Amor extranjero

33

Alexander se sentía feliz porque Milena lo observó, era tan gratificante sentirse un poco querido por aquella pequeña malvada.

—En media hora empezamos —dijo Edmund, lo despertó de su pequeño momento amoroso junto a ella.

—Este año van a perder —expresó confiado.

—Somos cuatro equipos, los equipos de Lecter y Douglas no son fáciles, depende de a cómo nos toque en el sorteo —aclaró Eliot.

—Esperemos que ustedes pierdan y a nosotros nos sea fácil ganar. La compañía de Travis dará cien mil libras al ganador —comentó Michael.

—Y todos sabemos que sea quien sea el ganador, ese dinero irá a las arcas de alguna fundación, todos practicamos la filantropía —glosó Edmund.

Los equipos se habían reunido y se sortearían los nombres para anunciar qué equipos competirían entre ellos. El equipo de Travis quedó contra Douglas, por lo que Edmund y Lecter eran contrarios.

Milena volvió a su asiento con una sonrisa en el rostro pensando en Alexander, en lo guapo que se veía con su equipo de polo, era tan galante el condenado que le daban ganas de cortarse las venas con galletita por tenerlo una vez más, pero si aún no solucionó el problemita, menos se pondría a buscar otro mayor.

—Niña, ¿dónde te habías metido? —exclamó lady Seraphine, se sentó junto a ella.

—Fui a saludar, lady Seraphine.

—No te alejes de mí, este mundo es difícil, todos los que están aquí son gente muy adinerada y de la nobleza, incluso vi a la nieta de la reina recorrer por las caballerizas, es amante de los caballos, también es competidora en el deporte hípico.

—Y yo vestida como si fuera la hija de un indigente —recordó frustrada.

—El vestido es muy bonito, solo que un poco inadecuado.

—¿Inadecuado? —preguntó confusa.

—Muestra tus atributos.

—¿De qué atributos se supone que habla? ¿Los pechos? No, lady Seraphine, llegué tarde a la repartición de pechos.

—Lo bueno es que estamos con muchos caballeros, ya me encargué de decir que vienes con Edmund, así que nadie se atreverá a mirarte de más.

—¡¿Que hizo qué?! —indagó con palpable enojo

—Ya eres casi la novia de mi hijo así que solo estoy esparciendo la buena nueva —explicó pilla la duquesa.

—Le prohíbo, Le prohíbo que lo vuelva a hacer. Solo soy buena amiga de su hijo, además yo estoy...

—¡Lady Henrietta, espere que con usted quería hablar —dijo lady Seraphine, la dejó con la palabra en la boca. Le dejaría en claro que solo eran buenos amigos y que solo le pediría un beso antes de irse a su país, solo para saber lo que se sentía besar a un aristócrata, no se iría de Londres sin cumplir sus sueños.

—Damas y caballeros. Bienvenidos una vez más al torneo anual organizado por nuestro adorado benefactor Travis Teasdale —anunció una voz femenina en el micrófono—. Tendremos cuatro equipos que irán de la siguiente forma: el equipo del señor Teasdale irá contra Silas Douglas, el equipo del duque de Dorset contra Louis Lecter.

Diana y Kate se sentaron junto a ella. Ambas estaban vestidas con la elegancia de la simpleza, Kate se veía bien con todo lo que se ponía. ¿Cómo Alexander podía estar interesado en ella y no en Kate? Eran cosas que nunca entendería.

—Verás a tantos caballeros guapos —opinó Diana, sonriente.

—Lo imagino, al parecer los trajes de polo son bastante favorecedores —comentó sin darse cuenta.

Y sí, Diana tenía razón, era un paraíso de hombres. Si Irma estuviera ahí ya se los hubiera comido a todos, incluso los piropearía sin ningún tipo de impedimento moral.

Todos los integrantes de los equipos estaban al costado del campo donde la mujer indicaba el juego y en qué consistía para los nuevos asistentes.

Eliot como buen bravucón no podía estar sin buscar algún tipo de víctima para su próximo plan y encontró a esa persona.

Comenzó a hacerle guiños a Kate, mientras ella se hacía la desentendida.

Milena miraba curiosa a quién iban aquellos gestos, pronto se dio cuenta que iban dirigidos a la rubia

—Creo que tienes un admirador, Kate —comentó Milena.

—No entiendo a qué te refieres. —Miró con un larga vista hacia otro sitio.

—El hermano intenso de Edmund —respondió.

—Otra que se dio cuenta que es un intenso —expresó, dándole la razón a ella..

—Es cierto, no deja de mirarte, solo un día tienen de conocerse y ya lo flechaste —agregó Diana.

—Es guapo, ¿no crees, Diana? —insinuó Milena.

—Es ideal para Kate.

—Lo siento, pero todos saben de mi interés por Alexander y tanto él como yo ya estuvimos relacionados en un pasado no muy lejano y estoy segura que pronto estaremos juntos, y cuando me refiero a muy relacionados, me refiero a que muy juntos. Demasiado. —Juntó los dos dedos índice e indicó aquella unión.

Era de esperarse que el comentario de Kate le cayera como si se hubiera comido veinte kilos de tortilla grasienta, era incómodo tener sentada tan cerca a la ex mujer del hombre que gustaba. Compartieron al mismo hombre. Era horrible, pero nadie le quitaba lo bailado.




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