qué sucedía, y al saber que estaba embarazada, me golpeó en la cara y me zarandeó para que le diga el nombre del padre. Yo amaba al padre de Sebastián y no quería que nada malo le suceda, quería que él sea feliz y lograra todo lo que se había propuesto para su vida, así que callé. Ante mi silencio, mis padres me echaron de la casa. La noche entraba, así que me fui a la casa de su hermana, y ahí me quedé por dos días.

»Su hermana me presionaba para que vaya y confiese mi embarazo a los abuelos de Sebastián, las únicas personas que obligarían al padre de mi hijo a que me cumpla, pero algo en mí me decía que no confiese ese secreto. La noche anterior a la mañana que dejaría la casa donde me refugiaba, escuché que su hermana estaba hablando con él por teléfono, y pude entender que él se casaba con otra por la oportunidad de crecer. La mujer que era su prometida era diez años mayor que él, la gerente de producción, la hija de la familia dueña de la empresa donde trabajaba. Él aprovechó la oportunidad de enamorarla cuando notó que ella se sentía atraída hacia él, pensando en la opción de conseguir mejorar su puesto de trabajo y hacerse indispensable en esa empresa, pero las cosas se le salieron de las manos cuando terminó acostándose con ella, y, según él, sin querer, terminó iniciando una relación con esa mujer.




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