Pov Sofía
Me llevo ambas manos a la cara y lloro desconsoladamente. No sé cuánto dolor más podrá aguantar mi corazón, no es más de un mes que perdí a mis padres y aún me llevo recuperándome de esa perdida. Busco mi celular en el único bolso que pude sacar de casa de mi aún esposo. Veo mis lágrimas caer sobre la pantalla al ver la foto sonriente de mi hijo.
Me seco las lágrimas con violencia y recuerdo que debo ser fuerte para poder recuperar al único pariente que me queda con vida, al único que me permite seguir cuerda ante toda esta maldita mierda. En ese momento lamento haberme enamorado perdidamente de Álvaro Reyes, gracias a él, su dinero y su maldita familia mi vida se convirtió en una verdadera basura, no creo que valga más que una rata en este momento.
Me levanto de la cama vieja, voy hacia la sala y enciendo el televisor viejo que era de mis padres. En aquel televisor están pasando por todos los medios de televisión que el reconocido abogado Álvaro Reyes fue agredido por su aún esposa quien tiene problemas con el alcohol y las casas de apuestas.
Comienzo a reír como una verdadera loca al ver como la prensa deja a Álvaro como la victima mientras que a mí me destruyen; si ellos supieran que la verdadera víctima de todo este maldito show que mostro él y su familia era yo.
Mi recuerdo de la noche pasada es tan vivido. Me encontraba descansando cuando Álvaro llego alrededor de las dos de la mañana pidiéndome que abandonara mi casa porque no soportaba más tiempo estar al lado, que su madre había conseguido llegar a un acuerdo con el alcalde y este había aceptado que se casaran. No podía negar que aquello me dolía, me dolía ver el hombre en el que se había convertido el hombre que juro una vez frente al altar que me protegería y nunca soltaría mi mano.
—Bien divorciémonos, pero me llevó a mi hijo conmigo —fue lo que respondí porque si él no me amaba no podía seguir a su lado humillándome y siendo humillada por su familia que nunca me había aceptado por no pertenecer a su círculo social y no estar a su altura ya que yo solo era una simple secretaría que buscaba casar a un tipo rico como su hijo al menos eso era lo que me repetían cada vez que podían mis suegros y cuñada.
—¿Crees que te dejare llevar a mi hijo? —gruño Álvaro y me obligo a levantarme de la cama. Mejor desaparece de mi vista y firma los papeles, no quiero que mi hijo vuelva a verte. Te informo que mi madre se llevó a nuestro hijo porque tu no estas ni en las condiciones y capacidades para cuidarlo.
Aquellas palabras eran como gasolina a mi motor lo cual me hizo encender y me dije a mi misma que si ellos no tenían compasión por lo que estaba pasando y para colmo querían quitarme a mi hijo pues yo no tendría tampoco con ellos.
Vi a Álvaro bajar las escaleras y yo corrí por su tras y me abalance encima suyo cayendo al piso ambos, yo comencé a golpearlo y gritarlo que me devolviera a mi hijo más el me tomo fuertemente de los brazos pidiendo que me detuviera, gritándome que estaba loca que no podía tener a mi hijo si seguía con mis vicios hasta ese momento por motivos del enojo y la frustración no entendía mucho de que iba todo esto hasta que me vi a través de las ventanas de vidrios varios flashes de celulares grabando nuestra pelea y todo lo que supuestamente yo lo estaba atacando.
Quise reaccionar, pero fue demasiado tarde en ese momento ingresaron varios policías quienes me sometieron contra el piso y por más que hiciera todo por defenderme me era imposible, recuerdo que en la desesperación gritaba el nombre de mi hijo que era lo único que me importaba en este momento.
Recuerdo que me sacaron de la que se suponía mi casa esposada y me subieron al auto de los policías mientras era fotografiada por diferentes cámaras que no supe en que momento llegaron, pero ahora todo estaba más claro; todo esto era una trampa de Álvaro y su familia para desacreditarme como madre y quitarme a mi hijo.
Me obligó a cerrar las manos en puño al recordar la amenaza que me dio Álvaro antes de salir de la estación de policía «No hagas mucho escándalo sobre esto, es mejor que firmes los papeles y desaparezcas de nuestras vidas porque te aseguro que la próxima vez me asegurare de encerrarte en un manicomio, tómalo como un gesto de buena fe por mi hijo».
No sabía qué demonios haría, pero estaba segura que recuperaría a mi hijo si ello significaba vender mi alma al diablo y debía de empezar ya a ponerme en marcha, debía trabajar para conseguir dinero sin dinero ningún abogado quisiera prestar sus servicios.
Me puse de pie y escuché cada una de las palabras que salían de la boca de Álvaro quien fue entrevistado. «Espera y verás» dije para mis adentros y recogí las cosas que había tirado al piso, sino fuera por la vieja casa de mis padres en el barrio más peligroso de la ciudad no tendría más opción que dormir en la calle, mi corazón se sintió cálido al recordar a mis padres y esta casa me permitía estar más cerca de ellos.
En ese momento escucho golpes que proviene de la puerta. —No estoy para nadie —grito al no querer salir a atender a mis vecinos que lo más probable es que ya se enteraron lo que me paso por las noticias que están circulando más no se van porque el sonido que proviene de la puerta se vuelve más insistente.
—¡Maldición! A regañadientes me muevo hacia la puerta sin importarme el aspecto que tengo, al abrir la puerta mis ojos están clavados al piso, arrugo el entrecejo al ver la punta de un zapato reluciente y al parecer es de diseñador, son parecidos a los que usaba Álvaro lo cual me obligada a levantar la cabeza de solo imaginar que sea familia de ese desgraciado.
—¿Quién es usted? —pregunto molesta, clavando mis ojos verdes sobre el hombre elegante que tengo delante de mí y me observa con la frente arrugada también.
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Editado: 06.05.2022