Amor Prohibido

Capítulo 19

                                        NO ME LLENES DE DULZURA

16 octubre.

__ Abre que te ayude __ carcajea en bajo, pero lo suficiente para yo escucharlo del otro lado, su sonora risa se repite más de una vez en mi cabeza hasta que puedo reaccionar perfectamente sin montar un espectáculo que se quede marcado en mí para toda la vida.

Entre abro la puerta cuidadosamente y lo veo ahí, con solamente la parte de abajo del pijama puesta, puedo volver a apreciar sus maravillosos abdominales, también mis fosas nasales y mi cuerpo se inundan en su aroma, tiene el cabello despeinado con algunos mechones sueltos lo que le hace ver más atractivo de lo normal. Su mirada se fija en mí y en mi definido vestido me revisa de arriba abajo. Me doy la vuelta y cojo mi pelo para que no le moleste ni se enganche con la cremallera. 

Noto su mano, tocar la parte alta de mi espalda desnuda, lo que me repelé en mi columna vertebral, mientras su otra mano baja lentamente llegando hasta mi espina dorsal. Cuando termina de bajar la cremallera y me da un escalofrío interno de las sensaciones que me ha transmitido solamente con ese pequeño tacto.

Me giró para mirarlo y agarro el vestido para que no se me caiga __ Gracias __ simplemente es lo único que pudo salir de mi boca, él se marchó por la puerta dejándome ver su espalda, ¡MALDICIÓN! ¿Cómo este hombre puede ser tan perfecto? La verdad que parece que lo han creado dos putos dioses griegos porque no es normal este ser humano tan perfecto. Cierro la puerta para poder tener privacidad y ponerme finalmente mi dichoso pijama de seda en el que me siento bastante arrepentida de habérmelo traído. La verdad que aunque hago frío afuera, en el hotel la temperatura se parece a la temperatura de verano, se debe a que la calefacción en este hotel es superalta, por eso es uno de los mejores del país.

Una vez puesto mi pijama y haberme hecho mi rutina de cremas salgo de la habitación, y como no, veo a Christian medio tumbado en la cama con el ordenador y sin camiseta, ¡Otra vez no, por favor! ¿Por qué? Sinceramente, ¿Por qué me tienes que hacerme esto, Christian? Me gustaría agarrarle de esa maldita marcada mandíbula y besar esos labios carnosos como la última y primera vez que lo besé, pero... obviamente mi orgullo me puede y soy incapaz de hacerlo, además se formaría la tercera guerra mundial.

Hago como si no me importara lo que mis dichosos ojos ven y cojo mi cargador de la maleta.

__ Ni pienses que vamos a dormir en la misma cama Sr. Ferrari __ Sí, ya lo se me ha salido sin querer llamarlo así, pero para mí se me hace gracioso, porque como es un maldito perfeccionista, inteligente y estricto, también la mayoría de veces gruñón y molestó.

__ Sra. Paris a mí no me importaría compartir la cama, además es grande, no creo que podamos tener contacto __ dice esos dichosos ojos azules intensos devolviéndome el anterior apodo al que me podría acostumbrar fácilmente y sin ningún problema, por un momento de lo que ha dicho levantó su cabeza para verme y con delicadeza revisarme.

__ Tampoco es para tanto dormir en un sillón por una noche __ dobló los ojos sin intención, sabiendo que no voy a convencerle por mucho que quiera.

__ No soy yo el que tiene problema de compartir cama, si tú deseas puedes dormir en el sillón __ habla tan naturalmente que a veces olvido que estoy peleando con él, su forma de expresarse me atrae y a la vez me pierde.

Me quedo unos breves segundos pensar en que contestar para convencerle de dormir en el sillón, pero no se me ocurre nada, por lo que optó dormir yo en el incomodísimo y chico sillón.

__ Como no hay manera de convencerte tendré que dormir yo en el sillón __ ruedo los ojos con frustración, acercó el sillón hacia la cama para poder poner mis pies para no morir.

Intento dormirme, pero la maldita luz brillante del dichoso ordenador del obsesionado con el trabajo no me deja, ladeo mi cabeza y vuelvo a rodar los ojos de la desesperación que tengo con la luz brillante.

__ ¿Puedes apagar el ordenador ya? __ expreso con voz cansada, él gira su cabeza por un segundo hacia mí y enseguida me pregunta.

__ ¿Por qué? __ este obsesionado con el trabajo es a veces insoportable.

__ Molesta __ digo enfadada como los últimos minutos de noche.

__ ¿Por qué tendría que parar de hacer mi trabajo? __ este tío me atrae, pero ahora mismo le daría con un bate bien fuerte porque me está haciendo entrar en extrema desesperación.

__ Porque como no lo hagas lo tiro por la ventana __ ya sí que sí contesto bastante enfadada y acabo de explotar toda mi desesperación que tenía dentro.

Él solamente ladea sus labios haciendo una especie de sonrisa, parecía que quería que saliera de mi desesperación y eso me enfada porque he mostrado mi carácter agresivo, aunque la verdad es que se lo merecía por sacarme de mis casillas. 

Resopla y cierra el ordenador, lo coloca al lado de su mesita de noche, por fin puedo dormir ya tranquila, y espero que mañana sea un día mejor...

Christian Ferrari

Gia, ya se ha dormido, hace un rato, compruebo que no se vaya a despertar y la cargo para llevarla a la cama. Sé que ella no está cómoda en ese diminuto sillón, puede ser que enfade conmigo, pero solamente estamos compartiendo cama, ¿no creo que haya nada malo en eso?

Por fin consigo cerrar los ojos.

A la mañana siguiente los rayos del sol me golpean bruscamente, haciendo que mis ojos abran lentamente sin aviso previo. Me giró inconscientemente y borroso puedo ver a Gia dormir profundamente. Me levanto cuidadosamente, me ducho y me visto para bajar al restaurante. Casualmente, me encuentro al Sr. Lian y su esposa, ellos me invitan a sentarme en la misma mesa que ellos. 




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