Amor online

Episodio 18

CRISTINA

Después de detener el coche junto al parque y apagar los faros, me quedo un buen rato sentada, secándome las lágrimas. Las chicas ya me han llamado varias veces, pero no contesto. No quiero que escuchen que estoy llorando.

Intento calmarme, pero no lo consigo. Vale, otra cosa sería si de verdad hubiera pasado algo entre Boyko y yo. Pero no… No le debo nada a nadie. Lo único que he hecho ha sido mirarlo de reojo, porque, sinceramente, es un hombre atractivo.

Me sobresalto cuando vuelve a sonar el teléfono. Miro la pantalla: un número desconocido. Cuelgo, pero al instante vuelve a llamar. Resoplo, me limpio las lágrimas y contesto.

— ¿Hola?

— Cristina, soy Boyko...

Esas palabras recorren mi cuerpo como una descarga eléctrica. Cuelgo de inmediato. Las lágrimas vuelven a brotar. No quiero escuchar a ese hombre. Ya tuve suficiente con el numerito y la vergüenza que me hizo pasar su Olga. Pero antes de que pueda reaccionar, el teléfono suena otra vez. Cuelgo y bloqueo el número.

No hace falta que me llame. Que se reconcilie con su Olga. Y si no, que se busque otra víctima, como una cobra al acecho.

Un poco más tranquila, abro la aplicación Linder.

Me sorprendo al ver cinco mensajes de Nick.

«¿Dónde te has metido, diosa?»

«¡Eh! ¡Te echo de menos!»

«¡Cris! ¿Dónde estás?»

«Guapa, me estoy preocupando...»

«Cris, ya han pasado casi tres horas... Es de noche... ¿Estás bien?»

Suspiro y decido responderle. Al fin y al cabo, Nick no tiene la culpa de nada.

«Todo bien. No te preocupes. No me aparecieron las notificaciones, no sé por qué.»

Casi una verdad. Y espero su respuesta.

«Uf... Ya empezaba a preocuparme en serio. ¿Sigues en la fiesta de tu jefe?»

Suelto un suspiro pesado. No me apetece nada hablar de eso, pero respondo:

«No, ya me fui. Era aburrido.»

«¿Ya estás en casa?»

¿Y ahora qué le digo? Si miento, no lo sabrá... pero tampoco quiero que él me mienta. Dudo un momento y finalmente escribo:

«Todavía no. Estoy en mi lugar favorito de la ciudad. Es tranquilo, silencioso. Me encanta este sitio, sobre todo en otoño.»

«¿Dónde estás? Mándame tu ubicación, voy a verte.»

Sonrío débilmente. Su insistencia me sorprende, pero al mismo tiempo me resulta tierna.

«No, Nick, no hace falta que vengas. Me quedaré un ratito más... y luego iré a casa. Tal vez me tome un café. No te preocupes. Me gusta estar sola; paso así mucho de mi tiempo libre.»

«Cris, ¿segura que no quieres que vaya?» —insiste Nick.

«No, Nick, perdona. No hoy. Aún no estoy preparada para vernos. No hay prisa...»

«Vale. Como quieras. Te esperaré, pero recuerda que me preocuparé por ti.»

Respiro hondo. La verdad, me hace ilusión.

«Gracias. Pero no hace falta preocuparse. Pasearé un poco más y me iré a casa. Cuando llegue, te escribiré.»

Salgo de la aplicación y bajo del coche. Me acerco a la máquina de café, compro uno y camino por el parque. Me encanta disfrutar del silencio.

Tras unos pasos, me sobresalto por el sonido del móvil. Miro la pantalla: es Karina.

Suelto el aire y contesto.

— ¿Cris, dónde estás?

— En el parque —respondo con sinceridad.

— ¿Por qué te fuiste? El jefe está como loco buscándote. Está preocupado por ti... —me reprocha mi compañera.

— Que se preocupe por su Olga, no por mí. Estoy perfectamente —respondo con fastidio.

— Cris, deja de decir eso —pide ella y empieza a contarme—. Esa loca le arruinó la fiesta al jefe. Te fuiste y se fue directa a por su secretaria. ¡Pobre mujer, casi le da algo! Un desastre total. Boyko está fuera de sí. Nos pidió disculpas a todos, pero sobre todo se lamentaba por ti. Dice que la histérica se desquitó contigo.

Saboreo mi café y solo suspiro. Ya no confío en nadie.

— No hace falta que se preocupe nadie por mí. Estoy bien. Solo que no permitiré que nadie me humille. Eso es todo.

— Cris, estás dolida —constata Karina—. No te enfades con Boyko. Nadie tuvo la culpa de que Olga apareciera justo cuando él bailaba contigo. Si hubiera sido con alguna de nosotras, nuestros maridos le habrían dado una buena lección.

Parece una excusa para defenderlo. Quizás de verdad nadie tuvo la culpa, pero mi alma sigue herida. Esa Olga me humilló delante de todos. Y ahora ni siquiera sé si volveré a trabajar en la empresa. Tengo algo de tiempo, así que debería buscar otro empleo. Lo haré mañana. Por ahora, solo le respondo con una frase típica:

— Karina, tranquila. Estoy bien. Gracias por preocuparte, me hace ilusión.

— No es nada. De verdad me das pena. Pero, ¿sabes? Hoy Boyko me impresionó —confiesa ella con entusiasmo—. Te fuiste y Olga se puso aún peor. Justo después de que te marcharas, él la sacó del restaurante y ordenó que no la dejaran entrar de nuevo.

Probablemente fue un error. Si de verdad tenían una relación, deberían haber hablado, no montar un espectáculo.

— Bueno, Cris, mejor vuelve al restaurante. Aquí la fiesta sigue a tope —dice Karina antes de despedirse.

Cuelgo, termino mi café y regreso al coche. Hace fresco en la calle. Mejor me quedo en casa, frente a la chimenea eléctrica. Ya he tenido suficientes emociones por hoy.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.