Amor no correspondido

CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 17

Al ingresar a la oficina de Alessandro, observe el espacio amplio y cómodo. Cada detalle hablaba de elegancia y poder. Las paredes estaban revestidas con madera oscura, y una enorme ventana detrás de su escritorio ofrecía una vista privilegiada de la ciudad. En un costado, un par de sillones de cuero negro junto a una mesa de cristal componían una zona de descanso.

Sin decir una palabra, me dirigió a uno de ellos y me senté, cruzando las piernas con calma.

Alessandro cerró la puerta detrás de él con más fuerza de la necesaria y se giró para mirarme con evidente irritación.

—¿Me puedes explicar por qué vienes a hacer un escándalo en mi empresa y agredes a mis trabajadores? —espetó con molestia, cruzando los brazos sobre su pecho.

Solté una risa irónica.

—¿Crees que vengo aquí porque sí? ¿Porque me divierte que me insulten y me agredan? —réplica con dureza.

Alessandro parpadeó, sorprendido por mi tono, pero enseguida recuperó la compostura.

—Vengo por esto —saqué el documento de mi bolso y lo coloqué sobre la mesa frente a él—. Me envías esto a mi casa, me amenazas y luego desapareces.

Se río con burla mientras tomaba asiento frente a mí, desabrochando el primer botón de su saco con tranquilidad.

—La que desapareció primero fuiste tú, esposa —remarcó con ironía—. Así que no me vengas con reclamos.

Mi mandíbula se tensó.

—¿Querías que me quedara viendo cómo te paseabas con tu amante delante de mí y de mi familia como si nada? ¿Fingiendo que todo estaba bien?

Su expresión se perduró.

—Corinna no es mi amante —soltó entre dientes.

Bufé con incredulidad.

—Por favor, Sandro. No soy idiota.

Él apretó los labios, pero no dijo nada.

—Si me fui porque necesitaba alejarme de toda esta situación. Era demasiado para mí —continué, sin apartar la mirada de la suya—. Sabía que después de cómo la defendiste ese día, la prensa me destrozaría al día siguiente.

Alessandro apoyó los codos sobre sus rodillas y entrelazó los dedos, observándome en silencio, como si analizara cada una de mis palabras.

—Crees que permitiría que te hicieran daño cuando estás embarazada de mis hijos?

Lo miré con una mezcla de rabia y escepticismo.

—No sé qué esperar de ti, porque lo único que has hecho desde la vez que amanecimos juntos es tratarme de la peor forma.

Su expresión cambió. Sus ojos se encendieron de furia.

— ¿Y cómo querías que te tratara? —alzó la voz—. Me drogaste y pagaste a alguien para que me llevara a tu habitación, ¡para obligarme a pasar la noche contigo!

Mi cuerpo se quedó inmóvil. Mis labios se entreabrieron por la sorpresa.

—¿Qué… qué estás diciendo?

Alessandro se puso de pie de golpe, respirando con dificultad.

—¿Vas a negarlo? —soltó con desprecio—. ¿Vas a fingir que no planeaste todo? Después de eso me entero de tu embarazo y sé que solo lo hiciste para atarme a ti. No eres más que una niña caprichosa que no sabe aceptar un no. O acaso… —se inclinó ligeramente hacia mí, su mirada taladrando la mía—, ¿ya olvidaste cómo te rechacé ese día cuando intentaste besarme a la fuerza?

Su voz me tocó con la fuerza de un puñal. Una oleada de recuerdos se estrelló contra mí.

Mi cumpleaños número quince.

El vestido azul que tanto había amado.

Las luces de la pista de baile reflejándose en los ojos de Alessandro.

La determinación con la que le confesé mis sentimientos, la desesperación al ver que se marchaba sin responder.

Y mi error.

Mi error de aferrarme a él, de besarlo sin su permiso, con la ilusión de que correspondiera lo que sentía.

Lo que vino después fue peor.

Su rechazo brutal.

El asco en su mirada.

El tono cortante con el que me dejó en claro que no me veía más que como la hermana de su mejor amigo.

—Jamás estaría con una mujer tan superficial y vacía como tú.

Sus palabras resonaron en mi mente como un eco cruel, arrastrándome a ese pasado humillante.

No me di cuenta de que mis manos temblaban.

No podía respirar bien.

Me puse de pie de inmediato, sin mirarlo, dispuesta a marcharme.

—Rouse, tú…

Por un momento, creí percibir una grieta en su tono, un deje de preocupación.

No.

Debería ser mi imaginación.

Alessandro D'Angelo no sentía nada por mí.

Sólo desprecio y odio.

Y en ese momento, lo comprendí con una claridad abrumadora.

Respiré hondo, conteniéndome para no permitir que mi voz temblara. No le daría el placer de verme afectado.

—Solo mantente alejado de mí, Alessandro. Me mudaré contigo, pero lo hago por el bienestar de mis hijos, nada más. No quiero que lleguen al mundo viendo cómo sus padres se despedazan en los tribunales por su custodia.

Alessandro frunció el ceño, pero no me detuve.

—Eso es todo lo que quiero de ti. No te acerques a mí, no me dirijas la palabra a menos que sea estrictamente necesaria. Y te advierto algo: cualquier cosa que necesites tratar conmigo será solo en casa. No pienso poner un pie más en esta empresa después de la humillación que me hicieron pasar tus empleadas.

Su expresión cambió levemente, pero no me importó.

—Así como tú lo has mencionado —continué, mirándolo fijamente—, estoy embarazada. ¿Te imaginas lo que pudo haber pasado si los empujones de tu secretaria hubieran sido más fuertes? ¿O si los guardias en recepción me hubieran alcanzado y sacado a la fuerza de aquí? Pude haber perdido a los bebés.

Un destello cruzó sus ojos, pero no me detuve a analizarlo.

Me di media vuelta y caminé con determinación hacia la puerta, sin darle oportunidad de responder.

Al salir de su oficina, note que la secretaria descarada no estaba en su escritorio. Lo agradecí. No tenía paciencia para lidiar con su actitud nuevamente.

Me dirigí directamente al ascensor, ignorando las miradas curiosas de los empleados. En cuanto las puertas se cerraron, me dejé caer contra la pared, sintiendo cómo la rabia, la impotencia y la tristeza me envolvían. Un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas, pero me las limpié de inmediato. No podía permitirme quebrarme. No por él. No después de todo.



#1802 en Novela romántica
#664 en Chick lit

En el texto hay: primer amor, embarazo, dolor amor

Editado: 13.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.