Ser padre y esposo a la vez no debe ser fácil. Y lo digo porque es la segunda noche que la mushita no deja que mi bonita y yo disfrutemos de nuestra reconciliación como debe ser. Uno, como hombre, tiene la necesidad de calmar la pasión que siente por la pareja, pero a la vez, como padre, debe ser responsable y cuidar de los hijos, más aún cuando son pequeños. La bebita estuvo llorando toda la noche. Yo, que no quería dormir para pasar tiempo de calidad con la Rosalía, terminé trasnochando porque debí preparar biberones, sacar gases y cambiar pañales.
Ahora ya me estoy yendo al mercado. Son las 3:30 a. m., pero por las calles de Barrios Altos ya hay movimiento. Muchos creen que este barrio es de gente de malvivir, de puros choros y viciosos, pero la verdad es que aquí vivimos varios que trabajamos honradamente. Como en todos lados, por aquí también hay buenos y malos. ¿O me van a decir que en los barrios pitucos no hay choros y viciosos? La diferencia es que esos otros choros no roban con cuchillo o arma de fuego en mano, sino con estafas bien pensadas, con leyes hechas para favorecer a unos pocos y contratos que no ayudan a quienes la pelean a diario para sobrevivir; y los viciosos consumen drogas caras, de esas de que se habla en los noticieros de la tele, y lo hacen en lugares exclusivos, no como los de mi barrio, que aspiran terokal en una casona abandonada o debajo del puente.
Ya en el puesto, me doy con la sorpresa de que el Servando, el Marlon y la Adela ya abrieron y están esperando al camión que llegará con fruta de la selva. El puesto de doña Perla es el único que trabaja directo con productores y algunos mayoristas en este mercado, por lo que son ellos quienes nos traen la fruta en vez de nosotros ir por ella. Esa es una ventaja que la doña supo negociar, de ahí que entre nuestros clientes también estén los dueños de otros puestos de este mercado. Por política de la doña, no le ganamos mucho a nuestros compañeros comerciantes. La ganancia principal viene de los pedidos de clientes mayoristas y de la venta minorista. La verdad es que para todos sale el sol, así que no hay envidias y broncas entre los que trabajamos en el Mercado Ayllón.
—¿Jefecito? ¿Qué hace aquí? —pregunta el Servando realmente sorprendido de verme.
—He venido a trabajar, ¿qué más podría hacer aquí? —respondo lo obvio—. ¿Ustedes qué hacen aquí?
—Hemos venido a abrir el puesto y recibir la mercadería —responde la Adela.
—Es que la doña nos ha cambiado el horario y las responsabilidades —añade el Marlon—. Eso jode un poco, pero lo bueno es que nos va a pagar más.
Doña Perla ha encargado a estos tres a abrir el puesto y recibir la mercadería de lunes a viernes. Los fines de semana lo hará el Charlie. La distribución de los pedidos mayoristas que se reparten a juguerías y restaurantes seguirá a cargo del Servando y el Marlon, y la Adela junto con la Marcela atenderán por las mañanas la venta minorista. A mediodía, Chela junto con Jacinto y Pedro se encargarán del puesto hasta el cierre. A los dos mocosos les ha dicho que si no trabajan bien los despedirá. Ellos han prometido que no la defraudarán, y ella les ha subido el sueldo porque, además de limpiar, van a ayudar en la venta. La doña empezará a venir al puesto a diario, desde las 5 p. m. hasta el cierre, que siempre es pasando las 10 p. m.
—¿Acaso la doña piensa deshacerse de mí? —digo a viva voz lo que pienso.
—No, jefecito, ¡cómo cree! —responde el Servando a mi pregunta, y yo me sorprendo cuando lo escucho porque no me di cuenta que hablé lo que pensé.
—Doña Perla nos ha dicho que usted estará fuera de Lima por un tiempo —completa la Adela—. Ella no nos dijo el motivo de su viaje de usted, jefe, solo nos precisó que usted, a su regreso, retornaría a su puesto y nosotros a lo que siempre hacemos.
Como no puedo llamar a la doña a estas horas, me pongo a trabajar con los muchachos, explicándoles detalles de mis labores como administrador del puesto. La Adela, la más minuciosa y lista de los tres, empieza a tomar nota de algunos puntos que especifico. Ahora entiendo por qué la doña ha hecho que ella venga tan temprano; ella actuará como si fuera mi cabeza, la inteligencia, mientras que el Servando y el Marlon serán mis brazos y piernas, la fuerza.
Cuando el día empieza a aclararse, miro mi celular y veo que ya pasan de las 7 a. m., así que llamo a la doña para que me explique todo eso de que me iré de viaje.
—Ayer César indicó que debías irte con Rosalía a algún pueblo del interior para conseguir la partida de nacimiento de la mushita, así que yo empecé por distribuir tus labores entres los muchachos —Por eso la doña es buena negociante: se anticipa a lo que vendrá.
—Y mientras no tenga definido a dónde me iré con la Rosalía y la mushita, ¿estaré desempleado y sin producir? —La doña se ríe a carcajadas tras escuchar lo que acabo de decir.
—¿Me vas a decir que no tienes bien guardados tus ahorros, Avelino? Casi, casi eres devoto del santo del puño, salvo con tu mujer, aunque no tienes idea de los detalles —Lo que acaba de decir la doña es verdad, pero igual me ofende que use ese tono burlón cuando me lo dice—. Y hablando de detalles, te olvidaste en mi auto el regalo que te di para ella, el que debías entregar como si tú lo hubieras comprado.
—¡Verdad, el regalo! —Yo sabía que de algo me estaba olvidando—. Doña, más tarde me lo da para dárselo a la Rosalía. Sobre lo anterior que me dijo, usted bien sabe que siempre me ha gustado tener un guardadito, pero si no sigo produciendo, me lo gastaré todo en un abrir y cerrar de ojos. La mushita toma teta como si a diario muriera de hambre, además que caga como si fuera una adulta de más de cien kilos. La fórmula es cara, porque le compro la mejor, no le voy a dar agüita teñida de blanco, sin nutrientes ni eso que necesita para crecer sana, y los pañales, al ser más de cinco los que se le cambian por día, sin contar el de la noche, un paquete grande se lo va a acabar como si nada en una semana. Y eso es por ahora, que está chiquita. La Rosalía ya me dijo que hay que comprarle una cuna, para que duerma apropiadamente, además que hay que comprarle más ropita; la pobrecita no puede estar solo con una muda. Se vienen gastos grandes que debo enfrentar por la mushita, doña. No me puedo quedar sin trabajo.
Editado: 13.12.2025